jueves, 1 de julio de 2010

Cambiando feeds y suscripciones y todo eso.

Hola, compañeros. Habiendo migrado el blog a http://francissco1.wordpress.com/ me he dado cuenta, mirando en el Google Reader, de que la mayoría de suscripciones de feeds todavía apuntan aquí, al blog viejo. En ese sentido y si así lo consideráis, no tenéis más que cambiarlo  por el actual: http://francissco1.wordpress.com/feed/  para seguir las parrafadas habituales, puestas con la mala sombra de siempre, ejem.

Un saludito y nos leemos.

martes, 8 de junio de 2010

Mudanza del blog

El blog se muda a http://francissco1.wordpress.com/, lugar donde seguiré colgando cositas siempre que el tiempo lo permita, la inspiración me acompañe (o no, que a fin de cuentas no me pagan ni un euro) y la vida me guíe.
Allí sigo y allí podeis visitarme, comentarme y vapulear lo que escribo, pero eso sí, recordad siempre que detrás de la pantalla hay una personita, je, je, no seais rebrutos, que la vida es muy corta. He trasplantado  todas las entradas y todos los comentarios o sea, que será lo mismo pero agravado por la edad y el paso del tiempo.

domingo, 23 de mayo de 2010

La empresa orwelliana.


Los años que puedas llevar en una empresa son como el polvo de una habitación. En el momento más inesperado pueden ser barridos junto a tu salario, tus proyectos de vida, tus compromisos de pago y tu estabilidad mental, ya puestos.

Esta semana hemos vivido episodios parecidos a la inquisición en el lugar donde trabajo, una multinacional líder mundial en su sector, momentitos breves pero intensos que luego contaré.

Pues bien, tal y como decía son líderes, desean seguir siéndolo en todos los sentidos y uno de ellos es la tabulación y rastreo continuo de lo que hacemos los curritos. Han instaurado el control absoluto de la navegación por Internet y te preguntan cuando visitas sitios no justificados. No es ninguna novedad, ciertamente, el seguimiento hoy en día de las llamadas telefónicas en horas laborales y para ello, y para el control de los ordenatas, han contratado los servicios de una agencia norteamericana especializada, toma globalización, ale.

Sencíllamente, han implementado un firewall del copón y una censura al estilo pekinés para todo lo que salga  por las líneas. Está claro que no llamaremos a los coleguis, porque nos la jugaríamos, en ese sentido ahorraran en factura telefónica y nosotros en saliva.

Pero esto es andarse por las ramas, naa, poquilla cosa. De vez en cuando y porque les sale del pìto, organizan reuniones de trabajo  -muy eficaces para que el tuyo  quede abandonado y se ralentice-  donde analizan las "interacciones y comunicaciones cotidianas". Se refieren a las comunicaciones por email interno y su resultado ¿Que se busca con ello? Aparentemente, comprobar si después de comunicar algún posible fallo o error a alguien de otro departamento la cosa se queda en agua de borrajas y porqué.

Pero también es una excusa para cotorrear todo lo que nos decimos entre nosotros, quienes nos relacionamos más y para qué lo hacemos. Ya nos han dicho, con el  pretexto de mejorar la "funcionalidad", que las comunicaciones del correo empresarial serán estudiadas, cosa que por lo visto la ley permite y a tí te hacen firmar en un documento.

En tu departamento, pej, ves a tus compañeros físicamente, pero el resto de la empresa es territorio vedado. Todo movimiento hacia esas personas que no ves se considera sospechoso y las llamadas telefónicas internas se escapan, menos mal. Eso sí, te animan a que las vayas detallando en las reuniones que comentaba, más propias de la Stasi de la antigua RDA que de una democracia moderna. La supuesta razón es que se fomenta "la comunicación y la eficacia". Teóricamente, no plantean nada ilegal, ya que todo se refiere a asuntos de trabajo y para nada personales.

Y tendrán razón, pero la atmósfera a veces es agobiante y, francamente, dudo de la eficacia real. Puede que tengan miedo a que nos chivemos de algo a la competencia, de ahí la centralización obsesiva por parte de la dirección en España, situada en otra ciudad. Para rematar, ya sufrimos un E.R.E hace unos meses y ahora hemos sufrido otro, reduciendo la plantilla en un cuarenta y seis por ciento al final de la corrida, para mayor gloria de las cifras y de los gráficos.

La forma de escapar de la escabechina fue realizar una confesión total ante la gerencia y que esta te absolviera considerándote necesario (por ahora). Lo que se confesaba era la totalidad de lo que hacías al cabo del día, todas tus tareas, cuando las emprendías, quien te dijo que las hicieras, porque priorizabas unas cosas y no otras. El mayor pecado era que encontraran trabajos redundantes, labores que ya hiciera alguien por otro lugar de la empresa o, incluso, de otra delegación. Entonces aplicaban las tijeras  y procedían a la poda del desgraciado.

Pues bueno, hasta aquí y por el momento los lamentos y las cuitas. Una vez relatado todo ello es preciso aclarar que, aunque lo vivas con auténtico asco, te lo comes con patatas si es preciso y, encima y si se tercia, cantas villancicos. Con el paro galopante, la sumisión feudal a tu jefe no hará sino aumentar y este lo sabe. No te quedan opciones y careces de la más mínima fuerza para ni siquiera plantearte otra cosa que no sea marcar el paso.

 Un saludete a quien haya seguido esta entrada quejosa. Algunas veces no te sale nada mejor.

viernes, 14 de mayo de 2010

Tele-obscenidad



Mujeres ricas. La sexta.

Olvidémonos del paro brutal, del zapatazo a los funcionarios y pensionistas y del pánico por si no llega para la hipoteca. La sexta, la cadena de Roures y Milikito, ofrece a todos los escapistas la exhibición de riqueza de las mujeres del Olimpo español. Son ellas, floreros de luxe,  algunas de las mujeres ricas del país occidental con la economía más comprometida después de Grecia, dato que a las interesadas, como es obvio, se la trae al pairo. Y lo que es más grave, también se lo trae a quienes financian y programan estos pijoengendros.

Lo tuve que ver porque no daba crédito a la coincidencia. Justo cuando buena parte de los ciudadanos, según anuncio presidencial, verían recortado el salario y otros  -los que no  cobran ninguno-  veían incrementado su porcentaje en las cifras, llegaba un agravio comparativo mucho más obsceno que los senos y los culitos que aún escandalizan a algunos.

Las imágenes epataban por el contraste. Vastos espacios decorados de manera carísima, jardines edénicos en provincias con escasez de agua; gimnasios, jacuzzis, mega terrazas casi al lado del mar -¿y la ley de costas?-  Era la versión televisiva  -y con mucho más alcance, por tanto-  de los reportajes complacientes y con vaselina al estilo del Hola y otras revistitas parecidas; por tanto y en ese sentido, no es que haya mucha novedad.

Pero de todas maneras, el medio también es el mensaje. Y es el medio quién justifica la ostentación a través de la presentación telegénica de la misma.  Esa entrevistadora  a quien nunca ves pero que a veces mal oyes, por culpa de la baba admirativa que le cae cuando habla; esa  bendición implícita que supone la falta de  curiosidad por los orígenes de esa fortuna.
Se asume, ya de entrada, que el mundo es así porque no hay más remedio, que la riqueza se justifica a sí  misma por el mero hecho de acumularla y que ostentarla ante millares de espectadores es algo lógico, derivado del orden natural de las cosas.

Y este supuesto orden "natural" es el mayor beneficiario y lo es en todos los sentidos. Estas mujeres, la mayoría si mal no recuerdo, eran unas amas de casa muy especiales, aunque sin pata quebrada esta vez, menos mal. El marido, excepto en el caso de una tal Olivia Valere, permanecía en un segundo plano y, de hecho, no salía. Cumplía la función de superproveedor de bienes, de campeón masculino financiero y de guerrero de despachos y mago de las influencias.

Ellas, por contra, tenían habitaciones enteras destinadas a acumular bisutería y adornos. Veían así, premiada su pasividad y vaciedad con criadas, profesores de gimnasia particulares, vestidores enormes y repletos de ropa cara, etc.
En estos casos, las televisiones se encargan de recordar, por si acaso, que tienen un corazoncito como todos nosotros, faltaría más. Por ello, nos muestran el desfile de sus cachorritos y sus retoños, tan triviales y ligeros como los de todo el mundo, si exceptuamos el aparato de lujo que les rodea.

Los sacan dichosos y retozones en su intimidad hogareña de diseño, tal y como esos anuncios que muestran una dicha material perfecta. Lo es porque no tiene precio. Mar Segura, una de estas muñecas felices, admitía  no saber cuanto costaba nada de lo que la rodeaba, así cualquiera duerme tranquilo.

Con eso y con un chofer/segurata que por si acaso tenía otra, un esbirro zafio que no se cortaba en mostrar su tosquedad frente a las cámaras, mientras la dueña le reía las gracias.
Ya se sabe, es la intimidad de los pececitos gordos, la cercanía a las alturas y todo eso. Con todo ello, puedes saltarte la ética y la estética a la vez.

Un saludete desde mi jacuzzi (soñada)

sábado, 8 de mayo de 2010

Mujeres que alteran a hombres.


Los dos sexos, como siempre.

Ya es algo científico, la presencia de una mujer en una habitación basta para activar el organismo masculino, de forma químicamente constatable, según un estudio reciente. Ha sido uno de esos que sirven para comprobar, por quincuagésima vez, lo que siempre hemos sabido y creíamos que todos  sabían también, excepto los de siempre, claro, el Doctor Perogrullo y sus ayudantes empollones.

