jueves, 27 de septiembre de 2007

Imaginaciones desbocadas y elfos palpables.



No suele ser rara la confesión autorial de que, las historias y personajes, con frecuencia cobran vida propia dentro de sus seseras y, cada vez que bajan la guardia, empieza el agitar de grillos, las idas y venidas por el mundo fabulado, en busca desesperada del vocabulario destinado a mandar y fijar.

Y cuando no las palabras, son la estructura, el orden,el equilibrio, sentido de la proporción...

Lovecraft, en principio, se sintió atormentado por su imaginación.
Nada que objetar a ello por parte mía, que cada cual tenga a su lado los tormentos y tribulaciones que le quepan, solo que, cuando transcribía las historias que le sugerían esas "presencias", parecía que las tuviera al lado de su persona, tal era la parquedad psicológica y existencial con que dotaba a sus protagonistas, esos timoratos provistos de la curiosidad que mató al gato y de la misma integración social de un excluido.

El mundo imaginativo que nos legó, no obstante, ha coloreado buena parte de la literatura de terror e imaginación del siglo pasado y de este. El estilo sugerente y, la extravagancia de lo sugerido, nos transmiten el mismo estado de indefensión preverbal que cuando no encontramos palabras para un susto.
Como las palabritas no llegan, lo que las sustituye es la reacción física adrenalínica y la taquicardia del copón, vamos, la esencia del miedo.

Otras veces, y con otras plumas, no nos da miedo lo leído pero nos puede causar saturación. El kilométrico Tolkien, nos describe geografías, dinastías de elfos, canciones populares, recetas de cocina, historias pasadas, que prácticamente no vienen a cuento si las relacionamos con la acción. Es como llegar al hotel de un país exótico y que te regalen la indumentaria de las fiestas regionales.


Se quiere asegurar con ello, quizá, que ese mundo que a él le llena la vida, no va a desaparecer por una culpable y clamorosa falta de consistencia. El ingrediente ambiental, en esas ocasiones, usurpa ocasionalmente, como en un golpe de estado, el predominio de lo argumental.

Parece que ese mundo, que vive solo en la mente, quisiera asegurarse de que, además, también vivió en la historia, en alguna historia. Es como una especie de rebelión platonista de las ideas, que puede dar al traste con la paciencia y la concentración del lector.
No obstante, sí que hay otros lectores, que sí disfrutan con esas excursiones laterales y complementarias por ese universo virtual, con esa sobredosis de solidez, con esas justificaciones basadas en una historia fantasiosa y retroproyectada, muchas veces con alcance infinito. Para ellos es una afirmación de fe en el universo revelado, que viven y leen pacientemente, con la delectación masoquista de un sumiso para con el Ama.

Es de esta forma como, en las sagas, en las derivaciones laterales y personajes extras, se vuelve necesaria la dilatación infinita del pasado. Personajes que ya no daban más de sí, debido a la conclusión lineal de la acción, de pronto revelan un pasado largo y proceloso como una longaniza, por no hablar de la extensión infinita hacia atrás de la densidad histórica, de la cantidad de cosas que, de pronto, son susceptibles de haber ocurrido.

Para mi gusto, esto es un vicio y revela un déficit narrador, consistente en una incapacidad de crear presente, de generar acción aquí y ahora. No siempre es el caso de Tolkien, seamos justos; al menos en ESDLA se muestra capaz de pisar el acelerador del ritmo y de juntar hilos narrativos, aunque menuda poda de postalitas floridas habría que pegarle, buff...y eso por no hablar de trasfondos maniqueos, pero eso ya daría para otra entrada, je, je...

De todas formas, para quienes abren un libro ( o libraco), la solidez incrementada y voluntarista de Elfos, gnomos y entidades pavorosas, es una contrapartida vivencial a ese trance mental cotidiano, con el que se afronta este mundo de telediarios y madrugones, vecinos ruidosos y aparcamientos escasos así como páginas web con anuncios. Vivimos, muchos de nosotros, bastante tiempo prestado en universos ficticios y, probáblemente, seamos la única especie que lo hace. Larga vida, pues, a las musarañas.

Amén y que Tolkien no sea con vosotros (o sí, depende, je, je)

martes, 25 de septiembre de 2007

Los Espectros de la Tierra del Sueño.


Siempre será un misterio absoluto la vivencia que, de la realidad cotidiana, tenían todos los pueblos que fueron y ya no están. Los indios de las Montañas Rocosas, pej. tenían, según el linguista y antropólogo canadiense Franz Boas, una cosmovisión curiosamente parecida a la de los aborígenes australianos, con su concepto del "Tiempo del Sueño" donde se englobaba todo lo acontecido, hasta tal punto que el día de ayer ya pertenecería a esa dimensión mítica, poblada por dioses y espíritus.

Como hoy estaba con ganas de leyendas y narraciones rarillas, le he pegado una hojeada al material que recogió este señor (el Boas) entre los nativos de aquellos lares, de cuando moraban y cazaban perdidos por aquella naturaleza salvaje y tal.

Recoge una leyenda, breve pero sugestiva, que oyó contar a principios del siglo XX a los ancianos de esas tribus, cuando estas ya no eran las de antes y del sueño habían pasado a la pesadilla de las reservas.
Ilustra, además, el fenómeno de la entropía y deformación en la transmisión del material mítico a través del tiempo, planteando enigmas sobre el estado de conciencia, cercano a lo onírico, en el que fue concebida y tratada en su momento la leyenda original:

La guerra de los espectros. Versión arcaica.

