miércoles, 12 de septiembre de 2007

Injertos culturales de cada día, el Kitsch.



Empiezo esta entrada con el placer que me produce meterme en corrales ajenos, en este caso nada menos que en el ámbito de los semiólogos , uf, inspirado por las ideas que proporciona la relectura de uno de los análisis clásicos sobre el arte, la literatura, etc, de nuestro tiempo, entendido esto último en sentido amplio, dada la fecha en la que fue escrito el título inspirador en cuestión. Se trata de Apocalípticos e integrados de Umberto Eco, publicado allá por la remota era de 1968 y que es un estudio de la cultura de masas de lo más ameno e imprescindible.

La consumición cultural en serie que nos empapa, por motivos de inercia, pero también por la necesidad de que alguna vez, en medio del erial, encontremos una joya que nos sacuda un poco la modorra, convierte en imprescindible alguna que otra herramienta teórica la cual, como es obvio, no sustituirá jamás el rodaje personal y la degustación experimentada, antes bien sería un complemento.

Como decía al principio, que mejor que una bitácora personal para zambullirte en berenjenales teóricos para los cuales no tienes la menor preparación académica y ortodoxa, excepto la derivada de las lecturas autodidactas que has hecho, llevado por la pasión de saber y el vicio de contemplar musarañas.

Disfruto con los análisis de este señor, faceta suya anterior y más importante que la de novelista de consumo , mira tu que paradojas. Perfeccionó y divulgó una de las definiciones clásicas del fenómeno del "kitsch" cultural. Esta palabreja deriva de una expresión alemana que significaba algo así como "vender barato", "amañar", "copia de pacotilla", etc

Viene a ser, según la definición coloreadita, de examen, del profe Eco, como "...el elemento estilístico extraído de su propio contexto, insertado en otro contexto cuya estructura general no posee los mismos caracteres de homogeneidad y necesidad de la estructura original, mientras el mensaje es propuesto -merced a la indebida inserción- como si fuera obra original y capaz de estimular experiencias inéditas..."

Es decir , el injerto pretencioso que pretende elevar la calidad y proporcionar dicha sensación a algo que carece de ella, la definición de toda obra que para poder justificarse se recubre con los despojos de otras y se vende como arte. Es la repetición de estructuras exitosas de otras creaciones.

Es muy probable que nos vengan a la mente mil ejemplos, se pueden encontrar en todos los géneros.

El lenguaje cursilón en literatura, por ejemplo, es un degeneración de cierto lenguaje depurado y poético que se desarrolló en su momento, como sabemos todos.

Los tipos de personaje que un día funcionaron en determinada historia, ya sea escrita o filmada, de pronto pasan a ser de empleo común en otras historias, empiezan a perder dimensión, se aplanan y pasan a ser meras máscaras griegas, algo así como meros fulcros o arquetipos simplones para que la acción tenga un referente, para cubrir el expediente y que haya "alguien" a quien le pasen las cosas.

Los contextos y planteamientos narrativos se importan y se "pegan" como si fueran los módulos de Ikea. Los planteamientos y resoluciones de las historias se convierten en guiones estándares y te matan la sorpresa porque adivinas los desenlaces, oh dioss, la maldición del lector/espectador frecuente.

Todo ello es, obviamente, producción dirigida para los bobos, opinión que además tiene cierto sustento científico, je, je.
En un experimento relatado en la revista "Mente y Cerebro", que es muy chulina y todo eso, a una serie de voluntarios se les presentaban una serie de historietas a base de viñetas en la pantalla de un ordenador. Los desenlaces parecían previsibles y así lo eran muchas de las veces. Pero algunas de las historias, de vez en cuando, presentaban elementos sorpresivos.
Como de paso, al personal se le pedía una apreciación del uno al diez según les gustara la historia, descubrieron que las más sorpresivas eran mejor apreciadas por aquellos que habían destacado en test previos de inteligencia. Vamos, que las previsibles representaban, por tanto, el refugio de los zoquetes, je, je...


Dentro de la ciencia ficción de mis amores, los autores repiten tecnologías, gadgets y lugares comunes como si fueran los macarrones de una misma bolsa. Estaba a punto de citar títulos y nombres, pero dejaré que quien pudiera leerme ponga los suyos.

Este género me resulta entrañable por los buenos ratos pasados cuando casi crío (y ahora también) pero no sé hasta que punto no reprimía en mí el desagrado, cuando adivinaba y reconocía el injerto de gato en el plato de liebre. Por culpa de ello, seguramente, ahora debo de pagar el duro precio de mi envilecimiento cultural,snif, snif . La razón profunda de repetir, ese espasmo de placer que, a veces, produce la audacia imaginativa de algún título ocasional, será materia de otras entradas y todo eso. Un abrasso.



2 comentarios:

Knut dijo...

He tenido pesadillas con la fotito de marras durante días, sólo quería "agradecerte" tu buen gusto.

¿Para cuando una moderación eficazmente policial en esta página?

francissco dijo...

Coincido contigo, probablemente sea una de las fotos más cutres que se pueden encontrar por toda la Internet.

El problema de moderarme a mí mismo es algo peliagudo e infernal, los egos tienen la capacidad de autoemborracharse y todo eso, de todas maneras llevaré la imagen de esta foto como parte de mi karma blogero.

Lamento tus pesadillas, espero que de ellas saques inspiración existencial y que la plasmes en forma de Kitsch, je, je, je...