Este doctor  -una entidad colectiva formada por múltiples cabezas cuadradas-   es conocido por investigar tan solo las cositas que  confirman las creencias más intuitivas, una forma segura de seguir recibiendo financiación.

Pues lo que han visto es que nos sube el cortisol, que no es una marca de refrescos, sino una hormona que libera glucosa, para que así dispongamos de energías para iniciar el cortejo, galantear y, sobre todo y seguramente, apartar a algún posible mastuerzo competidor, que es que esta cosa de la evolución biológica fue algo muy duro y con abundante reparto de coscorrones.

Se comprobó la alteración haciendo entrar a chicas jóvenes, agradables pero sin llegar a sexsimbols, en una habitación llena de sali, digoo, de hombres voluntarios y, posteriormente, tomándo a estos panolis muestras de sangre y efectuándoles, asimismo, algunas cositas abominables más, cosillas que suelen hacer los fulanos de batas blancas y tiempo abundante (extraer fluidos seminales, esencias masculinas varias...)

Como siempre y desde nuestros orígenes, quien más las miraba (a ellas, claro) y más leña repartía era el que lograba dejar más niñatos repelentes por el mundo, ay que joderse. Y es de esa herencia de la que nos viene el sin vivir que arrastramos. Lo llevamos grabado a fuego en todos nuestros chips, lo arrastramos como una bendición y al mismo tiempo como una penitencia. Nos inunda los sueños, las horas del día y nos provoca balbuceos inoportunos, justo cuando más locuacidad necesitaríamos, cuando al fin nos atrevemos a abordarlas, aiis....

¿Y porqué demonios es esto una penitencia? ¿Acaso no es agradable ese efecto deliciosamente expansivo en cierta parte de la anatomía? Pues sí, claro que sí, nos ha jodido Mayo. Esta bajada repentina de sangre, dejando la zona pensante al mínimo, constituye el gozo secreto de los varones.

Es secreto porque, aunque después se relata entre amigos y todo eso que se hace, en el preciso momento en que te ocurre no puedes comunicárselo así como así a la mujer que lo provoca, sobre todo porque muchas veces (casi siempre) suelen ser desconocidas.

Está constatado que sube la presión arterial, que hay contracciones musculares en la zona del vientre, que se entra en modo visual casi absoluto y que la actitud abstracta se va a hacer gárgaras. Y esto último no es moco de pavo, ya se comprueba el cómo los chicos rinden menos que las chicas en los estudios, en esa adolescencia glandular y llena de picores, que constituye una de las mayores maldiciones de la convivencia humana.

El querido Doctor Freud (ya sabéis, diván y pipa de cazoleta) lo llamaba (al deseo, no al diván) la "tensión jamás resuelta". Lo propio de esta es apetecer siempre más y más y no satisfacerse nunca. Lo suyo sería que lo intentáramos, pero la estructura social está hecha aposta para impedirlo. Desear a la vecina del quinto podría hacer que otro hombre subiera para matarte hasta el décimo, si eres tan insensato como para impedir que se te note. Tú también bajarías hasta el quinto con ánimo homicida si fuera a la inversa.

El resultado de todo ello, de esa contención forzada, es ese malestar en la cultura, esa pulsión instintiva siempre inconfesa que, si es muy intensa, hasta puede alienarnos, paradójicamente, de ellas, las Inalcanzables (por lo general, tenemos una pareja y las energías llegan justitas, je, je)

Fueron las comunas hippies, en los psicodélicos, horteras y atolondrados sesenta, las que demostraron la falacia del sexo de todos con todas y la revolución sexual total. Esta se frenaba en seco si tocaban a tu querida costillita, factor que transformaba a aquellos grupitos, inicialmente bucólicos, en una ensalada de hostias primigenias.
Es la misma reacción que se observa en las pandillas de quinceañeros, que reproducen de forma espontánea los roles machistas y posesivos, al igual que actitudes de violencia de género y maltrato de origen celoso, jodíos niñacos...

Es en esa edad cuando la mujer se revela como una suerte de  atractor explosivo, con la expansión de los senos, el redondeo de las caderas y el bamboleo atormentador de la zona pélvica. Semejante dinamita, armada posteriormente con instinto y artes de seducción, es la que desequilibra molleras y matrimonios, ay, Dios mío.

Una leyenda oriental dice que al principio y en algún lugar (nunca dicen en cual), éramos todos un solo sexo hermafrodita, pero alguna divinidad nos partió en dos. Y separó las dos partes. Y las dos partes se deben encontrar para ser felices. Lo de la media naranja y todo eso, ya sabéis. Pero lo que también sabéis  -y aquella divinidad puñetera no sabía-  es que, para muchos, casi cualquier otra mitad les vale.

Un saludito alterado (la primavera)

viernes, 30 de abril de 2010

Ciudadano abdallah


Son del norte de Africa, donde su rey posee el 75% de la riqueza nacional y el veinticinco por ciento restante no parece bastar para llenarles el estómago cada día, con lo que la muchachada se empotra bajo los camiones de carga que pasan a Algeciras o bien, se lanzan a las pateras como posesos.

Sólo 13,2 kilómetros separan la frontera norte de Marruecos con Andalucía. Con la mirada puesta en el estrecho de Gibraltar, las lanchas que transportan a los ilegales africanos cargan a cuantos hombres y mujeres estén dispuestos a lanzarse al agua en la madrugada, apenas se divise la costa. Hay promociones y ofertas para los temerarios: por cinco millones obtienen el "bono patera", que da derecho a tres intentos..

A muchos los devoran las aguas. Un sueño inalcanzable para estos magrebíes, que termina convertido en pesadilla. Pero también un negocio rentable para los traficantes. Atados al ingreso ilegal a España, vienen la mafia, el tráfico de drogas, la prostitución y la falsificación de documentos de inmigración (pasaporte, visa, permiso de trabajo, de residencia, etc.). 

Un negocio que deja más de 100 millones de euros al año al que también se suma toda una red de beneficiarios: pescadores que se dedican a cruzar en sus barcos a los inmigrantes, los taxistas que los transportan, los empleados de las gasolineras que tanquean las lanchas, y hasta los empresarios y propietarios de prostíbulos, que andan en búsqueda de mujeres y agricultores o mano de obra barata.

El tráfico de seres humanos es tan rentable que, de acuerdo con las autoridades españolas, compite ya con el cultivo y contrabando de hachís, la tradicional actividad de subsistencia del norte de Marruecos, que da de comer a más de cinco millones de personas. Ahmed, un contrabandista, explica: "Somos dos redes distintas. Los del hachís estamos hartos de las pateras de 'corderos' (ilegales, en el argot) porque nos queman las rutas".

Pero en todo el contexto de la inmigración ilegal, una paradoja resume lo dramático de la situación:mientras España hace enormes esfuerzos por contener a los africanos que intentan llegar a sus costas, el propio gobierno marroquí hace todo lo contrario, al estimular de manera no oficial el éxodo de sus ciudadanos. 

Una manera de desfogar toda la tensión interna en un país que cada día se sume más en la pobreza y la corrupción. De paso, presionan así a la Comunidad Europea para que flexibilice las rígidas normas de inmigración, solo comparables con las que tiene Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre.
Como reconoce un patrón de patera, si "Marruecos quisiera, podría impedir que cualquier ciudadano abandonara sus costas. Hoy ejerce una vigilancia de escaparate, no le quepa la menor duda".
Son datos sacados de Intertrafic, que pintan un panorama de esperpento. La entrada continuada de personas sin papeles no hay sociedad abierta que lo resista. No cuando estas personas, para más inri,  llevan incorporado en su cabecita el programa para replicar creyentes que han mamado en sus sociedades medievales.

Porque la actitud general hacia Occidente es utilitaria. Se usan y se emplean sus medios materiales sí,  pero se abomina de sus normas y valores, a pesar de que estos se acaban infiltrando en la gente joven. Al menos,  según la encuesta sobre la inmigración marroquí, que  dice acerca de los jóvenes "..Pese a la religiosidad de sus padres, el 70% de los menores marroquíes no acude a clases de islam y el 71% ni siquiera participa en actividades organizadas por mezquitas o asociaciones religiosas. El 66% tampoco estudia el árabe..."

Pero son las generaciones medianas y las anatomías las que marcan diferencias en esto. Las chicas y sus problemas con los velos, burkas y otras ignominias, tanto aquí como en todo el mundo árabe  -véase la entrada de Kotinussa-   nos van a señalar ante la historia. Pero nos señalaran de manera parecida a aquellos alemanes que miraban para otro lado, cuando millones de sus conciudadanos llevaban la estrella de David.

Quizá sea oportunismo político y búsqueda de votos, quizá sea temor a algún atentado por parte de los abundantes extremistas que poseen en sus comunidades y quizá sean las dos cosas a la vez. Pero nos la está metiendo con queso y bien metida.
Nos la está colando una cultura que, como mínimo, ha permanecido cinco siglos inoperante y anclada en el rezo y la ablución y que, hoy en día, no posee una sola patente registrada que tenga uso industrial. Están usando el tremendo poder de coerción que supone nuestra dependencia de su petróleo, entre otras cosas. Las petrodictaduras como Arabia Saudí, financian la mayoría de mezquitas en construcción y la enseñanza del corán.
Pero es, en muchas ocasiones, la enseñanza del Islam wahabita y salafista, la cara más dura de esta religión, la que es subvencionada con los petrodólares, que Alá les modere si prosperan...

