lunes, 6 de julio de 2009

De Vellum, Tintas y otros cambiazos rápidos.

Tinta. Hal Duncan.
Cierta entrada del virtualmente desaparecido compañero Knut -por intoxicación de gazpacho y gambitas, creo- me llevó a comprarme los dos megatochos ( sobre todo el segundo) arriba citados
para, básicamente, coincidir en unas cosas, matizar otras y añadir algunas cuantas. A ver con que, sino, mareas la perdiz.

Pues resulta que este universo, el Vellum, es maternal y paternal, nos contiene y amamanta a todos y está lleno de pliegues dimensionales que poseen la misma consistencia ontológica y física de los sueños. Y como se puede suponer, en muchos de esos "pliegues", tomémoslos así, existen variadas copias nuestras y todo eso que se espera de las fantasías multidimensionales y paralelas.

Pero a Hal Duncan, las "copias" que le interesan son las de siete personajes muy particulares, empeñados en combatir a Angeles y demonios. Así los llama, pero ni los unos son buenos ni los otros son malos. Eso sí, si que hay un villano a defenestrar y este es el determinismo del dichoso Libro de las Horas. Si estás apuntado allí -y todo quisqui lo está- la partida de tu vida ya está jugada para siempre.

Y ha realizado una pirueta forzada con la estructura de la historia y la forma de narrar, curiosa y atractiva, pero que muchas veces ejerce en el lector -al menos en mi Lector Subjetivo, je, je- un efecto letárgico cuando no letal. Cada cosita que les sucede a los personajes ha de pagar peaje. Ha de sucederles también en todos y cada uno de los plieguecitos de esa "realidad", algunos de ellos de un alegórico subido, lo cual te satura las meninges que no veas. En el segundo volumen, pej, hay una representación teatral infumable, la tortura de uno de los personajes nos la hacen en realidad a nosotros, porque se repite de mil maneras en mil mundos, en fin...

Y la cosa es que derrocha un chorro de imaginación, tiene una verborrea fluida y resultona y bastantes pasajes memorables. Habla de almas, reencarnaciones, chakras, energía orgónica y otras hierbas esoteristas pero de manera irónica y divertida, siempre con el aire de quien se ríe de todo ello y se la trae al pairo cualquier tipo de consistencia. Te proporciona una inmejorable oportunidad para entrenar la mente, ya que te pasas todo el rato ensamblando puzzles. Inyecta culturilla histórica en todo momento como quien lava.

Pero es un pelín abusón. Abusa del lugar común y baul de sastre en que se está convirtiendo la nanotecnología, depositaria del poder que antes se atribuía a los dioses, los genios, el Eter mágico, etc. Abusa de la licencia literaria de usar un universo tan sumamente plástico que casi todo puede pasar y, no obstante, a veces consigue que durante trozos enteros no pase de nada. Un drama no es más épico ni más intenso porque lo repitas y marees miles de veces. Y cuando consigue que en alguna línea argumental lo estés pasando bien -sí, cuando quiere lo consigue- entonces de pronto, tachan, viene el corte, nos vamos a publicidad y ahí te comas con patatas el coitus interruptus, en este caso orgónico, reichiano y todo eso.

Un saludete plegado y liado.