sábado, 8 de septiembre de 2007

Santa Virgen, que me quede como estoy


LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES
Jorg Blech. Ediciones Destino.

La actitud sobre la salud, manifiesta aunque no declarada, de las multinacionales de las pastillas y los jarabes recuerda sobremanera a una frase deliciosa de Stanislaw Lem y que aparece en su libro Memorias encontradas en una bañera, que por cierto hoy en día no lo encuentras ni ahí ni en ninguna parte. La frase era una recomendación contra los espías, que aparecía en un manual teórico ficticio y que pretendía señalar al cuerpo humano como susceptible de contener artefactos hostiles : El cuerpo humano como corpus delicti. Ahí es nada.

En la novela de Lem se presuponían, como algo axiomático, posibles artefactos espías en el organismo, dadas la muy culpables cualidades contenedoras de este. Pero en el pool de las multinacionales farmacéuticas a nuestro cuerpo se le añade, además, otra cualidad pecaminosa y patológica: envejecer. Nada de pamplinas anticuadas como la edad de la sabiduría ni la dignidad de los años ni na de na; la vejez pasa de considerarse proceso natural a ser una enfermedad general que se manifiesta en multitud de síntomas particulares.

Blech, en su doble condición de periodista y biólogo, nos cuenta algunos procederes de los consorcios medicamentosos y la presión hipocondríaca que se ejerce sobre el público, al que hay que venderle problemas médicos por todas partes:
-Procesos normales como si fueran enfermedades, Merck & Co. descubre un crecepelo, más o menos funcional y "trabajándose" a la prensa hace que se empiece a hablar de que si más de un tercio de hombres les ocurre, que si la caida del pelo produce "pánico", etc

-Problemas particulares como enfermedades: la timidez nuestra, la de todos los días en los momentos más inconvenientes, pasó a denominarse en los DSM (manuales) de los psiquiatras como "fobia social", ale, agárrate a esa y tómate el ansiolítico correspondiente.

-Los riesgos también son enfermedad: Al reducir los valores que se consideran normales en indicadores concretos, como pej. la tensión, el colesterol, la masa osea propia de la vejez, etc, se consigue a nivel mundial un aumento de millones de personas en las listas de enfermables y recetables. Es una ampliación de mercados agresiva, a base de difundir el terror narcista ante el propio cuerpo.

-Los síntomas leves indican enfermedades más graves: Se pone el ejemplo de la "campaña del colón irritable" para estigmatizar las molestias leves del intestino que casi todos tienen. Coincidió con el lanzamiento del medicamento Lonotrex, que provocaba serios efectos secundarios, ay, ay, ay.

El libro no para de dar detalles concretos. Por ejemplo, hubo una doctora del Hospital universitario de Copenhague que descubría, al estudiar nada menos que 159 investigaciones de medicamentos recientes, como la valoración de los médicos implicados era inevitablemente positiva cada vez que estos habían trabajado por orden de la industria.

Otro estudio grandote de la Harvard medichal school; se estudiaron 207 artículos de prensa sobre el desarrollo de tres medicamentos concretos. En más de la mitad faltaban datos acerca de los efectos secundarios y, cuando los expertos preguntados tenían algo que ver con el laboratorio pagador, el tema, sencíllamente, se obviaba.

Al exponer este tipo de hechos y consideraciones , como es lógico, no se descalifica el interés sano y normalito por la propia salud de nuestro cuerpo serrano que, como es normal, tiene todo hijo de vecino. El problema es que dicha salud tiene una naturaleza doble, autoperceptiva y cultural. Y ahora, esta cultura sanitaria global es alimentada, además de con honestos datos científicos, con munición interesada proveniente de intereses creados.

Desde siempre, el miedo y la ansiedad han sido un método de control magnífico. Nada hay más antimercantil, menos dócil y maleable, que un volumen considerable de personas que envejecen de forma feliz, aceptando las limitaciones que va imponiendo progresívamente la naturaleza exceptuando, como es obvio, los casos de dolor y sufrimiento evidente. Y por supuesto, resulta racional  adoptar como estilo de vida  un higienismo inteligente, que nazca de un amor al cuerpo de lo más lógico.

Por el contrario, una masa de ciudadanos hipocondríacos y temerosos fomenta el reforzamiento alienante de las jerarquías médicas y empresariales, condenando a millones de ciudadanos progresivamente maduritos a un apartamiento forzado de la cosa pública, obsesionados con sus achaques.

En un futuro, se vislumbra un panorama aún más inquietante según el autor, lo cual ya es la repera. El establecimiento del mapa del Genoma Humano y la profundización en la cartografía de los genes posibilita la tipificación de grupos humanos enteros y su clasificación en grupos de riesgos variados, información de vital interés para las corporaciones.

Nada más apetecible que conocer, en una población dada, a quienes tienen riesgo de tal y cual enfermedad, para enfocar las estrategias de producción de medicamentos y acometer campañas de marketing profundo y personalizado.
Muchos de estos enfermos habrán dado su consentimiento para tratar sus datos, a cambio de una prueba "gratuita" para averiguar si padecen la enfermedad X.

Por tanto, nada más natural que recibir propaganda individualizada e intimidante acerca de lo que les podría pasar si no compran el medicamento B, si no acuden a la clínica N , todo ello envuelto en frases rimbombantes y ofertas de financiación competitiva. En fin, que pensaba bajar a la farmacia por almax pero lo pensaré mejor y probaré con mis propias drogas cultivadas en casa. Un saludete.

3 comentarios:

Knut dijo...

Suma el producto del hegelianismo social que es el Hecho Paternalista de que el Estado Debe Vigilar Tu Salud con la Verdad Del Seguir Comprando y ya está.

En una época donde se subtancializa en extremo lo individual subjetivo no deja de ser extraño lo cómodamente que aceptamos (incluso pedimos públicamente) que el estado Nos Controle. Pero en fin se trata no de Estar Sano sino de Ir Estandolo, y no por nada en particular, sólo porque Hay Que Vender.

Un asco...

francissco dijo...

Casi te acaba cayendo simpático un tipo como el doctor Thomas Szsaz, si no me equivoco con el apellido, que abogaba por abolir la existencia del Estado Terapeútico.

Tenía algunos excesos el hombre, como pretender soltar a todos los enfermos mentales (bueno,esto sobre todo el Ronald Laing) pero denunciaba la suplantación por parte de los psiquiatras de los atributos sacerdotales.
Tenía por ahí un libro mu chulín suyo,La Teología de la medicina, que no encuentro por ningún lado, asco de mudanzas...

La Pimpinela Escarlata dijo...

La verdad es que a mí me fastidia tanto el paternalismo con que ciertos sectores mal llamados "progesistas" agobian al individuo.

En fin, que yo esos libros ya ni me los leo, que quiero dormir tranquilamente y últimamente ya no puedo sin necesidad de leer estos libros de verdadero terror que estás reseñanado en tu blog.