Pero,  por supuesto, esta entrada no es antinadie. Porque los seres humanos concretos valen cien mil veces más que los versículos coránicos que les corroen las meninges, ale, he dicho.
Un saludito sin chilaba.
(Con respeto y cariño para Fatiah  -que dice haber descubierto el blog-   así como para con su familia)





miércoles, 21 de abril de 2010

El amor en los tiempos del muro

Y decirle en su "muro" que le amas...

Bueno, si la persona en cuestión no ha configurado bien su privacidad, mejor no decirle nada o se enterará todo cristo, ja, ja. Estamos viviendo un renacer de los amoríos epistolares, que no voy a decir que no sea ni bueno ni malo sino todo lo contrario. Las distancias hacen que los emails multipliquen su potencia romántica y evocadora y, por ello, al no ver ni percibir a la persona la imaginación completa lo que falta.

Hoy en día y navegando por el internete vacilón, nos encontramos con todo tipo de sobrenombres espectaculares y rimbombantes. A veces falta la foto y se proporciona un bonito avatar sacado de las ilustraciones románticas. Da entonces la sensación de que tratamos con algo más  -aunque solo sea un poquito más-   que una personita corriente, algo que ese nick y esa ilustración revelan a la vez que esconden. No es raro encontrarse con sentencias crípticas en cartelitos, revelando niveles de agudeza insospechados (y también prestados, que no hay por ahí libros de citas ni na)

Y nunca nos diferenciaremos demasiado de los papiones, babuinos y otros parientes animales que, cuando están en celo, anuncian el mismo con culeras rojas, feromonas desbocadas y otras lindezas. Pero, por estas pantallas, es como si fuéramos con los ojos cerrados y debemos desarrollar la autodescripción y la narrativa. Que no por existir una eterna crisis lectora se ha dejado de leer y escribir y, probablemente, se haga más que nunca en la historia.

Y aquí estamos. Cada uno en su nicho ecológico, en forma de Web, blog  o perfil, se intenta vender como mejor puede. Está el solterón salido y siempre disponible,  al que continuamente le ocurren cosas divertidas y graciosas, de hecho, todo el es una pura anécdota con patas durante las 24 horas .
Porque como los tiempos cambian y Don Perfecto ya no vende, necesitan mandar el mensaje de que son pura lujuria pero, eso sí, inofensiva y dialogante y con los defectos que mostraría, no sé, un personaje de los que interpreta Willy Toledo en sus comedias. Mantienen una continua carrera cuesta abajo: cuando dejen de divertirlas, cascan.

Por algún sitio ponía que, a pesar de las posibilidades técnicas, no es tan frecuente pasar a las videoconferencias como podría pensarse. Porque ahí,  nuestra humanidad queda toda desnudita y, a lo mejor, no coincide con el personaje de la narración que vendemos. Encima, con estos pelos desbocaos no es plan de que te saque la webcam.

Y aquí vienen ellas ahora. Las mujeres, en sus páginas, da la sensación de que relatan cotidianeidades con mayor frecuencia, que entren más en el relato intimista y las comentaristas se lo premian, como no, compartiendo experiencias afines. La sensación de entrar en una charla de peluquería es muy intensa en algunos de estos blogs, donde parece que sus autoras perdonan la vida continuamente a los hombres, je, je...

Y no, no entro en las búsquedas de sexo, tan solo hablo de romanticismo y narcisismo, que lo otro ya es muy de adultos y no apto para frikis ni Peterpanes grandotes.

Un saludete.

jueves, 15 de abril de 2010

Espíritus en la máquina (I)

Facebook, redes y otras pantallas.

La pantalla de las narices ha sustituido a la pared de las cuevas, a las cúpulas de las iglesias, a los altares y demás lugares de comunión públicos.

Contemplar la evolución de sus colorines equivale a la magia de la bola de cristal.  Ya decían que las nuevas tecnologías iban a crear una hiperrealidad y , en efecto, tienen ya  más importancia los eventos descritos por el texto electrónico que lo que suceda en nuestra vida cotidiana. Puede parecer una mera afirmación efectista, pero es algo más real que los picores.

La vida cotidiana esa dichosa, es el lugar donde habita nuestro cuerpo y donde se alimenta, donde trabaja para obtener recursos con los que poder pagar la banda ancha y la electricidad que alimenta al monstruito cuadrado y de cristal.

También es donde se copula (cuando se puede) se suda y se gastan las calorías. Pero nuestro cuerpo acaba siendo una rémora, siempre acaba por serlo cuando su función a ido derivando de portador de genes a   anfitrión de un cerebro voraz y procesador de símbolos. Ya hace tiempo, pues, que nació un ente neural inesperado, como nunca había parido la evolución biológica.

Antaño, en nuestra pasada historia, así como hoy  día en algunos países del tercer mundo en guerra, los eventos físicos eran lo más destacado. También lo siguen siendo en las comarcas rurales sin conexión, je, je. Pero a partir de cierto nivel cultural y económico la supervivencia se ha simplificado. No hay que matar, no se huye de ningún dientes de sable, no hay que secuestrar a quien después será tu futura pareja, no tienes que defender tu comida de otro...

Ahora se vive en la esfera de los símbolos, de las líneas de texto. A las mentes ya les va resultando lento y aburrido pasear por el barrio. Necesitamos poseer una inteligencia social, pej,  capaz de representarse a todas las personas conocidas sin necesidad de verlas y oirlas e, igualmente, sin  encontrárselas jamás.

En los dominios digitales nos construimos un nicho - una página-  y colocamos imágenes nuestras, para que sirvan de ancla con  la parte carnal, para que hagan de recordatorio. Para saber que todavía no nos ha ocurrido como a los personajes de Greg Egan, en su colosal y acojonante Ciudad Permutación, donde muchos migraban al ciberespacio, una vez muertos y grabados sus recuerdos, activados estos posteriormente por un software simulador de la personalidad.

En estos nuevos reinos, el despliegue que hacemos y la "vida" que llevamos siguen las reglas invisibles de los programas y aplicaciones, que son como el equivalente de las leyes naturales que rigen en la casa donde estamos ahora mismito. Pero las aplicaciones que nos comunican, que nos simulan esos "muros",  donde de pronto aparecen los avatares de personas con cuerpo real pero con ubicación lejana, son aplicaciones muertas.

Afirmar esto es como ponerle velas a San Perogrullo, pero es que hay que recordarlo, porque existen sectas, como el Partido Friki Tecnogeek Adorador de los Programas que las reverencia como seres vivos, no hay más que pasarse por algunos foros de Linux, je, je...

Pero los programas y servidores son ciegos y inertes. Somos nosotros, los internautas salerosos, los que provocamos las apariciones en los "muros" dichosos, en esos fondos blancos indefinidos de la mensajería donde, de pronto, aparece un saludo, un iconito de alguien, como un espíritu. Somos nosotros, los espíritus en la máquina, viviendo algunos en la mentira, otros en la verdad y otros en la Tierra del Medio.

Un saludito, avatares queridos.

jueves, 8 de abril de 2010

En el cine no se llora

Pájaros de papel.  De Emilio Aragón (glub)

Para cambiar de tercio y escapar de vez en cuando del cine hiperactivo y sincopado,  resulta bueno acudir a una película española hecha con buenas intenciones y sensibilidad standard, justo como las que recomendarían algunas madres de familia, así como ciertas compañeras de trabajo a las que impresiona Imanol Arias.  Que luego mas tarde me arrepienta profundamente refuerza mi vocación de mártir cultural.

Porque este hombre, Imanol, es un buen actor y de seguro se moriría un gatito si no lo señaláramos. A tal punto se toma su trabajo en serio que, ya hace años, le dijeron que interpretara a Antonio Alcántara en Cuéntame y todavía no ha dejado de hacerlo, vaya por la historia fílmica que vaya y le dirija quien le dirija, lo cual es todo un tributo a la Escuela de la Mueca Única.

Su personaje en aquella serie topicona era el mayor compendio de generalidades y estereotipos que se le podía atribuir a un español medio de la época franquista, adornados con las virtudes esperadas para la época democrática. Una mezcla letal que le sigue allí por donde va, toda una  lástima, tan solo sea por cierto talento que parece poseer de fondo.

Como lo dirige E. Aragón, en lo que creo que es su opera prima y todo eso que se dice, el Alcántara que lleva dentro consigue imponerse con todos sus tics habituales. Los modales apresurados como por exceso de cafeína, el hablar seco y rápido diga lo que diga, aunque sean frases tiernas, que importa, si lo que siempre urge es escupir los párrafos enfadado y con cara muy seria. Cuenta para ello con el apoyo de un guión con menos matices que un  tablón pintado de negro.

Esta  dicción  como de metralleta que mencionaba arriba es, por cierto, una de las maldiciones de la interpretación hispana, aaag, vocalizar y gesticular como si tuvieras los dedos metidos en un enchufe.

En esta  historia se pretenden mostrar algunas de las  andanzas de una compañía de cómicos de segunda fila (y viendo como buscan la risa mas bien de tercera) en la posguerra dura y totalitaria, con una importante pérdida familiar que acompaña a Arias y que conseguirá que no cambie la cara en casi toda la película. Además de ello, Milikito, el director, intenta de un solo plumazo hablar de todas, pero de toditas todas las intolerancias de aquella época, exceso de ambición que se paga caro.

Porque después todo se queda en un cuadro difuminado, en una historia que intenta en vano buscar la lagrima tranquilita  pero que no pasa de la anestesia emocional. Y es que es imposible que te toque la vena ese huerfanito incomprensible que aparece, ya maduro antes de haber crecido y con habilidades extra de todo tipo, como una especie de pitufo empeñado en hacer de hijo y psicoanalista de Imanol.
Y si no te emocionas un poquito con el huérfano, menos lo harás con la tragedia de un padre que no se expresa mas que en una escena de desahogo más bien tardía, cuando la atonía emotiva lleva rato haciendo estragos.