Una noche, dos jóvenes de Egulac fueron al río a cazar focas, y mientras estaban allí les envolvió la niebla y el silencio. Luego oyeron gritos de guerra y pensaron: "Tal vez es una emboscada" . Huyeron hacia la orilla y se escondieron detrás de un tronco. Se acercaban canoas, y oyeron el ruido de los remos, y vieron que una canoa venía hacia ellos. En la canoa iban cinco hombres y les dijeron: "¿Que os parece? Queremos llevaros con nosotros. Vamos río arriba para hacer la guerra" Uno de los jóvenes dijo: "no tengo flechas". "En la canoa hay flechas" dijeron ellos. "Yo no iré. Podrían matarme. Mis parientes no saben a dónde he ido. Pero tú" dijo, volviéndose hacia el otro, "podrías ir con ellos".

Así que uno de los jóvenes fue, pero el otro volvió hacia casa.
Y los guerreros siguieron río arriba hasta llegar a un pueblo que estaba al otro lado de Kalama. Sus habitantes bajaron al agua, empezaron a luchar y muchos murieron. Pero el joven oyó decir a uno de los guerreros: "Rápido, vayamos a casa, han herido a este indio" . Y pensó: "¡Oh!, son espectros". Él no se sentía mal , pero ellos decían que le habían herido.

Así que las canoas volvieron a Egulac, y el joven desembarcó delante de su casa, y encendió una hoguera. Llamo a todo el mundo y dijo: "Mirad, he acompañado a los espectros, y fuimos a luchar. Muchos de los nuestros murieron, y muchos de los que nos atacaban murieron. Dijeron que me habían herido, pero yo no me encuentro mal."


Dijo todo esto y luego se quedó en silencio. Cuando salió el sol, el cayó. Le salía algo negro de la boca. Su rostro estaba contraído. Los del pueblo se levantaron de un salto y gritaron.
Estaba muerto.

El relato tiene un carácter fantástico y sobrenatural, con ese tempo, esas elipsis extrañas y transiciones instantáneas de escena que, como señalaron varias fuentes, la asemeja a un sueño.
Años más tarde, la generación posterior de esa tribu, receptora del relato, la elevó un tanto en el plano de la "vigilia":

Guerra de los espectros. Versión racionalizada.

Dos jóvenes estaban junto a un río dispuestos a cazar focas, cuando apareció una barca en la que iban cinco hombres. Todos iban armados para la guerra.

Al principio, los jóvenes se asustaron, pero los hombres les pidieron que les ayudaran a combatir a unos enemigos que había en la otra orilla. Un joven dijo que no podía ir porque sus familiares se inquietarían por el; el otro dijo que sí, y subió a la barca.


Por la noche volvió a su cabaña, y dijo a sus amigos que había estado en una batalla. Habían muerto muchos, y a el le habían herido con una flecha; dijo que no había sentido ningún dolor. Le dijeron que debía haber luchado en una batalla de espectros, entonces recordó que todo había sido muy extraño, y se alteró bastante.


Sin embargo, por la mañana se sintió mal, y sus amigos se reunieron en torno a él; el cayó, y se le puso la cara muy pálida. Entonces empezó a retorcerse y a chillar, y sus amigos se quedaron aterrados. Al final se quedó quieto, le salió algo duro y negro de la boca, hizo una contorsión y murió.

Esta versión posterior contiene una variedad de omisiones, elaboraciones y "racionalizaciones lógicas" . Véase, como normalizan la conclusión lógicamente desconcertante "¡Oh!, son espectros". En esta versión no solo se pierden detalles sino, tal vez lo que es mucho más importante, mucho del poder evocador y obsesionante de la original. De alguna manera, ya es menos parecida a un sueño.

Todavía años después, otros estudiosos lograrían contactar con uno de los nativos que había tomado parte en la transmisión de la segunda versión y, he aquí la mutilación que experimentó, debido a la traidora memoria, con el paso de los años:

Tercera versión, estragos del paso del tiempo, desaparición de la memoria étnica e individual.

Unos guerreros fueron a hacer la guerra con los espectros. Lucharon todo el día y uno de ellos fue herido. Por la noche volvieron a casa, llevando a su compañero herido. Cuando el día se acercaba a su fin, empeoró debido a las fiebres, y los habitantes del pueblo le rodearon. Al ponerse el sol, suspiró, le salió. algo negro de la boca. Y murió.

Aquí, ya ha desaparecido la magia y los espectros son domesticados. También resulta amputada la temporalidad mítica de toda una etnia y, de paso, el fluir onírico de las gestas de un guerrero antiguo que, al parecer, combatió nada menos que en una guerra de espectros, remontando un río con ellos.

Pudo conservar el recuerdo, saludar a los seres queridos y amigos y dejarles un tesoro imborrable para esas noches junto al fuego. Pero, como cuentan todos los mitos universales que en el mundo han sido, el precio a pagar, por visitar en carne y hueso el Tiempo del sueño y la Tierra de Oz, siempre es altísimo.

Que durmáis bien.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Lovecraft y el héroe paralizado.

Resulta que, para fastidiar, este es un Sábado lluvioso y chapoteante y, la bajada al garaje, sin luz por avería, con la humedad y el olor a cerrado me evocan, en pequeñito y en doméstico, las sensaciones innominables de las antesalas de los antros de Ctulhu y Yogsothot, empequeñecidas únicamente por las de ciertos sanitarios de discoteca. (Y mira que no está sobado ni nada lo del "innominable" ese)

Que le voy a hacer, no me gusta el estilo de HPL, pero fue una estación de paso; de esas más bien feas pero con el morbo de lo diferente y de lo extravagante. Ese HP. de Lovecraft, el Howard Phillips de Providence, es pieza de lectura curiosa, más que nada por su influencia antes que su talento real. O por lo menos, así es como lo percibo yo.

