sábado, 22 de septiembre de 2007

Lovecraft y el héroe paralizado.

Resulta que, para fastidiar, este es un Sábado lluvioso y chapoteante y, la bajada al garaje, sin luz por avería, con la humedad y el olor a cerrado me evocan, en pequeñito y en doméstico, las sensaciones innominables de las antesalas de los antros de Ctulhu y Yogsothot, empequeñecidas únicamente por las de ciertos sanitarios de discoteca. (Y mira que no está sobado ni nada lo del "innominable" ese)

Que le voy a hacer, no me gusta el estilo de HPL, pero fue una estación de paso; de esas más bien feas pero con el morbo de lo diferente y de lo extravagante. Ese HP. de Lovecraft, el Howard Phillips de Providence, es pieza de lectura curiosa, más que nada por su influencia antes que su talento real. O por lo menos, así es como lo percibo yo.

A lo mejor le gustaba Nietszche, (parece que lo leí por ahí) por aquello de la muerte de Dios y la renuncia al maniqueismo moral clásico. Los antiguos seres infernales, espíritus y diablillos, eran malos, es decir, se rebelaban en la noche contra el orden establecido y trataban de destruir y corromper el frágil andamiaje de las buenas relaciones humanas.
Por el contrario, las criaturas del terror lovecraftianas no son hostiles a nuestros ideales y aspiraciones, sino que sencillamente no los tienen en cuenta, del mismo modo que un agricultor ignora el nido de una alimaña al labrar su campo.

Estas criaturas de HPL, no obstante carecer de acción y esencia moral reconocible, reciben un culto "abominable" por parte de algunos humanos. Representan abrumadoras (y asquerosillas) fuerzas cósmicas que nada tienen que ver con nosotros éticamente hablando, están más allá del bien y del mal (¿un poquillo de materialismo nietscheano, quizá?)

Siempre se dice que a HPL le condicionó una infancia arropada por unas tías dominantes, vete a saber. Descubrir que el mundo estaba lleno de unos seres fuertes, poderosos (los adultos) debió resultarle más duro que a otros.


En ese sentido ( y abusando aposta del análisis psicologista, a ver con qué pretexto sacaba una entrada, sino) de esta sensación infantil de indefensión, podría venir el curioso y extraño desvalimiento de sus protagonistas. No es que sean sencíllamente antiheroes, no, lo que son es antiadultos. Nunca saben qué hacer: cuando tropiezan con el peligro lo que se les ocurre primero es el desmayo, enloquecer del todo o, en el mejor de los casos, huir desmañadamente, ale.

Jamás dan la impresión de controlar la situación; el único movimiento positivo que saben mostrar es la curiosidad. Por lo demás permanecen ociosos, nostálgicos, incapaces de,cualquier ambición o proyecto de futuro y asexuados (¿alguien les recuerda un simple flirt?).

Son, por tanto, la antítesis del héroe clásico adolescente. Son personajes que están deseando levantar el velo pero, cuando contemplan la escena horrenda y devastadora sucumben. Jústamente como un niño. En una de sus cartas, leí que escribió que "la vida adulta era un infierno". Quien sabe, algo de razón no le faltaba, ja, ja.

En fin, como es obvio y fácil de percibir, la lectura de estas impresiones sobre HPL no creará escuela ni revolucionará el análisis literario, así como tampoco supondrá efecto alguno más allá de los queridos amigos que lo lean. Nuestras meditaciones, por tanto, se perderán en el infinito de Internet, como lágrimas en la lluvia de un replicante cualquiera, ahogado en lugares comunes y oyendo Blade Runner.

Morituri te salutant.

5 comentarios:

Errantus dijo...

Interesante forma de interpretar a Lovecraft. Ya me explico el porqué hace tanto que me harté de sus personajes.

Creo que me pasaré regularmente por aquí a leerte.

Saludos.

francissco dijo...

Pues muchas gracias, Errantus, será un honor. Es un invento interesante lo del blog, aunque tienen que juntarse dos cosillas, tiempo e inspiración, aiis. De todas maneras, siempre ayuda naufragar en una taza de café, je, je.

Nos leemos.

Knut dijo...

Yo pienso/siento más o menos lo mismo que tu compañero. Lovecraft fue una estación de paso hace un monton de años, que en su momento fue toda una revolución para mi, hasta el punto de que aún conservo cierta fascinación por ese mundo materialista terrible y ominoso. Pero cada vez que he pasado brevemente por ahí me he encontrado con menos fascinación e interés y altas dosis de repetición, y dios me perdone, coñazo.

El problema de L. es que si bien el "mundo verdadero que está ahi pero mensos perdidos no vemos" siendo enormemente atractivo se queda en menos cuando contemplamos el "mundo falso que vemos creyendolo verdadero". En su dualidad del mundo la parte de aqui es reducidisima y está poblada por incapaces de toda clase, tanto que uno al final siente pena por esas gentes que follan poco y mal a los que una visita a cualquier bareto gallego vuelve majaras en un plis plas.

Pero en fin, con todo ese puritanismo que enloquece cuando ve la verdad, ese mundo en el que todo es reducido a una materia que nos puede, que no guarda buenos sentimientos hacia nosotros, jejeje, tiene su atractivo.

A mi al menos me ponen tela marinera las entidades pulposas, sin ir más lejos esas ilustraciones que has colgado.

Te reitero el gustazo de leerte, sobre todo por la prosa que usas, tan clara y funcional con lo complejo... Joder te envidio tela marinera.

Gracias por el placer de leerte!!!

Knut dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
francissco dijo...

Knut, bergante, a ver cuando nos vuelves a epatar con esas entradas en la espiral, tío, que me tienes desficioso de mirar. La del criterio y la prestancia hasta me la imprimí, so virtuoso del copón...