Y no me pretenda usted, señor Aragón, llegarnos al alma con una aparición oportunista y homenajeadora para con su señor padre, Miliki.  Los recursos maníqueos se deben usar con más garra si los tales se pretenden eficaces y, en mi opinión, no hay mas que sosez y falsa dignidad en la escena final, en esa despedida escénica del huérfano que fue, ahora ya mayorcito y triunfante en nuestra época.

Y el caso es que se intenta. Esa salida del camerino, con la aparición de un fan entusiasta, joven y con rastas que, no obstante, transmite felicitaciones de sus padres. Con ellas conseguimos la coincidencia intergeneracional y, con las rastas del muchacho, una insinuación de bendiciones pijoprogres, así pues, todos felices.

Y el discurso final, pues eso, un decir que eres muy torpe y viejo para conseguir que te digan que noo, que de eso nada, que tu sigues valiendo mucho, aunque seas mas soso que los membrillos. Y de las verdaderas penurias y  miserias de una época atroz  olvídate. Porque lo que importa no es contarlas ni entenderlas sino enarbolarlas como estandarte, ay, que lástima de  abueletes puteados de ambos bandos.

Bueno, pues un saludo con naftalina. Que es que todo el público era del Inserso, je, je. Ojalá disfrutaran.

viernes, 26 de marzo de 2010

La invasión de los píxeles

Acantilado rojo. De John Woo.  Ah, y muuchos chinos digitales...

Tocaba ya reseña de peli, preferible a la de un tocho ensayil  y a las denuncias visionarias y todo eso, porque son entradas que  suelen salir más fluidas de mi sesera dependiendo, claro está, de la calidad de las palomitas consumidas. Así que presentamos, tachín, tachan, una batalla épica y entretenida, seguro que sí.

Pues bien, el Imperio (siempre hay uno) con sede en el norte, pretende machacar a los rebeldes del sur. Como era de esperar, el norte represor y facineroso tiene nada menos que ochocientos  mil soldados (sí, eso, 800.000) mientras que los del sur, heroicos, amantes del zen y de los lirios en el campo, no llegarán a  los cincuenta mil, para colmo desconfían entre sí y, encima, uno de los líderes le parece a un gorila antes de afeitar.

Estas desigualdades entre los bandos aunque sean clamorosas son imprescindibles, queridos saltamontes, son las que otorgan auténtico valor a la victoria posterior de los más sensatos. Y a sensato no le gana nadie al virrey meridional Zu-yu (que en español significa Zu-yu).
Es este una inteligencia militar preclara, así como gran apreciador de la música y  un artista aventajado en cultivar el amor de su esposa.

Esto último aviso que no es fácil, ojito, puesto que ella es refinadísima y sensible hasta la protesta, como los buenos estereotipos de cónyuge oriental. Pues bien, cada vez que termine de hacerse admirar por su amada costilla, Zu-yu ejercerá de ajedrecista maestro con las tropas y recursos de que dispone.

Y si la estrategia militar puede ser oscura y abstrusa, volverla comprensible requiere capacidad demostrativa, explicativa y todo eso. Y aquí es donde encontramos  el punto fuerte de la película. Los enroques y las retiradas, las argucias y las contratácticas, se ven favorecidas por un didactismo visual y dialogado magnífico, capaz de hacernos sentir como si fuéramos un general más, ganosos de victoria...

Pero da igual el bando que elijamos porque fracasaremos. Sí, así es. Si existe algún cielo para los directores bélicos realistas, tipo Peter Weir en Master and Commander  y -como no- los Venerables Clasicotes de Siempre, a John Woo le habrán puesto la marca de Caín para que no entre en el mismo.

Porque en cierto momento de borrachera fílmica empieza a pisar el acelerador digital y el software le obedece, claro. Y eso es lo malo. Lo es, porque las cantidades de guerreros y naves crecen y crecen de forma exponencial e imposible, como solamente el generador de soldaditos de un videojuego podría conseguir. Todo ello no le resta solvencia  -preciso es reconocerlo-   al manejarse en planos más cortos, donde se le da bien el detalle y el menudeo.

Lo malo es que la borrachera y el preciosismo también nos derrotarán aquí. Si es difícil esquivar una flecha, aquí no solamente la esquivan, sino que se retuercen por el aire, la atrapan y, encima, se la clavan al que la lanzó. Se asume, tácitamente, que los guerreros orientales tienen facultades de superhéroe, por aquello de las artes marciales y demás.
Aquí y en consecuencia, no veremos las miserias del cuerpo a cuerpo, como en Gladiator, pej,  porque ya se sabe que estos superorientales desafían la gravedad y la Física como yo me zampo un bollo.

De todas maneras, nos damos cuenta bien pronto que le importa menos la verosimilitud que hacerle guiños al cine de artes marciales imposibles, tipo made in Hong-Kong y herederos alucinados de Matrix, donde  asumen tan pimpantes que los cuerpos  pueden quedarse estáticos en el aire, como si le dieras al "pause" del DVD.

Suerte que de esto último no recuerdo que abuse. Tan solo se vuelve a exceder otro poquito con la pintura paisajista, buuf, eso sí. De seguro que China (si la han rodado allí) puede mostrar hermosos paisajes, sin necesidad de sacar esas vistas parecidas a los cuadros de los restaurantes chinos, con catarata animada y todo.

Gracias si me habéis leido hasta aquí y un saludito con katana.

domingo, 21 de marzo de 2010

Queridos viajeros del pasado



Ponte con la calculadora, saca los porcentajes y te percatarás, oh, joven geek, (si lo eres, claro) de la gran masa de población mayorcita que tenemos por el país. Empezaron su viaje a principios del siglo pasado y lo han terminado ahora, en este presente nuestro, nebuloso, inestable y acelerado, en el que ponen los pies con más canas de las que quisieran y más desorientación de la  que imaginaban. Llegan aquí, a nuestra época, nada menos que a la terminal temporal del 2010.

Pero vaya situación, ahora va y resulta que todo el tiempo que han vivido les parece un sueño, lo recuerdan como si fuera ayer mismo y todo lo transcurrido tan solo es un paréntesis casi vergonzante, en este  extraño lugar nuestro, donde no se valora lo pasado.

Muchos de ellos y por desgracia, llegan con el bagaje cultural del XIX, habida cuenta de la cortedad de las trayectorias escolares que tuvieron.  Sin pedirlo ni quererlo, fueron sacados de las aulas de las décadas de los 30 y 40s  a temprana edad, por ese tirón gravitacional irresistible que formaron las secuelas de la guerra civil, en forma de penurias diversas, además del  Deja-los-libros-y-ponte-al-tajo, zagal.

Se notan más grávidos y más lentos al andar  que cuando partieron ¿o será que los demás van demasiado rápido? Las ciudades y poblaciones se ubican donde las recordaban y hay una concordancia general en las vías principales, pero, alto...¿de verdad eran tan extensas? Y las afueras, por las que se paseaba tan agustito ¿por donde quedarán?  ¿ Y porqué hay tantos edificios con forma de prisma y fachadas lisas? ¿Dónde demonios coloca la gente sus macetas?

Y la gente, ay, qué del revés se han vuelto. Uno de los problemas es que dicha condición (ser "gente") ya no se define tan solo por las apariencias físicas, al menos no como a la manera de antaño. Ahora casi todos arrastran consigo una nube de datos invisibles, como si fuera una estela de vapor. Es la nueva aura digital  y  todos entran en contacto con ella a través de esa especie de cacharritos/amuletos que llevan en los bolsillos, así como todas esas pantallas de los hogares y de las oficinas.

Este aura invisible que mencionaba es importantísima. La mayoría tan solo posee vagas ideas acerca de su ubicación, pero es ahí por donde se accede al crédito monetario, a los contactos personales... Ahí, en algún lugar de ese extraño cielo binario (ya sabeis, ceros y unos a tutiplen) residen los datos de tu futura pareja y tu posible trabajo. También puedes obtener reconocimiento (o no, je, je)  por los textos que escribes en pantalla y por los archivos que subes.

Porque, cambiando el tercio y dirigiéndome ahora al abuelete que sepas, ay, antigualla entrañable, que subir datos puedes subir y muchos, todos lo hacen y aunque no sean tuyos da igual, so liendre, si ahora la nueva esfera de silicio es como una cornucopia, agarras lo que te de la gana y se lo das a otros, si casi más que la autoría importa la presentación  final.

Y para todo esto, viajero de los 30/40, ya puedes olvidarte de consultar a la gente mayor, como te parece recordar que ocurría en tu tiempo.  A fin de cuentas,tu ya eres mayor ¿no? ¿Y acaso tienes alguna zorra y  puñetera idea de algo? Por si no tienes los ojitos de la cara bien abiertos, que sepas que la jerarquía de los conocimientos ha experimentado una alteración radical; ahora son los adolescentes y treintañeros los que inventan, enseñan y detentan el prestigio. Mas te vale borrar tu pasado lento, lleno de escritorios de madera y carpetas de cartón gordito y ponerte las pilas.

El secreto mayor de este 2010, claro, es que algunos de tu época son los que realmente mandan, ciertamente, pero son muy poquitos y les favorecieron la fortuna, la familia, los contactos y la falta de escrúpulos. Se dedicaron a esconderse, ganar dinero y vivir a buen recaudo tras los bastidores de las grandes finanzas.
Oirás hablar poquito de ello, tan poquito como del hecho de que el auténtico saber todavía necesita de la transmisión vertical, porque se imparte en Facultades sobrecargadas y cuesta esfuerzo y atención. Le exige quema de pestañas al que lo recibe y neurosis al que lo imparte.