A lo mejor le gustaba Nietszche, (parece que lo leí por ahí) por aquello de la muerte de Dios y la renuncia al maniqueismo moral clásico. Los antiguos seres infernales, espíritus y diablillos, eran malos, es decir, se rebelaban en la noche contra el orden establecido y trataban de destruir y corromper el frágil andamiaje de las buenas relaciones humanas.
Por el contrario, las criaturas del terror lovecraftianas no son hostiles a nuestros ideales y aspiraciones, sino que sencillamente no los tienen en cuenta, del mismo modo que un agricultor ignora el nido de una alimaña al labrar su campo.

Estas criaturas de HPL, no obstante carecer de acción y esencia moral reconocible, reciben un culto "abominable" por parte de algunos humanos. Representan abrumadoras (y asquerosillas) fuerzas cósmicas que nada tienen que ver con nosotros éticamente hablando, están más allá del bien y del mal (¿un poquillo de materialismo nietscheano, quizá?)

Siempre se dice que a HPL le condicionó una infancia arropada por unas tías dominantes, vete a saber. Descubrir que el mundo estaba lleno de unos seres fuertes, poderosos (los adultos) debió resultarle más duro que a otros.


En ese sentido ( y abusando aposta del análisis psicologista, a ver con qué pretexto sacaba una entrada, sino) de esta sensación infantil de indefensión, podría venir el curioso y extraño desvalimiento de sus protagonistas. No es que sean sencíllamente antiheroes, no, lo que son es antiadultos. Nunca saben qué hacer: cuando tropiezan con el peligro lo que se les ocurre primero es el desmayo, enloquecer del todo o, en el mejor de los casos, huir desmañadamente, ale.

Jamás dan la impresión de controlar la situación; el único movimiento positivo que saben mostrar es la curiosidad. Por lo demás permanecen ociosos, nostálgicos, incapaces de,cualquier ambición o proyecto de futuro y asexuados (¿alguien les recuerda un simple flirt?).

Son, por tanto, la antítesis del héroe clásico adolescente. Son personajes que están deseando levantar el velo pero, cuando contemplan la escena horrenda y devastadora sucumben. Jústamente como un niño. En una de sus cartas, leí que escribió que "la vida adulta era un infierno". Quien sabe, algo de razón no le faltaba, ja, ja.

En fin, como es obvio y fácil de percibir, la lectura de estas impresiones sobre HPL no creará escuela ni revolucionará el análisis literario, así como tampoco supondrá efecto alguno más allá de los queridos amigos que lo lean. Nuestras meditaciones, por tanto, se perderán en el infinito de Internet, como lágrimas en la lluvia de un replicante cualquiera, ahogado en lugares comunes y oyendo Blade Runner.

Morituri te salutant.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Neandertales sin cafeina

Humanos. El paralaje neandertal. Nova.

No es de lo más reciente que ha sacado Nova y, probáblemente, cualquiera ya habrá leido más de una crítica negativa sobre este muermecillo bienintencionado de Sawyer.

En mi opinión, ilustra perfectamente los vicios de repetición y calco de clichés en los que se cae al producir ficciones, el Kitsch, la narración en serie y todo eso. Para colmo, el amigo Robert nos agredió con dos volúmenes más, aunque eso sí, a mí ya me pilló avisado. Qué maravillas me habré perdido en los que restan, es algo que nunca sabré...

El hombre se ha documentado con la paleoantropología necesaria para sacar el aprobadete y hacer ver que se "documenta". Aquí, se retrata a neandertales de una Tierra paralela que encuentran una entrada a través de un "tunel cuántico", así, tal y como suena y en baratito, siendo este uno de los primeros artefactos de quita y pon que se importan de la divulgación y fantacifi más corriente, igual que se usa otras veces lo de hipersalto y demás hierbas.

Nuestro amigo eslabón perdido, prota del "salto", parece representar una especie de alter ego ideológico de Sawyer, cientifista confeso de tendencia agnóstica, y de tal despensa saca la "perplejidad" del observador, que se extraña de que aquí creamos en dioses que no se pueden ver y demás. Uno mismo puede ser agnóstico, más bien por salir del paso, pero ante la exhibición de materialismo baratete del Saw.., perdón, del neandertal, dan ganas de ir de peregrinación a Lourdes con las Clarisas.

Y de que manera vemos venir el enamoramiento del prota y de la investigadora que lo va a conocer, aiih, presentado por parte del autor como algo irreverente (¡!), transgrediendo el tabú de la barrera entre especies y demás, pero eso sí, apto para el videoclub del barrio.

¿Y que se puede esperar de estas imaginaciones áridas y embrutecidas por el telefilm de mediodía? ¿Que se puede esperar cuando cruzan el umbral? Es decir, ¿como nos manejan la extrañeza de una supuesta cultura exótica, generada por una especie paralela, con un cerebro incluso algo mayor que el nuestro y con algunas diferencias sutiles? Pues bien, por lo que a extrañeza se refiere, la sociedad neandertal de Sawyer presenta la misma que podríamos encontrar en el Carrefour de las afueras. Hay barrios enteros en mi ciudad mil veces más raros ¿Habrá salido este autor siquiera del suyo?

Porque jolín, vaya desperdicio, el entero planeta a disposición de ellos y todo queda reducido a la descripción de un distrito suburbano de chalets, calcadito de los de Ohio y California; casas en bosques, un centro de la ciudad que evoca el cartón-piedra del Planeta de los Simios; una complejidad antropológica digna de un campamento Boy Scout: las chicas por un lado y los chicos por el otro...

