martes, 25 de septiembre de 2007

Los Espectros de la Tierra del Sueño.


Siempre será un misterio absoluto la vivencia que, de la realidad cotidiana, tenían todos los pueblos que fueron y ya no están. Los indios de las Montañas Rocosas, pej. tenían, según el linguista y antropólogo canadiense Franz Boas, una cosmovisión curiosamente parecida a la de los aborígenes australianos, con su concepto del "Tiempo del Sueño" donde se englobaba todo lo acontecido, hasta tal punto que el día de ayer ya pertenecería a esa dimensión mítica, poblada por dioses y espíritus.

Como hoy estaba con ganas de leyendas y narraciones rarillas, le he pegado una hojeada al material que recogió este señor (el Boas) entre los nativos de aquellos lares, de cuando moraban y cazaban perdidos por aquella naturaleza salvaje y tal.

Recoge una leyenda, breve pero sugestiva, que oyó contar a principios del siglo XX a los ancianos de esas tribus, cuando estas ya no eran las de antes y del sueño habían pasado a la pesadilla de las reservas.
Ilustra, además, el fenómeno de la entropía y deformación en la transmisión del material mítico a través del tiempo, planteando enigmas sobre el estado de conciencia, cercano a lo onírico, en el que fue concebida y tratada en su momento la leyenda original:

La guerra de los espectros. Versión arcaica.

Una noche, dos jóvenes de Egulac fueron al río a cazar focas, y mientras estaban allí les envolvió la niebla y el silencio. Luego oyeron gritos de guerra y pensaron: "Tal vez es una emboscada" . Huyeron hacia la orilla y se escondieron detrás de un tronco. Se acercaban canoas, y oyeron el ruido de los remos, y vieron que una canoa venía hacia ellos. En la canoa iban cinco hombres y les dijeron: "¿Que os parece? Queremos llevaros con nosotros. Vamos río arriba para hacer la guerra" Uno de los jóvenes dijo: "no tengo flechas". "En la canoa hay flechas" dijeron ellos. "Yo no iré. Podrían matarme. Mis parientes no saben a dónde he ido. Pero tú" dijo, volviéndose hacia el otro, "podrías ir con ellos".

Así que uno de los jóvenes fue, pero el otro volvió hacia casa.
Y los guerreros siguieron río arriba hasta llegar a un pueblo que estaba al otro lado de Kalama. Sus habitantes bajaron al agua, empezaron a luchar y muchos murieron. Pero el joven oyó decir a uno de los guerreros: "Rápido, vayamos a casa, han herido a este indio" . Y pensó: "¡Oh!, son espectros". Él no se sentía mal , pero ellos decían que le habían herido.

Así que las canoas volvieron a Egulac, y el joven desembarcó delante de su casa, y encendió una hoguera. Llamo a todo el mundo y dijo: "Mirad, he acompañado a los espectros, y fuimos a luchar. Muchos de los nuestros murieron, y muchos de los que nos atacaban murieron. Dijeron que me habían herido, pero yo no me encuentro mal."


Dijo todo esto y luego se quedó en silencio. Cuando salió el sol, el cayó. Le salía algo negro de la boca. Su rostro estaba contraído. Los del pueblo se levantaron de un salto y gritaron.
Estaba muerto.

El relato tiene un carácter fantástico y sobrenatural, con ese tempo, esas elipsis extrañas y transiciones instantáneas de escena que, como señalaron varias fuentes, la asemeja a un sueño.
Años más tarde, la generación posterior de esa tribu, receptora del relato, la elevó un tanto en el plano de la "vigilia":

Guerra de los espectros. Versión racionalizada.

Dos jóvenes estaban junto a un río dispuestos a cazar focas, cuando apareció una barca en la que iban cinco hombres. Todos iban armados para la guerra.

Al principio, los jóvenes se asustaron, pero los hombres les pidieron que les ayudaran a combatir a unos enemigos que había en la otra orilla. Un joven dijo que no podía ir porque sus familiares se inquietarían por el; el otro dijo que sí, y subió a la barca.


Por la noche volvió a su cabaña, y dijo a sus amigos que había estado en una batalla. Habían muerto muchos, y a el le habían herido con una flecha; dijo que no había sentido ningún dolor. Le dijeron que debía haber luchado en una batalla de espectros, entonces recordó que todo había sido muy extraño, y se alteró bastante.


Sin embargo, por la mañana se sintió mal, y sus amigos se reunieron en torno a él; el cayó, y se le puso la cara muy pálida. Entonces empezó a retorcerse y a chillar, y sus amigos se quedaron aterrados. Al final se quedó quieto, le salió algo duro y negro de la boca, hizo una contorsión y murió.

Esta versión posterior contiene una variedad de omisiones, elaboraciones y "racionalizaciones lógicas" . Véase, como normalizan la conclusión lógicamente desconcertante "¡Oh!, son espectros". En esta versión no solo se pierden detalles sino, tal vez lo que es mucho más importante, mucho del poder evocador y obsesionante de la original. De alguna manera, ya es menos parecida a un sueño.

Todavía años después, otros estudiosos lograrían contactar con uno de los nativos que había tomado parte en la transmisión de la segunda versión y, he aquí la mutilación que experimentó, debido a la traidora memoria, con el paso de los años:

Tercera versión, estragos del paso del tiempo, desaparición de la memoria étnica e individual.

Unos guerreros fueron a hacer la guerra con los espectros. Lucharon todo el día y uno de ellos fue herido. Por la noche volvieron a casa, llevando a su compañero herido. Cuando el día se acercaba a su fin, empeoró debido a las fiebres, y los habitantes del pueblo le rodearon. Al ponerse el sol, suspiró, le salió. algo negro de la boca. Y murió.

Aquí, ya ha desaparecido la magia y los espectros son domesticados. También resulta amputada la temporalidad mítica de toda una etnia y, de paso, el fluir onírico de las gestas de un guerrero antiguo que, al parecer, combatió nada menos que en una guerra de espectros, remontando un río con ellos.

Pudo conservar el recuerdo, saludar a los seres queridos y amigos y dejarles un tesoro imborrable para esas noches junto al fuego. Pero, como cuentan todos los mitos universales que en el mundo han sido, el precio a pagar, por visitar en carne y hueso el Tiempo del sueño y la Tierra de Oz, siempre es altísimo.

Que durmáis bien.

4 comentarios:

Errantus dijo...

Ah, la necesidad de racionalizar, esa patología del mundo occidental. Le tememos demasiado a lo onírico, se presenta como peligroso. Hay que poner un orden en las cosas para poder controlarlas aunque en el camino se pierda lo más maravilloso de su esencia.

francissco dijo...

Lo malo de los sueños es que muchas veces se escapan solos, sin que hagas nada, jodidos que son, je, je

Errantus dijo...

Ya veces hasta adquieren consistencia, sino que le pregunten a Blackonion.

francissco dijo...

Ja, ja, ja, acabo de leer ese post, que capacidad para soñar, que envidia, yo que me limito al recuerdo fugaz y a la tontería absurda y sin valor.