Ah, y olvídate de averiguar como funcionan las grandes generalidades y céntrate en tu particularidad específica ¿Has reparado en lo complicada que se ha vuelto la salud? A todos los de tu quinta les rodea otra nube y esta se compone de índices corporales de todo tipo, así como de cada vez más palabras y cada vez más complicadas.
 Esos índicadores de salud (hasta los mentales) los manipulan, marean y masturban las multinacionales de farmacia y los estudios infinitos sobre esto y aquello, como ya contaba en  2007, uff, tres añacos, ya...
Su único fin, que se sepa, es que te pases todo el tiempo en el ambulatorio, sacando recetas y dejando las aceras despejadas para los que trabajan y tanto hablan por esos trastitos de bolsillo. En fin, procura no correr tanto como ellos, no lo merece. Disfruta de las horas y de los nietos.

Dedicado a mis padres y a los de su quinta. Que disfruten los años que les quedan con alegría. Un saludo.

lunes, 15 de marzo de 2010

Los invisibles, los intocables y la caridad-basura


Invisibles. Antena 3. Domingo noche.

Los han mandado a los cuatro a la calle y se hacen pasar por vagabundos sin techo, con cámara oculta y personalidad fingida, para que desde casa veamos lo que pasa en el infierno de las noches callejeras. Son la prolongación disfrazada de la cadena Antena 3, propiedad del grupo Planeta, una entidad mediática todopoderosa y en expansión. Actúan como agentes secretos de la industria televisiva y se infiltran en el mundillo de los que no tienen nada.

Y la exploración de este tercer mundo dentro de nuestras ciudades nos es brindada en alta definición y formato panorámico, como no. Con ello nos facilitan que ejerzamos uno de los verbos más de moda en nuestra cultura: concienciación.
Si te conciencias de las miles de quejas que existen en nuestra cultura es más probable que estés en la onda  y las teles ayudan. De ello no hay duda, pero ¿habrá algún límite al exhibicionismo caritativo de las cadenas televisivas? ¿Ha nacido la clase de las superpersonas y mientras tanto nosotros con estos pelos?

Porque podría ser que las televisiones hayan creado, además de a gente telegénica,  a personajes que encima nos pueden dar lecciones de moralidad y humanidad. Es algo preocupante, porque los mas normalitos no lo tenemos tan fácil para reunir las dos condiciones a la vez. Y si las reuniéramos no se iba a enterar nadie...

Y lo más cínico y escandaloso es que tampoco se enteran los protagonistas reales de la tragedia, los que vagan por la urbe. Las víctimas de la crisis conviven sin saberlo con los figurantes de una  gran empresa y a esta solo le interesa mostrarles como espectáculo. Resulta patético contemplar la afectación relamida con que relatan el drama humano de alguien. De alguien a quien los ricachones de Antena 3 han dejado continuar siendo pobre y tragando asfalto.

Porque  -y ojalá me equivocara-   ni una sola de estas víctimas urbanas parece haber recibido un triste euro de quienes se supone que conforman un próspero grupo de comunicación. Con toda seguridad, en las pausas publicitarias recaudarán buenos ingresos, a costa de la miseria ajena y la penuria de terceros.

Debería haber una figura penal que condenara esta forma desvergonzada de actuar, algo así como morbosidad criminal o caridad basura. O instaurar alguna pena por ejercer la telecaridad, ya que no se ha hecho lo propio con la teleporquería.

¿Y a todo esto, de las personas reales qué? ¿Que podrían sentir los afectados cuando se enteraran? ¿Acaso emoción por haber convivido con Sofía Mazagatos? Lo más seguro es que se sientan halagados porque sus imágenes personales hayan sido montadas y editadas, está claro. Aquel alienígena de Andy Warhol pronosticó los quince minutos de fama para todos, pero no sé si aclaró que para algunos  serviría de bien poco...

A fin de cuentas, han sido elegidos, han compartido cercanía con el primer mundo y serán tan lúcidos como para aceptar este sistema de castas inamovible; yo lloro y tu me filmas, yo trago porquería y tu escribes una linda reflexión. Y entre nosotros, claro, siempre habrá un muro infranqueable y espeso, no me ayudes demasiado que te implicarás de verdad, cuidadín...

Que durmáis felices.

martes, 9 de marzo de 2010

En Escandinavia toca limpieza.


Millenium 3. La película.

Termina la saga con un elaborado asalto final al personaje de Lisbeth Salander, por parte de las Fuerzas de la Oscuridad del país nórdico, que estaban de la hacker punki hasta la testa.
Stieg Larsson, el padre de la criatura, se propuso presentar las partes pudendas y oscuras de la sociedad sueca, tales como la pederastia, los abusos sexuales y los maltratos de género, la corrupción institucional, el racismo, etc, todos ellos presentes en ese supuesto kindergarden y mundo de yupi que aparentaba ser el rincón escandinavo.

Esa cara inconfesable era el morbo detrás de la historia, el monstruo en el armario, más horrible y jorobado si cabe por la sensación de generalidad y extensión social que se insinuaba.

Todo ello era necesario, era un ejercicio de autocrítica  pero claro, que no hay que pasarse, leñe. Que una cosa es la narración y otra la presentación escenográfica de un país como si fuera la cueva de los horrores.

Porque la primera parte de la trilogía insinuaba esta última posibilidad: plutócratas homicidas, psiquiatras y médicos degenerados, policías patosos y obstruccionistas, funcionarios legales sádicos y violadores. Ante tal paisanaje ¿quedaba alguien sano en el país? ¿Alguien a quien pudieras presentarle tranquílamente a tu herman@?  ¿Era esta la cultura que había parido a Abba y Pipi Calzaslargas?

A mí me da que Larsson (con dos eses ¿no?) tuvo algo parecido al arrepentimiento y la revelación de Saulo a mitad de camino. En la segunda parte de la trilogía ya aparece el maltratador psicópata que era el padre, un agente soviético. Por tanto, la quema facial paterna por parte infantil se podría achacar, así por lo bajini, a cierta presencia de genes eslavos, muy parricidas ellos. Ah, y por el cabreo de Lisbeth, claro...

Y este ruso, este foráneo, engendró a una especie de Mazinger Z, un destroyer insensible al dolor físico, que resulta ser, además del hermanito monster de Lisbeth, el hijo de una madre alemana, por lo tanto ruso-alemán, uuf, que alivio Agneta mía, que resulta que era otro extranjero.

Pero alto, que aparecen una caterva de secretas de la Inteligencia, todos ellos cargados de aviesas intenciones y peores historiales. Pero fijémonos, compañeros de palomitas (aunque sean caseras) en que todos ellos aparecen viejitos, uno de ellos hasta enfermo y que tenemos, para compensar tanta suciedad funcionarial a nuestra gran Esperanza Blanca, a (...espectación y redobles..): Defensa de la Constitución.

No estoy muy puesto en instituciones suecas pero de seguro que existen. En la peli, además, respetan la paridad de sexos en su composición, casi tanto como las series modernas españolas, rondan todos una media de edad juvenil, las chicas son guapas, resueltas y asertivas y ellos parecen salidos de un concurso de imagen institucional. No les faltan ordenatas y presentaciones en Powerpoint, pasión por la ley y armonía de grupo.

Y estos ángeles de la guardia ayudarán al periodista, demostrando que la corrupción se limitaba a un sector concreto, que además lo empezó todo con otro gobierno. Por tanto, queda libre de culpa el gobierno actual y Suecia, por fin, vuelve a ser un parque temático nevado así como un cosmos amable. Lo es porque, para compensar al loquero malo, también aparece un médico joven que es más bueno que el pan y le regala cosas a Lisbeth.

En realidad, el estado entero se dedica a cortejar al personaje (las guardianas le ofrecen complicidad) actualmente su principal activo cultural y cinéfilo ante el extranjero. Ellos la torcieron y ellos la elevan a los altares.

Ah, y la abogada está embarazada pero aguanta muy bien el tipo para su estado.

Un saludín, pero sin corrupciones.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Armas de distracción masiva



Sálvames, Norias, Horrores, Grandes hermanos...

Lo consiguen. Nunca digas de este agua jamás beberé. Ves uno de estos programas estupefacientes y notas el parón cerebral casi al instante, la relajación es inmediata y el encefalograma se va a pique.. Los romanos envidiarían este panem et circens, o como sea. Lo envidiarían porque te lo sirven a domicilio, no tienes que hacer ningún movimiento físico y apenas requiere aprendizaje, salvo mover el pulgar por el mando.

Descubrieron hace ya tiempo que el estado de las ondas cerebrales cuando miramos televisión era muy curioso. Aún eran más lentas que en la fase previa al sueño. Notaron que muchos ancianos, con problemas para conciliar el descanso nocturno, era porque ya habían estado durmiendo, aunque sin saberlo.
Resulta que les midieron las patrones eléctricos de su cabecita, mientras contemplaban un programa de variedades y estos mostraban un aletargamiento notable, comparándolos con la vigilia normal y corrientita, cuando hablamos y eso. Y no digo, si encima contrastamos con la lectura o el estudio.

Vamos, hablando en plata, que nos volvemos más zotes que un cántaro cuando nos pegamos a la pantalla tonta. Habría que montar expediciones de rescate a los asilos, donde les ponen la tele y les dejan la mollera como la harina. No estaría  mal  llevarles algún videojuego. Al menos , estos últimos desarrollan la atención y la concentración, aunque no conviene abusar.