Y la mayor aventura consistirá en que nuestro primo primate solucione un enredo judicial en su pueblo. El nudo de la novela se centra en el juicio, tan querido de la teatralidad escenográfica yanqui, y que permite al autor mostrar su capacidad para crear escenarios epatantes, je, je: planta a los personajes en una sala y los hace hablar y, ale, ya hemos consumido un poquito de cultura de la dialéctica. Después, como tocaba incluir la proporción correspondiente de sentimientos "auténticos", resolverá un malentendido emotivo con una hija.

Obvio es decir que, el resto de los personajes posee la profundidad que era de esperar, equivalente a la de una calcomanía, en fin...

Y el gran misterio: ¿Porque narices hace uno el primo y lo compra?

martes, 18 de septiembre de 2007

El Imperio sin letras nos contempla.


Henry Kamen, Imperio y decadencia.
La formación de España como potencia mundial,
Aguilar.

Ya hace tiempo que me llamó la atención un dato histórico sobre la escritura, leida en cierto libro y que me veo obligado a resaltarlo aquí, en el blog de este fulano servidor de todos vosotros.
El objetivo es poner de relieve la incomunicación entre culturas, mediante algo que aconteció en la exploración de Tierra 2, tal y como llamaba Marvin Harris a las civilizaciones americanas, aisladas por el oceano y por un revivir en paralelo de la Historia, que dió origen a notables similitudes pero también diferencias. Estas diferencias otorgan un carácter de extrañeza, seductor y un tanto alienígena a veces, a aquellas culturas.

Pero primero de todo y haciendo los deberes, la presentación de la fuente del saber de donde extraigo la curiosidad, El Imperio, de Henry Kamen.

Este libro pone en solfa el mérito de los españoles en la creación del Imperio más vasto que hubo en su momento, que dió historias para haber filmado y escrito miles de ficciones, a base de miserias y grandezas, ay,que lástima que por aquí no tengamos un Hollywood y, ya puestos, ni siquiera un Bollywood.

De perplejidades varias, de la extrañeza que le producía a Francis Bacon "...el de como España se las apañaba para gobernar un imperio tan vasto con tan pocos hombres..." se ocupa este trabajo, documentadísimo en datos pero sesgado en sus conclusiones según muchos críticos, que le reprochan una visión atomizante del protagonismo colectivo de aquellos días.
Según el, solo hubo un aglomerado de castellanos, aragoneses, catalanes, moriscos, amerindios, belgas, genoveses, etc, sin que se pudiera hablar de sentimiento de formar parte de un imperio o empresa global española.

Es algo parecido a contemplar una moneda y definirla solo por la cara o bien, solo por la cruz.

Una vez presentado el culpable, la fuente del dato, con las loas pero también con las prevenciones necesarias, veamos el pasmo con que los incas, un imperio sin alfabeto establecido con precisión, si exceptuamos los misteriosos quipus, esos manojos de nudos indescrifables, contemplaban la técnica de la escritura en papel, que permitió la expansión cultural del viejo mundo:

(Almagro ofreció a los indios una hoja escrita y los indios se dedican a especular con el Inca de que podría tratarse): "... Vista de este costado es un hervidero de hormigas. Vista desde el otro lado parecen las huellas que dejan las patas de los pájaros en la orilla lodosa del río. Vista así se parece a las tarukas puestas cabeza abajo y con las patas arriba. No, no me es posible señor, adivinarlo..."

Para ellos, el sonido modulado era lo que diferenciaba al hombre del animal, sin necesidad del garabato

La idea de la primacía de lo hablado sobre lo escrito también puede encontrarse entre los guaraníes, cuyos mitos hablan solo del sonido del lenguaje, allá por la creación del mundo.

La frontera idiomática se cruzó muy pocas veces y la alfabetización casi no prosperó durante al menos tres siglos. Y es que, más allá de la palabra escrita, el mundo real de los nativos de América consistía en los sonidos, colores y presencias vivas, que quedaban más allá de donde alcanzaba la percepción de los españoles, que no lo comprendían y lo rechazaban por pagano.

Las mentes ágrafas de Tierra 2 contemplaban con incomprensión, el aparente hecho de que aquellos papeles con "tiras de hormigas", contenían una información de tipo secuencial y lineal que les afectaba, que contenía una descripción del mundo y de los valores de los visitantes.

Que fueran pensadores ágrafos no quiere decir que con sus quipus no fueran capaces de llevar complejas contabilidades y disposiciones de datos. Eran como una especie de algoritmo, tridimensional y de nudos, del que a principios de siglo ya no quedaban intérpretes vivos. Quedan centenares de quipus sumidos en el misterio.

Si esto ocurrió en nuestro planeta, con otros seres humanos, que no podría ocurrir en el contacto con cualesquiera otras inteligencias que pudieran haber en este cosmos grandullón que habitamos. Sus métodos de comunicación se nos antojarían indescifrables y, al igual que un libro para los incas (o un quipu para un europeo) nos encontraríamos ante condensados informativos inabordables y herméticos.

Por cierto, no se si en el Cuzco precolonial se podrían dar fenémenos frikis como la "Pila", esa acumulación compulsiva de objetos culturales comprados por mera voracidad, je, je, je.

Nota sobre Imperio, de Kamen:

La mención de este libro se hace con fines meramente indicativos y de referencia y no por hacer una reseña consumista del copón.
En ningún modo se te está sugiriendo que perderías algo imprescindible si no lo leyeras. Es preciso hacer notar, además, que su compra podría suponer un sacrificio financiero inasumible, así como un aumento del volumen de la Pila acumulada de libros por leer.
Por lo tanto, comprarte este capazo de erudición o, conformarte con lo que ya sabes sobre el tema, es de tu incumbencia.

Semper fidelis.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Mi deuda con el Arco Iris...

