viernes, 14 de septiembre de 2007
Volcarte en tu blog y el efecto Hawthorne
Es evidente que no se grita al viento de la misma manera cuando sabes que puede escucharte alguién, aunque en principio no puedas verlo.
La equivalencia entre este medio, el blog, y los diarios íntimos es inexacta, porque la exposición escrita de eventuales y posibles intimidades ya presupone un lector, cosa que parece sacada del catecismo de Perogrullo.
En relación con ello, con la alteración que refleja nuestra conducta cuando nos observan, creo que no viene mal reseñar el típico experimento anglosajón que, como pasa muchas veces, suele dar carta de naturaleza a lo que todos sabíamos ya.
Corría el año vetusto de 1929 en yanquilandia, en medio de la Gran Depresión y todo eso. Un cátedro de harvard, llamado George Elton Mayo, realizó una serie de experimentos sobre comportamiento humano y productividad laboral en el seno de una planta de ensamblaje de teléfonos.
En aquella planta, los currantes trabajaban todo el día inclinados sobre piezas de reĺés y Elton Mayo eligió a seis mujeres para controlar su conducta, amén de la productividad esa antes mencionada.
En relación con esta, después de haber determinado una cantidad básica de piezas a ensamblar, Mayo instaló a las seis en un cuarto especial con un supervisor. A continuación, empezó a controlar las horas de su jornada, los días de trabajo semanales, las pausas para almorzar, las interrupciones, etc.
Para poder averiguar los efectos de la monotonía y la fatiga en el trabajo alteraba de diversa y, segúramente sádica manera, las condiciones.
Pero mientras realizaba estas pruebas, por cierto, muy en correspondencia con el maquinismo deshumanizante de las grandes fábricas anglosajonas de las primeras décadas del siglo XX, se percató de una tendencia sorprendente.
Casi todo lo que hacía para modificar las condiciones de trabajo de las seis mujeres segregadas, incluso los cambios hechos con intención de empeorar, que mira que era borde, parecía aumentar la productividad de las seis mujeres cobayas en relación con el resto de la plantilla.
El Elton Mayo este se había topado con una característica humana que pasó a denominar efecto Hawthorne, por la población donde se ubicaba la factoría y, por consiguiente, postuló que la influencia principal en la producción de las empleadas no era ninguna variación de condiciones, de eso nada sino, más bien, que había alguien observándolas.
El efecto subyacente parece obvio: nunca nos portamos igual si nos miran. Se alega esta causa para explicar el hecho, pej, de que los insomnes duerman como reyes cuando les estudian en un laboratorio del sueño. Se aplicó asimismo en los departamentos de recursos humanos, hacer ver ( o creer) a los empleados que la empresa se interesaba por ellos y tal.
En la exposición de intimidades ante un psicoanalista, psicólogo, etc. ya no reaccionamos igual que cuando las vivenciamos solos. El hecho de verbalizar algo, ponerlo por escrito, etc, nos altera la experiencia del mismo. Un sentimiento o sensación que nos estremecía como un cañonazo, al contarlo cabe la posibilidad de que no llegue a perdigonada porque el otro, el interlocutor, funciona como principio de realidad.
Por lo mismo, esa inspiración de la hostia que nos ha entrado en un duermevela o una ensoñación, cuando la vertemos en papel o pantalla se transforma en un coñazo intimista y soporífero. Lo malo es que muchas veces no nos damos cuenta hasta que alguien nos pone a caer de un burro. Eso sí, a mí no me lo hagais, sorry, mantenedme felízmente engañado, je, je.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Es muy interesante la perogrullada esa del efecto H, y lo llamo así porque a esas alturas quedarse con esa conclusión ¿no te parece como dar una vuelta tonta? En fin, el efecto me parece muy interesante en la medida en la que parece mostrar que somos observadores (cosa muy chachi hoy en día) de practicamente todo salvo de nosotros mismos. Los otros son los que nos objetivizan, por eso toda expresión que por su misma naturaleza está dirigida a Otro acaba siendo un sujeto teratológico (es soy culto oye), una aberración consistente en una forma solipsista de mirar lo de fuera siendo ciego paradójicamente a lo de dentro.
Yo mismo tengo un blog por la decepción continuada y reiterativa que he encontrado en los diversos foros en los que he participado. Me alejo de lo social para caer dentro de un puto ombligo, que se sostiene paradójicamente en que los cuatro gatos que lo leeis sois "potencialmente" muchos otros. Pero me sobra y me basta con vosotros, lo cual no quita el hecho cierto de que a fin de cuentas necesito lo social como el comer. Tu mismo me sorprendes, de Instanton esperaba un blog como el que tiene, pero de ti me sorprendo, no tanto por el contenido que son muchos años ya como por la creatividad verborreica que has dado a este sitio.
No sabes lo mucho que te agradezco este blog joio porculo.
Hola, kameraden Knut,llevabas días sin colapsar tu función de onda y demás, ja, ja. Pues sí, muy cierto lo perogrullesco que resultó el tipo este, al postular una ley que hasta los críos saben, pero bueno el dato lo ví por ahí.
Espero que no sean prejuicios mediterráneos y tal, pero a cierta psicología anglosajona se le adivina algo así como autismo, necesitan mecanizar lo humano para entenderlo, confío que no se nos haya pegado mucho.
Lo de que los otros nos objetivizan es una expresión de pura filosofía concentrada, je, je, y desde luego nos definimos según su réplica.
Venga, anímate con tu blos, que se hace largo esperar a la siguiente entrada, si vieras las veces que pico a ver si pones algo nuevo. Por cierto, la existencia de los cuatro gatos es una de las maravillas del universo :))
Publicar un comentario