Quien parece comprender esto a las mil maravillas es Paolo Vasile, mandamás de Telecinco y responsable, por tanto, de la mayor inflación de telemierda de la historia de la humanidad. Conoce a este país mejor que nadie. Y sabe que los sponsors pasan por caja cada vez que anuncia una  guarrada intelectual mayor que la  anterior .

 Pero no nos quedemos en la simple queja, puesto que ha nacido una clase superior. Al igual que los Dioses del Olimpo, ellos viven y nosotros miramos. Y las alegaciones de incultura que les podamos dirigir las silencian prontito, basta con una comparación (odiosa) de las cuentas corrientes, el mayor exponente  de adaptación evolutiva quue pueda existir.

Un saludo aplanado y tal.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Internados en el surrealismo.


El internado. Antena 3. Lunes noche.

Las series televisivas poseen sorprendentes  propiedades elásticas, superiores a las del chicle, el caucho y el látex de los preservativos. Y la cosa casi sería lógica en aquellas que constan de capítulos autoconclusivos, al estilo de las comedias de situación y las series policíacas.
Lo malo es que la falta de ideas hace que a  todos los guiones se los estire a lo bestia, como cuando secas un calcetín por las bravas.

Pues allá vamos, quien  siga esta serie que se salte la sinopsis y quien no, que sepa que trata sobre un internado que no es tal.
Primero fue un orfanato, iniciado en los tenebrosos años cuarenta, el cual proporcionaba "material" humano a unos médicos nazis, huidos al perder la guerra Alemania. Los huerfanitos eran clonados como terneros para experimentar con un virus letal, destino reservado a los más desafortunados. Con otros, se buscaba la inteligencia así como la excelencia genética y, ya puestos, unos bonitos ojos que resplandecen en la oscuridad (lo juro)

Después, y al correr las décadas, los nazis se reciclan en una multinacional farmaceutica que fabricará el antídoto contra su propio virus, para así forrarse.
Y se dedicarán a hacer todo eso en los sótanos de un aparentemente requetepijo colegio para nenes con papis lejanos, a los que visten con uniformes, les dan habitaciones para dos y portátiles de marca,  bien provistos de  conexiones a Internet por un conocido operador, que tiene más publicidad en los planos que en su propia web. Bueno, fin del resumen, wapeton@s.

La realización es bastante correcta, incluso atractiva, lo cual viene de perillas para enmascarar lo inverosímil de una historia que se prolonga ad nauseam.

Seguro que concluirá por agotamiento de los intérpretes, porque si no... Hay personajes principales que, con todo lo que llueve, llevan decenas de capítulos creyendo que están en un colegio normal, que tiene narices. Véase si no, el caso paradigmático de Elsa, la directora perceptívamente cretina que, ni con un hermano teratológico escondido, un bebé robado y mil barbaridades más, da muestras de comprender qué demonios pasa a su alrededor.

Porque ya se sabe que todos los días en los coles aparecen cadáveres por los alrededores, por los jardines, desaparecen personas de la noche a la mañana, hay apariciones y suplantaciones de recién nacidos, entran hombres lobo en la cocina, pero nada, pecatta minuta.

Y a todo esto, un grupito de adolescentes molones que están en el ajo, se lo pasan yendo y viniendo de curso en curso como si tal cosa. Acaba la clase de Mates y se meten por los pasadizos a pelearse con los sicarios de la multinacional, contemplan homicidios un día sí y otro también, los infectan con virus, les acosan los fantasmas de los muertos, les matan compañeros, les secuestran a los padres. Y a nadie cuentan nada. Es el summum, la exaltación del Secreto Adolescente, dioss...

Porque eso sí, después de desayunar con zumosol y al empezar la jornada de clase, no pueden hablar porque les riñe el profe y les castiga con trabajos, ay que joderse. No es hasta el capítulo 40, o así, no recuerdo bien, cuando aparece un poquito del mundo real y ves a la policía por allí. Mientras tanto, la salvaguarda del Bien y del Mal ha estado ¡a cargo del cocinero!, un tal Fermín, Fermín Bond para mas señas, que de la nada se vuelve experto en hackeos, intrusiones y material hig-tech.

Pero quien crea que todo esto es un hándicap estaría equivocado. ¿Acaso los personajes no son mínimamente telegénicos ?  ¿Y cada capítulo no nos ofrece un mejunje de misterios, con resonancias paranormales, potterianas, conspiranoicas, etc,? Encima, nos lo ponen en la hora comodona post-cena, que mas queremos. Pues ale, a suspender la incredulidad y relajarse.

Como el misterio se eterniza, cada capítulo nos ofrece el placer de la repetición, el gran secreto de las series pegajosas.  Estímulos parecidos y a un ritmo similar son ofrecidos en cada entrega: romance adolescente, cacharrería digital, lealtad entre compis y triller doméstico. Alguien ha descubierto los patrones de atención del cerebro, como decía un estudio por ahí...

Para los demás, un atracón de látex (voluntario).

Un saludín y cuidado con la caja idiota. Aunque ya lo sabíais ¿no?

miércoles, 17 de febrero de 2010

El hombre Benicio (del lobo)


El hombre lobo. 

La transformación del hombre lobo en Benicio del Toro (sí, el orden de los transformandos es el correcto) es evidente que tiene sus pros y sus contras, como todo en la viña del señor.
Siendo en cierta manera un remake de la versión clásica o, por lo menos, un intento de volver a cierto clasicismo, no deja de cometer los pecados de las adaptaciones modernas; planos cercanísimos, cámaras zigzagueantes y estallidos acústicos para que alguna grite.
Eso sí, a modo de nota curiosa, en la sesión que estuve no gritaba nadie...

Y la interpretación. Benicio es un actor correcto y contenido, a mi entender, pero no puede competir en carisma contra Hannibal Lecter/ Hopkins, contra la presencia en pantalla de este.

Y eso que aquí, Lecter/Hopkins está limitado por el guión y la dirección pero aún así y a pesar de ello, se acaba zampando cada escena en la que participa. Y todo a pesar de que ya está mayorcito, crepuscular y se le olvida a veces que  no está en El silencio de los corderos, papel que le dejó una  impronta indeleble  cada vez que interpreta dentro del Terror.

Benicio lo tiene tremendamente dificil,  de justicia es reconocerlo. Está obligado a soportar alguna que otra metamorfósis  lobuna traidora, que  le asalta justo en el momento que mejor está empezando a dramatizar lo que sea que tenga que decir.
Son transformaciones aparatosas, casi equiparables a las del Hombre lobo americano ese. Casi. En ellas, de pronto se pone a correr y a saltar desafiando la Física y las leyes de la locomoción cuadrúpeda, con esas dobleces de tobillos imposibles. Y también resulta imposible la velocidad de la acción, pero ya nos estamos acostumbrando a eso ¿no?...

Pero peor lo tiene Del Toro cuando se enfrenta a Papá Lobo. Hopkins, con un simple gesto, provoca miedo real, aún estando en horas bajas. A su lado, el Lobo Benicio semeja un perro acobardado, porque siempre  -lo suyo es escapar del bozal-  le van a la zaga los de la perrer Scotland Yard, así como las fuerzas vivas de la localidad victoriana esa donde pasan las cosas (siempre hay una, con niebla y aceras resbalosas)

También se desgarran las vísceras en London city, claro, pero si ya has visto UHLAenLondres, que te voy a contar de pánicos urbanos inducidos por licántropos; las escenas están sacadas de allí, lo único que las señoras llevan faldas largas para parecer antiguas.

Lo que no han conseguido es transmitir la sensación de malignidad que provoca el llevar dentro de uno esa condición bestial. Aquí, lo maléfico es tratado no como escisión moral interna sino, más bien, como un terror hipocondríaco, muy adecuado para la óptica revisionista imperante en estos tiempos de House y CSI.  Al menos, te consuela que no aparezca el loquero de Cuarto Milenio ilustrando sobre la porfiria, aunque al tiempo...

El pesar de Benicio por dicha circunstancia, por su herencia maldita, es de índole sentimental, por el romance que se pierde con la protagonista, adicta a los amores malditos y que a ratos recuerda a la de Crepúsculo, de infame memoria.

Y destacar, por último, la correcta ambientación decimonónica. Consiguen, con bastante frecuencia, que dentro de las casas se vea tan poquito como en aquella época. Y la ciencia y la psiquiatría se muestran convenientemente cerca de la veterinaria bovina, aquí  no ha faltado rigor.

Un aullido para todos y cuidado con la sal de las palomitas.

viernes, 12 de febrero de 2010

Cuando la sangre brota.

A hierro y fuego. Sean Mcglynn.
Las atrocidades de la guerra en la Edad Media.

Olvídate a ratos, cada vez que agarres este libro, de que eres urbanita, demócrata y que das bandazos a derecha e izquierda, intentando coger lo mejor de ambas corrientes políticas.

Olvida, igualmente, que eres partidario de delegar la violencia física en el Estado, dado el verdadero estado  de nuestra capacidad física para ejercerla (las  tortas duelen hasta cuando las das) y de que te horrorizas cuando ves violencia física real. Ah, y  no vale con alegar disfrute cuando ves las de Tarantino, eso no es más que un desahogo adolescente y pequeñoburgués, bien lo sabes.

Si encima eres partidari@ de levantar expedientes judiciales a los padres que pegan a sus hijos, tendrás quizá que hacer un esfuerzo suplementario, pero este pequeño juego mental es accesible a todos.
Se trata de imaginarte inmerso en una soldadesca, pletórico de espíritu de cuerpo y camaradería, rabioso perdido contra un enemigo al que has aprendido a odiar más que a las hemorroides y en un estado mental inimaginable, colocado de adrenalina hasta las orejas.