EL ARCO IRIS DE GRAVEDAD. THOMAS PYNCHON. EDITORIAL TUSQUETS.


La gravedad fue la que posíblemente influyó en mí, haciéndome fracasar. Y es que este supervolumen se gasta la friolera de 1144 paginacas de pura exuberancia y desvarío y fracasé al intentar acabármelo, por poco pero tiré la toalla. Fue la gran novela caudalosa de mi verano del 2006, que me mantuvo agarrado a ella, no se si por el morbo o, de una manera extraña, por su cualidad lisérgica, je, je, pero que, por la honestidad mínima de un derrotado consciente, tampoco puedo recomendar estríctamente hablando.

Si normalmente, toda entrada puede llevar a una reseña esta, entonces, sería una no-entrada y una no-reseña, porque aún no sé como acaba el relato, el misterio se contiene en esa sexta parte, aproximadamente, que dejé por leer en la anómala línea temporal del universo-libro de Pynchon.

Es posible que pagara el precio de la ingenuidad o candidez lectora, el prejuicio gracianesco de lo bueno si breve y tal y cual, la desazón interior que produce esa Europa paralela pynchoniana situada en la II guerra mundial, así como el toque inequívoco de locura en ciertos pasajes, dotados de una intensidad y fijeza descriptivas tan intensa como las pesadillas y las visiones, ay que ver que fuerza icónica y visual posee el tipo, casi más propia de la manía de un pintor impresionista...

¿Estaba loco este hombre? ¿Que pretendía al narrar de esta manera? Ya me direis, si no, basar el relato en un presupuesto de Ciencia ficción irónica (sí, cifi). Un soldado americano, Tyrone Slothrop, que cuando se aproximaba una V2 experimentaba una erección tremenda. El pobre hombre había sufrido de niño el implante de un extraño plástico que reaccionaba de esa manera, además de extraños experimentos a lo Pavlov que le hacían capaz de reacciones imprevisibles. Por estas cualidades le buscaban todos los servicio secretos.

Con estos supuestos, el energúmeno creador de Pynchon disfruta toreando en varias plazas, escribiendo pasajes de ciencia ficción para acto seguido ofrecer páginas de vodeville, ensayar el reportaje de guerra, trocear un relato para adultos o regodearse en una fábula para fantasiosos, atravesando los distintos géneros con endiablada velocidad, reduciéndolos a mera trampa para lectores ingenuos o convencionales.

En fin, que lo que en apariencia es un cuento de descerebrados alcanza a ser en realidad una lectura alucinada del mundo como un texto paranoico de ilusiones metafísicas (que frase, rediós, a saber que habré dicho) de modo que la banalidad y el absurdo de su argumento hacen que éste no sea sino el pretexto para la explosión de la imaginería verbal.

La novela trabaja con materiales tan dispares como la ingeniería química, el Holocausto, el espionaje, la cábala, las grandes corporaciones, la estadística y las teorías de Ivan P. Pavlov, creando una especie de ontología aparte que les otorga función y significado, por lo tanto no hay Dios que la resuma ni doncella que le abra las piernas.

Pero mi deuda para con todo libro que abro la quiero pagar, algún día me meteré en esa visión delirante y, si me aclaro, la calificaré. Un abrazo.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Volcarte en tu blog y el efecto Hawthorne


Es evidente que no se grita al viento de la misma manera cuando sabes que puede escucharte alguién, aunque en principio no puedas verlo.

La equivalencia entre este medio, el blog, y los diarios íntimos es inexacta, porque la exposición escrita de eventuales y posibles intimidades ya presupone un lector, cosa que parece sacada del catecismo de Perogrullo.

En relación con ello, con la alteración que refleja nuestra conducta cuando nos observan, creo que no viene mal reseñar el típico experimento anglosajón que, como pasa muchas veces, suele dar carta de naturaleza a lo que todos sabíamos ya.

Corría el año vetusto de 1929 en yanquilandia, en medio de la Gran Depresión y todo eso. Un cátedro de harvard, llamado George Elton Mayo, realizó una serie de experimentos sobre comportamiento humano y productividad laboral en el seno de una planta de ensamblaje de teléfonos.
En aquella planta, los currantes trabajaban todo el día inclinados sobre piezas de reĺés y Elton Mayo eligió a seis mujeres para controlar su conducta, amén de la productividad esa antes mencionada.

En relación con esta, después de haber determinado una cantidad básica de piezas a ensamblar, Mayo instaló a las seis en un cuarto especial con un supervisor. A continuación, empezó a controlar las horas de su jornada, los días de trabajo semanales, las pausas para almorzar, las interrupciones, etc.
Para poder averiguar los efectos de la monotonía y la fatiga en el trabajo alteraba de diversa y, segúramente sádica manera, las condiciones.

Pero mientras realizaba estas pruebas, por cierto, muy en correspondencia con el maquinismo deshumanizante de las grandes fábricas anglosajonas de las primeras décadas del siglo XX, se percató de una tendencia sorprendente.
Casi todo lo que hacía para modificar las condiciones de trabajo de las seis mujeres segregadas, incluso los cambios hechos con intención de empeorar, que mira que era borde, parecía aumentar la productividad de las seis mujeres cobayas en relación con el resto de la plantilla.

El Elton Mayo este se había topado con una característica humana que pasó a denominar efecto Hawthorne, por la población donde se ubicaba la factoría y, por consiguiente, postuló que la influencia principal en la producción de las empleadas no era ninguna variación de condiciones, de eso nada sino, más bien, que había alguien observándolas.

El efecto subyacente parece obvio: nunca nos portamos igual si nos miran. Se alega esta causa para explicar el hecho, pej, de que los insomnes duerman como reyes cuando les estudian en un laboratorio del sueño. Se aplicó asimismo en los departamentos de recursos humanos, hacer ver ( o creer) a los empleados que la empresa se interesaba por ellos y tal.

En la exposición de intimidades ante un psicoanalista, psicólogo, etc. ya no reaccionamos igual que cuando las vivenciamos solos. El hecho de verbalizar algo, ponerlo por escrito, etc, nos altera la experiencia del mismo. Un sentimiento o sensación que nos estremecía como un cañonazo, al contarlo cabe la posibilidad de que no llegue a perdigonada porque el otro, el interlocutor, funciona como principio de realidad.

Por lo mismo, esa inspiración de la hostia que nos ha entrado en un duermevela o una ensoñación, cuando la vertemos en papel o pantalla se transforma en un coñazo intimista y soporífero. Lo malo es que muchas veces no nos damos cuenta hasta que alguien nos pone a caer de un burro. Eso sí, a mí no me lo hagais, sorry, mantenedme felízmente engañado, je, je.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Injertos culturales de cada día, el Kitsch.



Empiezo esta entrada con el placer que me produce meterme en corrales ajenos, en este caso nada menos que en el ámbito de los semiólogos , uf, inspirado por las ideas que proporciona la relectura de uno de los análisis clásicos sobre el arte, la literatura, etc, de nuestro tiempo, entendido esto último en sentido amplio, dada la fecha en la que fue escrito el título inspirador en cuestión. Se trata de Apocalípticos e integrados de Umberto Eco, publicado allá por la remota era de 1968 y que es un estudio de la cultura de masas de lo más ameno e imprescindible.

La consumición cultural en serie que nos empapa, por motivos de inercia, pero también por la necesidad de que alguna vez, en medio del erial, encontremos una joya que nos sacuda un poco la modorra, convierte en imprescindible alguna que otra herramienta teórica la cual, como es obvio, no sustituirá jamás el rodaje personal y la degustación experimentada, antes bien sería un complemento.

Como decía al principio, que mejor que una bitácora personal para zambullirte en berenjenales teóricos para los cuales no tienes la menor preparación académica y ortodoxa, excepto la derivada de las lecturas autodidactas que has hecho, llevado por la pasión de saber y el vicio de contemplar musarañas.

Disfruto con los análisis de este señor, faceta suya anterior y más importante que la de novelista de consumo , mira tu que paradojas. Perfeccionó y divulgó una de las definiciones clásicas del fenómeno del "kitsch" cultural. Esta palabreja deriva de una expresión alemana que significaba algo así como "vender barato", "amañar", "copia de pacotilla", etc

Viene a ser, según la definición coloreadita, de examen, del profe Eco, como "...el elemento estilístico extraído de su propio contexto, insertado en otro contexto cuya estructura general no posee los mismos caracteres de homogeneidad y necesidad de la estructura original, mientras el mensaje es propuesto -merced a la indebida inserción- como si fuera obra original y capaz de estimular experiencias inéditas..."

Es decir , el injerto pretencioso que pretende elevar la calidad y proporcionar dicha sensación a algo que carece de ella, la definición de toda obra que para poder justificarse se recubre con los despojos de otras y se vende como arte. Es la repetición de estructuras exitosas de otras creaciones.

Es muy probable que nos vengan a la mente mil ejemplos, se pueden encontrar en todos los géneros.

El lenguaje cursilón en literatura, por ejemplo, es un degeneración de cierto lenguaje depurado y poético que se desarrolló en su momento, como sabemos todos.

Los tipos de personaje que un día funcionaron en determinada historia, ya sea escrita o filmada, de pronto pasan a ser de empleo común en otras historias, empiezan a perder dimensión, se aplanan y pasan a ser meras máscaras griegas, algo así como meros fulcros o arquetipos simplones para que la acción tenga un referente, para cubrir el expediente y que haya "alguien" a quien le pasen las cosas.

Los contextos y planteamientos narrativos se importan y se "pegan" como si fueran los módulos de Ikea. Los planteamientos y resoluciones de las historias se convierten en guiones estándares y te matan la sorpresa porque adivinas los desenlaces, oh dioss, la maldición del lector/espectador frecuente.

Todo ello es, obviamente, producción dirigida para los bobos, opinión que además tiene cierto sustento científico, je, je.
En un experimento relatado en la revista "Mente y Cerebro", que es muy chulina y todo eso, a una serie de voluntarios se les presentaban una serie de historietas a base de viñetas en la pantalla de un ordenador. Los desenlaces parecían previsibles y así lo eran muchas de las veces. Pero algunas de las historias, de vez en cuando, presentaban elementos sorpresivos.
Como de paso, al personal se le pedía una apreciación del uno al diez según les gustara la historia, descubrieron que las más sorpresivas eran mejor apreciadas por aquellos que habían destacado en test previos de inteligencia. Vamos, que las previsibles representaban, por tanto, el refugio de los zoquetes, je, je...


Dentro de la ciencia ficción de mis amores, los autores repiten tecnologías, gadgets y lugares comunes como si fueran los macarrones de una misma bolsa. Estaba a punto de citar títulos y nombres, pero dejaré que quien pudiera leerme ponga los suyos.

Este género me resulta entrañable por los buenos ratos pasados cuando casi crío (y ahora también) pero no sé hasta que punto no reprimía en mí el desagrado, cuando adivinaba y reconocía el injerto de gato en el plato de liebre. Por culpa de ello, seguramente, ahora debo de pagar el duro precio de mi envilecimiento cultural,snif, snif . La razón profunda de repetir, ese espasmo de placer que, a veces, produce la audacia imaginativa de algún título ocasional, será materia de otras entradas y todo eso. Un abrasso.



lunes, 10 de septiembre de 2007

Y Jesucristo también cocía habas.