Encima y para colmo, tienes todas las bendiciones para matar y  el rebaño humano entero que te rodea no para de hacerlo. Matan los camaradas que parecían poquita cosa, los jefes, ese que parecía gay, los sacerdotes, tu compañero de catre... Y entonces lo haces, movido por el embrujo colectivo y vas y ensartas al primero y, una vez hecho, los siguientes son más fáciles, claro, siempre es así...

El juego que menciono arriba se practicaba en un inmenso tablero de casquería y vísceras, llamado Occidente medieval, un campo de juegos que se replicó, por cierto, en todas las épocas y continentes, dada la ineludible condición humana.

Y se trataba  -y se trata-   de alegar todo tipo de excusas, tales como defensa de la fe, mantenimiento de los derechos dinásticos, protección de las fronteras, etc, para mantener a ultranza la línea principal, el objetivo de la partida.Porque lo más importante era dejar muy, pero que muy claro, quien mandaba y lo que pasaba por cuestionarlo. Generalmente, lo demostraban los reyes, que eran el primer primate, el babuino jefe, el lobo fuerte de la manada.

Para nada estorbaban las convenciones de la contienda caballeresca. Si acaso, para respetarse entre caballeros de ambos bandos y hacer hamburguesas con la infantería rasa y con el pueblo llano. Pero frecuentemente ni los caballeros se libraban.

El dar ejemplo era toda una ciencia que después han seguido practicando los clanes mafiosos. Y el mejor ejemplo se daba con los cuerpos humanos. A mayores salvajadas  se les hacían, mas impacto y temor provocaban en el paisanaje a someter. Cuando  -gracias a dios-  no sabes de esto mas que lo que lees y oyes, desde luego que eres afortunado. En este libro y en otros como el de Joanna Burke, Sed de sangre, que por si mismo merecería otra entrada, ves a las personas normales de otra manera.

Ves lo que muchos  -quizá y por desgracia-   haríamos bajo grandes presiones. Un piloto británico de la  segunda guerra mundial relató que, cuando después de un combate aereo vió la destrucción que sembraron sus bombas en Dresde "...sentía un orgasmo intenso y una increíble laxitud física, como después de hacer el sexo con una mujer grande y fuerte..."
Ey, no, no intentemos demonizarlo; antes de eso parecía ser un fulano de lo más convencional...

En fin, que si al realizar el experimento mental que proponía eres tan cafre que llegas hasta la frase entrecomillada en rojo, por favor aléjate de la sociedad y únete a una narcobanda, a un accionariado bancario o a un partido político. Que digo, mejor esterilízate, si no es demasiado tarde ya, claro. Tus antecesores violaron y dejaron multitud de descendientes y así nos va, so pendejo.

Un saludo. Tranquilito y sin violencias.

martes, 2 de febrero de 2010

Asalto al tiempo libre.

A jubilarte mas tarde, oyess.

Como las cuentas nacionales no cuadran, a solo dos años de que España fuera oficialmente un paraíso, vamos a tener que trabajar, como mínimo, dos añitos mas que nuestros papaítos y abuelos, no se si lo habréis oído por ahí.

Desde luego que es de lamentar para quienes ya les faltara poco, uno, dos, tres o cuatro inviernos. Mira que tiene narices, tan cerca de las mieles de la ociosidad bien ganada y retribuida y ale, a quedarte con las ganas...

Pero para los que aún teníamos la cosa lejana supone, no nos equivoquemos, una auténtica carga de profundidad. Primero que nada, obviemos el hecho de las responsabilidades políticas y corporativas en este actual estado de cosas. Las voy a obviar no por que no sean un hecho central, sino porque desde este pequeño rinconcito poco puedo hacer contra esos facinerosos y, encima, ellos tienen las espaldas bien cubiertas. A Emilio Botín, Tamames, Zp y Gallardón, la perspectiva poco les inquieta en lo personal.

Vayamos al grano pues, que el tiempo vuela ¿Terminará la cosa ahí? ¿No será esto el equivalente a la introducción inicial del zapato en la puerta y seguir retrasando ad infinitum? ¿Habrá límite a la capacidad de exprimirnos? ¿Llegarán a abolir la jubilación del todo? ¿Hay alguna pregunta trascendente más que se me olvide?

Los futuros avances que se prevén en investigaciones geriátricas buscarán optimizarnos en el futuro próximo, como a los coches con las ITVs. Para los ricos, capacidad sexual y de seducción; para los bolsillos modestos, desaparición de la excusa de los achaques para así no arrimar el hombro. Los niveles de control e intrusión en la jornada laboral ya alcanzan proporciones escandalosas, con empresas que obligan a aguantar la grabación íntegra en vídeo de la jornada diaria, que quien sabe las pasiones que despertará esa contemplación en algún directivo pervertido...

Todo esto ya es notable en nuestra generación y será mucho más marcado en las que vengan. Ya estaba bien de ver a los abueletes en los parques cuidando de los nietos, dado que su puesto realmente útil está ahí, en el tajo, en la cadena de produción, detrás de un ordenata alimentando al mismo sin parar y visitando a la clientela, que abrirá la puerta (si lo hace) con cara de lástima.
No está descartado que se retrase hasta los 70 la edad del descanso y que nos dejen menos tiempo libre que al semáforo de un cruce. Los futuros centros laborales podrían ofrecer un aumento de cabellos canosos en el paisaje humano; carraspeos y vasos con dentaduras postizas, pastilleros con el logo corporativo...

Y el tiempo, ese es el auténtico robo, el auténtico atraco. Que salvo el pijerío y las clases adineradas, nuestro tiempo pertenece, ahora y siempre, a otros, que son los que lo disponen ¿Acaso lo creíamos nuestro? Porque el trabajo y la actividad solo enriquecen cuando los elijes tu. Sino, te convierten en una mera terminal, en el extremo subordinado de una puta maquinaria.

Resulta muy bonito escuchar a un actor, a un empresario, etc, decir que el no quiere dejar de trabajar nunca. Pues vale, que lo pongan en una zanja picando piedra a ver. O que lo enclaustren en una oficina a dedicarle odas apasionadas al monitor y al teclado. O que pillen a un profe, harto ya de los "tiernos" adolescentes de hoy en día, y que le sometan a una terapia de intercambio de amores mutuos con la muchachada por una temporadita más.

Aclaro, poniendo velas a San Obvio, que un parado forzoso también debe trabajar todos los días buscando las habichuelas, la tarea más ingrata y desagradecida que existe. Y ya se da la paradoja de que los desempleados no encuentran nada nunca jamás y por contra los otros, los contratados, están sobresaturados y encima, les anuncian el alargamiento de su obligatoriedad productiva, quien sabe si para toda la eternidad.

Y además, está muy mal visto está el negarte a las horas y los ratitos extra; el que desconectes el móvil y volverte ilocalizable para tu santo patrono; el que pongas a trabas a la "movilidad", entrecomillada porque se supone que siempre es la tuya, claro.

Un saludo explotado y cabreado (se me pasará)

viernes, 29 de enero de 2010

La aceleración de Sherlock Holmes.

Sherlock Holmes. La peli. La de ahora.

Veenga, como no vas a pasarlo bien con este film, viendo a este ubermenchs de la era victoriana, a esta especie de Neo de Matrix pero anclado -solo a veces- a los adoquines embarrados y sin poder librarse (eso jamás) de ese dichoso clima húmedo y grisáceo. No, no me refiero al S.H. literario clásico, aunque le guarda cierto parecido.

De todas maneras, para no faltar a la verdad y ahora que caigo, no he leído ninguna novela suya. Y como resulta que si no lo has hecho, es una auténtica desfachatez el hacer comparativas, vayamos a ello, tal y como dice un amiguete.

Porque -conjeturo yo- sería muy dificil alcanzar, tan solo leyendo, las altísimas velocidades de ejecución visual de los personajes del cine reciente. Me da que para un lector victoriano todavía sería más costoso, con esa rémora de narraciones de ritmo epistolar que llevarían en las mentes.
Este Sherlock sería demasiado para ellos, casi ni serían capaces de percibirlo, debido a la alta frecuencia con que se mueve al atizar mamporros, por poner un ejemplo.

Aquí nos han querido contar otra historia, otra cosa muy diferente a lo que se daba. Este tipo es un mutante, un replicante o algo parecido. No hay mas que verlo en compañía de los huma, digoo, de los otros personajes de la película y alucinar con la tensión extra, con el procesamiento en paralelo que hace del entorno, detalle que hay que agradecer al actor, por cierto.

Lo suyo es un puro trance al estilo zen, como el que haría no sé, alguien que fuera tan solo el apéndice biológico de un procesador Pentium i7 con mogollón de núcleos. En uno de los hilos de procesado lleva la conversación con Irene Adler y en el otro ya está preparando el disfraz de mendigo, el salto veloz por la ventana, la intercepción de la carroza donde va Irene y una rápida fotografía mental de la pistolita del interlocutor misterioso.

Estoy seguro que ni siquiera los guionistas estaban preparados para ello. Habían virtualizado este Londres neblinoso y atestado con casi todos los píxeles necesarios. Casi, jeje. Tenían listo a ese procesador humano con pipa de cazoleta preparado para soltarlo en la simulación. Pero el muy galgo, al estilo de los buenos virus informáticos, actúa más célere de lo esperado y se hace con el control total. Por eso tienen que poner añadidos explicativos a posteriori, seguro, para que las personas normalitas, más embotadas, pillemos algo de lo que ha pasado.