LAS TÁCTICAS DE PODER DE JESUCRISTO Y OTROS ENSAYOS
Autor: JAY HALEY. EDITORIAL PAIDOS.

Ya hace tiempo que leí este libro curioso y escrito con bastante mordacidad y sarcasmo y lleno de ensayos bastante irreverentes sobre la salud mental. Uno de ellos es el que me ha inspirado esta entrada, acerca de como un líder religioso que seguramente conoceréis, además de la salvación de las almas de sus discípulos buscaba, en sus ratos libres, el dominio de sus voluntades, aficción en la que no sería el primero ni el último entre los ungidos por el señor aunque sí el que mayor fama alcanzaría.

La opción de comentarlo no se deriva de ninguna iconoclastia anticristiana ni tampoco son ganas de provocar a posibles creyentes, puesto que en ese patio ha llovido ya bastante. Tampoco es esa la motivación de Jay Haley, un terapeuta sistémico de la escuela de Palo Alto. Dentro de la oleada de paradigmas que vienen y van en la psicología como las aguas de Mayo, los de la escuela sistémica nos conciben a todos como parte de microsistemas sociales (familia, trabajo, etc ) con funcionamientos más o menos sanos o bien, más o menos anómalos y donde la cuerda más floja es la que se rompe, en este caso el enfermo mental.
(sí, ya se, un resumen dramáticamente simple, sorry).

Entrando en harinas, que es lo que tuvo que hacer Jesús cuando nadie le conocía, vemos que este señor decía respetar la antigua Ley judía pero que proponía una "profundización", una diferenciación, como suele hacer el buen márketing. De hecho, hizo tal revisión de las leyes rabínicas que no podía reconocerlas ni quien las parió. Introdujo, pej. y sobre todo, los crímenes de pensamiento, además de los de acción, toda una osadía y una incursión dentro de la mente del adepto:

"Habeís oido no matarás, pero yo os digo que aquel que se irritare será reo de juicio." (Mateo).

Como tenía necesidad de darse a conocer se dedicó a atacar a las autoridades del stablisment de manera sistemática. En ningún lugar de los evangelios existe un solo comentario elogioso de Jesús acerca de líder religioso alguno. Lo más cercano a un elogio se lo hace a su amigo, aunque competidor, Juan el Bautista, eso sí, cuando ya estaba criando malvas y le dedicó lo de que entre los nacido de mujer ninguno era tan grande y tal y cual, que le hizo quedar francamente bien.

Se hizo con una notable fama de curador pero sin jactarse de ninguna cura, para así evitar investigaciones. Avanzada la "campaña" necesitaba ataques audaces sobre las autoridades y fue cuando empezó a calificar a los fariseos como "nidos de víboras". No solo se quedó en la fase verbal sino que agredió a los mercaderes del templo, interrumpiendo pacíficas transacciones comerciales. Posíblemente fuera el profeta ungido pero los modales eran los del eslabón perdido.

Cuando reclutó gente no se andó con sutilezas florentinas acerca del grado de lealtad que esperaba de los reclutandos: "Al que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí" (Mateo). Ignoro si Otelo era tan celoso...

Si te pillaba negándole delante de los hombres, el decía que te negaría delante del Padre, lo cual ya eran palabras mayores. Y, encima, para más inri, procuraba tener al rebaño sin demasiadas seguridades ni certezas, un poquito en ascuas: "...Y muchos me dirán en el día del juicio: Señor, señor ¿acaso no profetizamos en tu nombre, no expulsamos a los demonios, no dimos de comer al sediento? Y yo les diré: apartaos de mí, nunca os conocí, inicuos...".

Entrenó y adiestró a sus discípulos para ser sus colaboradores, nunca sus iguales. Los mantenía bien en su sitio criticando su torpeza para entenderlo, su incapacidad para curar así como los celos que mostraban entre ellos. Tan solo Pedro, por llamarlo Cristo viviente o así, se ganó el elogio arquitectónico de ser denominado " la piedra sobre la que fundaría su iglesia". Pero faltaba su contribución fundamental:

-- La táctica más grande:


Con las legiones en Galilea no era moco de pavo enfrentarse a la autoridad romana, así pues, sencíllamente no lo hizo y recomendó "darle al Cesar lo que es del Cesar", buscándose adrede una situación política de ambiguedad respecto a las reivindicaciones independentistas hebreas. Sin embargo, era consciente de que las autoridades y la oposición podían ejercer la violencia y, frente a ello, planteó la audacísima opción de poner la otra mejilla.

Esto tiene precedentes en el mundo animal, el lobo perdedor que se inclina ante el vencedor, etc. Lo que se consigue con ello en realidad es controlar la conducta del otro, bloqueando su despliegue violento y redefiniendo la situación dentro de un nuevo marco, accesible a la argumentación. Se le da a entender al oponente que la mejilla la pones por voluntad propia, siendo esta, tu voluntad, la que pone punto y final. Ghandi, más tarde, lo imitaría.

Todo esto, por supuesto, en el libro está infinitamente más detallado y mejor explicado, por Haley, en este título que ya tiene sus veinte añacos y del que no te niego lo dificil que resulta encontrarlo por ahí.

Confío en haber aportado un poco más de confusión a la que no falta sobre esta controvertida figura. Posíblemente, la próxima entrada con esta etiqueta verse sobre otra figura religiosa, podría tener un título en relación con esta: Y Mahoma las cocía a calderadas, no se. Un saludo y que seáis felices.




sábado, 8 de septiembre de 2007

Santa Virgen, que me quede como estoy


LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES
Jorg Blech. Ediciones Destino.