¿Sobreviviría esta era victoriana, ucrónica y ficticia, al S.H. mutante de esta historia? La verdad es que no sabemos la mella que podría haber hecho semejante robot de combate, capaz de calcular un enfrentamiento físico en fracciones de segundo y luego ejecutar el correspondiente programa rompehuesos como si fuera una máquina de hacer hamburguesas.

Menos mal que tiene a Watson, el técnico de mantenimiento así como su ancla con la realidad. El se encarga de conectar -con mucha dificultad- a este autista ultrahumano, tan cerca de los gamers y frikis también autistas del siglo XXI, con los sentimientos y emociones normalitas del XIX.

Bueno, un saludo tranquilito y sin aceleraciones

miércoles, 20 de enero de 2010

La Economía alienante.

Pregúntale al economista camuflado. Tim Harford.

Segun
la publicidad del editor, este último libro del economista Harford viene a dejar sentada la reputación adquirida por su autor. Este pertenecería a una "nueva raza de economistas" identificados con las preocupaciones de la gente. Y está claro que así es. Este autor lleva una columna de respuestas al lector, en un periódico británico, donde se ocupa de poner la racionalidad supuesta de la disciplina de Keynes y Galbraith al servicio de las preocupaciones cotidianas.

Y quien sabe si no será en esas cosas cotidianas donde hallen su nicho más apropiado los estudiosos de la llamada "ciencia" económica, con esa capacidad descriptiva tan maravillosa acerca de procesos que ya han ocurrido, je, je . Da gusto ver lo didácticos que se ponen algunos de estos popes al explicarnos como ha sobrevenido una crisis económica bestial (800.000 españoles al paro en 2009) por la sencilla razón de que no podía ser de otra manera.

¿Y porque no decían nada antes? Porque se queda genial explicando las cosas a posteriori, dado que así no hay posibilidad de equivocarse. Lo que no se entiende es como, en unas sociedades que buscan la máxima eficiencia, aún siguen manteniendo su puesto como catedráticos en las universidades, dado su nefasto papel como augures. De hecho, hoy en día, el arte de la supervivencia gremial consiste, en buena parte, en convencer de lo necesario que eres...

Quizá continúan alimentándose de la puchera porque, dependiendo de sus tendencias políticas, acostumbran a secundar a los gobiernos de turno, revistiendo de palabrería pomposa y pretendido aval científico lo que no son mas que empeños ideológicos y corporativos.

O porque algunas de sus matemáticas, aunque inútiles para los macrocolectivos, léase países, son eficaces para la gestión empresarial y por lo tanto resultan útiles para los diversos buitres y tiburones financieros que poseen las compañías.

Han tenido tal éxito promocionándose estos predictores -por otra parte calamitosos- que pensamos que tiene sentido preguntarles cositas tales como el reparto de las herencias a nuestros hijos y hasta -pasmémonos- las elecciones de pareja.

Estas son las estupideces que le preguntan a Tim Harford. Y como no, el las responde, revestido con la aureola de santón de la teoría de la elección racional. Porque siempre elegimos racionalmente aunque no lo sepamos. Si no lo sabemos, ellos se reafirman en definirnos principalmente como homo oeconomicus, ale, que tiene bemoles. Por lo visto, esta es una especie de homínido derivado del sapiens y que, cuando este cazaba y pintaba cuevas, el ya se dedicaba a contar con su ábaco y sus piedritas las ganancias acumuladas en su choza.

Lo malo es que, las disciplinas parasitarias de la ciencia, tales como la Economía, se han especializado en elaborar discursos autojustificativos, con una verborrea impactante, capaces de dar cuenta tanto de un acierto como de una cagada diagnóstica. ¿Acaso no es chocante que los economistas de salón - o de columna semanal, tanto da- como Harford dispongan de respuestas para todo? ¿No presentan una sospechosa cercanía con Elena Francis?.

Un saludo, pero sin calculadora.

martes, 12 de enero de 2010

Pais de nieves y aguas


Un saludo a todos los que han tenido problemas con la nieve en estos días. Un saludo, porque probablemente es lo único que vais a tener, además de las recomendaciones públicas y generales de que tengais cuidadín, de ponerte las cadenitas (ojoor, que si no hay nieve te cargas los neumáticos), de que consultéis las webs oficiales, que siempre suelen estar en clamoroso contraste con lo que te cuentan los paisanos de alguna zona.

Vivo en la ciudad de Valencia y estos días estoy yendo a la vecina provincia de Castellón. Cualquiera pensaría que la Comunidad Valenciana tiene una asociación natural con el sol y el agua, y es cierto, la tiene cuando le da la real gana tenerla. Esta semanita, el interior de la provincia de Castellón parecía alguna zona siberiana dejada de la mano de los zares. Parches de hielo matinales que hicieron que mi vehículo patinara como si fuera Mijail Barisnikoff, y gracias que la cosa se quedó en eso, paisajes que recordaban toscamente a la Laponia pero sin renos, en fin...

Y es que, en efecto, hablo de la llamada red secundaria. Esa que empezado el 2010 es incapaz de abastecer a un montón de ciudadanos no urbanitas de los más indispensable, símplemente porque no hay dios que se atreva a cruzarla en días como estos. Es como si descendiera un agujero negro de índole climática y convirtiera la España rural en un anexo del área 51, aislada por lo que los escandinavos llaman "mierda blanca". Y por supuesto, pido perdón por la expresión, lamentando no disponer de ella en el original, pero da a entender muy bien lo poco idílicas que pueden llegar a ser las nevadas.

Los informativos nos acostumbran a eso de la "sensación térmica", expresión que da a entender que el viento del copón aumenta el frío y las molestias, además del peligro de que un carámbano te perfore el colodrillo. Queda la recompensa visual innegable de los paisajes, apta para niños y estetas de ánimo positivo, generalmente esquiadores findesemaneros, pocas veces operarios de las quitanieves y otro tipo de plebeyos climáticos forzosos.

Tan omnipresente ha sido el clima que hasta en el blog ha nevado.Un saludete blanco.

martes, 5 de enero de 2010

El trabajador esforzado.

El Prefecto. Alastair Reynolds.

Siempre resulta grato ver la entrega esforzada a una labor, el como un profesional de lo que sea llega hasta el fin de su tarea de la manera mas concienzuda posible. En la presente novela, tanto el autor (Reynolds) como el protagonista (el prefecto Tom Dreyfuss) se baten a fondo para ganarse el salario. Desde luego, por intentarlo no quedará.

Reynolds intenta compensar el hecho, irremediable, de no ser Iain Banks. También arrastra la condición de no ser siquiera como Hamilton. Por lo tanto, los personajes van creciendo en complejidad pero de manera sencillita, nada de ganar densidad biográfica ni emotiva. Aquí todo es más fácil y tan solo se van revelando los detalles pertinentes para la acción.

Tampoco el escenario de Yellowstone y su Anillo Brillante son presentados con la alta definición con que los presentaría Hamilton. Por supuesto, eso sí, que forman un decorado amplio, resultón y, ante todo y muy importante, con multitud de rincones donde pueden pasar cosas continuamente, sin que entren en conflicto con los hechos narrados en otras entregas.

En esta ocasión, abandona el despliegue imaginativo de los últimos títulos, sobre todo porque apenas encontramos esbozos de culturas exóticas. Tanto Ultras como Combinados se quedan en apuntes útiles para la historia. Tampoco se alude a las clásicas megaentidades pertenecientes a razas avanzadas o a universos paralelos, no sé si por cierto sabor confuso que terminaron dejándonos tanto El desfiladero de la absolución como El arca de la redención, con ese guirigay más bien vago de supercivilizaciones que no se ven y artefactos que no se entienden.

En El prefecto, por contra, apuesta decidídamente por los buenos trabajadores de la plantilla, por los empleados fieles. La organización llamada Panoplia es la comisaría de Hill Street, la multitud de hábitats espaciales son Esas Calles duras de Ahí Fuera. El prota, Tom Dreyfuss, es el policía tenaz, concienzudo y con una intuición de rayo laser. A la que hace de jefe le han encomendado que sude el papel y a los malos les han dicho que sean odiosos, así como fríos y calculadores hasta la nausea si quieren prima por productividad. Asimismo, los secundarios se han leído el guión y ejecutan bien el estereotipo correspondiente.

Y el autor, un buen empleado, ha decidido llevarnos de sobresalto en sobresalto, para cumplir con su contrato laboral. La inventiva esta vez no llega tan lejos como en otras ocasiones, pero la trama está mejor hilada y resuelta aunque, eso sí, se echan muy de menos las pinceladas siniestras de otras veces. Y es que, independientemente de la maldad y rareza de los adversarios, el universo que nos encontramos ahora es más benigno y con escala humana, así como susceptible de pacificarse y ordenarse.

Debe de haber tenido una revelación a la hora de escribir : si despliego exotismos y maravillas en demasía me acabaré liando y confundiendo al personal. Total, para que invertir en portentos galácticos para luego dejarlos abandonados y sin amortizar. Por lo tanto, señores, vamos a concentrarnos en resolver los quebrantos de la ley y perseguir a los infractores, ya sean de silicio o de ADN. Y lo haremos con la plantilla, recurriendo a cuantas menos subcontratas mejor. Esta es la razón, creo yo, por la que los hipercerdos modificados genéticamente apenas tienen unos cameos.

Y una vez visto de esta manera te resulta liberador, ejem, y relativamente fácil, el disfrutarlo como un pasapáginas correcto, realizado por operarios honestos. Seguro que ya queda menos para que publiquen alguna cosa hecha por Maestros Artesanos...

Un saludete laborioso y cumplidor.