La actitud sobre la salud, manifiesta aunque no declarada, de las multinacionales de las pastillas y los jarabes recuerda sobremanera a una frase deliciosa de Stanislaw Lem y que aparece en su libro Memorias encontradas en una bañera, que por cierto hoy en día no lo encuentras ni ahí ni en ninguna parte. La frase era una recomendación contra los espías, que aparecía en un manual teórico ficticio y que pretendía señalar al cuerpo humano como susceptible de contener artefactos hostiles : El cuerpo humano como corpus delicti. Ahí es nada.

En la novela de Lem se presuponían, como algo axiomático, posibles artefactos espías en el organismo, dadas la muy culpables cualidades contenedoras de este. Pero en el pool de las multinacionales farmacéuticas a nuestro cuerpo se le añade, además, otra cualidad pecaminosa y patológica: envejecer. Nada de pamplinas anticuadas como la edad de la sabiduría ni la dignidad de los años ni na de na; la vejez pasa de considerarse proceso natural a ser una enfermedad general que se manifiesta en multitud de síntomas particulares.

Blech, en su doble condición de periodista y biólogo, nos cuenta algunos procederes de los consorcios medicamentosos y la presión hipocondríaca que se ejerce sobre el público, al que hay que venderle problemas médicos por todas partes:
-Procesos normales como si fueran enfermedades, Merck & Co. descubre un crecepelo, más o menos funcional y "trabajándose" a la prensa hace que se empiece a hablar de que si más de un tercio de hombres les ocurre, que si la caida del pelo produce "pánico", etc

-Problemas particulares como enfermedades: la timidez nuestra, la de todos los días en los momentos más inconvenientes, pasó a denominarse en los DSM (manuales) de los psiquiatras como "fobia social", ale, agárrate a esa y tómate el ansiolítico correspondiente.

-Los riesgos también son enfermedad: Al reducir los valores que se consideran normales en indicadores concretos, como pej. la tensión, el colesterol, la masa osea propia de la vejez, etc, se consigue a nivel mundial un aumento de millones de personas en las listas de enfermables y recetables. Es una ampliación de mercados agresiva, a base de difundir el terror narcista ante el propio cuerpo.

-Los síntomas leves indican enfermedades más graves: Se pone el ejemplo de la "campaña del colón irritable" para estigmatizar las molestias leves del intestino que casi todos tienen. Coincidió con el lanzamiento del medicamento Lonotrex, que provocaba serios efectos secundarios, ay, ay, ay.

El libro no para de dar detalles concretos. Por ejemplo, hubo una doctora del Hospital universitario de Copenhague que descubría, al estudiar nada menos que 159 investigaciones de medicamentos recientes, como la valoración de los médicos implicados era inevitablemente positiva cada vez que estos habían trabajado por orden de la industria.

Otro estudio grandote de la Harvard medichal school; se estudiaron 207 artículos de prensa sobre el desarrollo de tres medicamentos concretos. En más de la mitad faltaban datos acerca de los efectos secundarios y, cuando los expertos preguntados tenían algo que ver con el laboratorio pagador, el tema, sencíllamente, se obviaba.

Al exponer este tipo de hechos y consideraciones , como es lógico, no se descalifica el interés sano y normalito por la propia salud de nuestro cuerpo serrano que, como es normal, tiene todo hijo de vecino. El problema es que dicha salud tiene una naturaleza doble, autoperceptiva y cultural. Y ahora, esta cultura sanitaria global es alimentada, además de con honestos datos científicos, con munición interesada proveniente de intereses creados.

Desde siempre, el miedo y la ansiedad han sido un método de control magnífico. Nada hay más antimercantil, menos dócil y maleable, que un volumen considerable de personas que envejecen de forma feliz, aceptando las limitaciones que va imponiendo progresívamente la naturaleza exceptuando, como es obvio, los casos de dolor y sufrimiento evidente. Y por supuesto, resulta racional  adoptar como estilo de vida  un higienismo inteligente, que nazca de un amor al cuerpo de lo más lógico.

Por el contrario, una masa de ciudadanos hipocondríacos y temerosos fomenta el reforzamiento alienante de las jerarquías médicas y empresariales, condenando a millones de ciudadanos progresivamente maduritos a un apartamiento forzado de la cosa pública, obsesionados con sus achaques.

En un futuro, se vislumbra un panorama aún más inquietante según el autor, lo cual ya es la repera. El establecimiento del mapa del Genoma Humano y la profundización en la cartografía de los genes posibilita la tipificación de grupos humanos enteros y su clasificación en grupos de riesgos variados, información de vital interés para las corporaciones.

Nada más apetecible que conocer, en una población dada, a quienes tienen riesgo de tal y cual enfermedad, para enfocar las estrategias de producción de medicamentos y acometer campañas de marketing profundo y personalizado.
Muchos de estos enfermos habrán dado su consentimiento para tratar sus datos, a cambio de una prueba "gratuita" para averiguar si padecen la enfermedad X.

Por tanto, nada más natural que recibir propaganda individualizada e intimidante acerca de lo que les podría pasar si no compran el medicamento B, si no acuden a la clínica N , todo ello envuelto en frases rimbombantes y ofertas de financiación competitiva. En fin, que pensaba bajar a la farmacia por almax pero lo pensaré mejor y probaré con mis propias drogas cultivadas en casa. Un saludete.

viernes, 7 de septiembre de 2007

El aplanamiento indeseable.

LA TIERRA ES PLANA: BREVE HISTORIA DEL MUNDO GLOBALIZADO DEL SIGLO XXI
de
FRIEDMAN, THOMAS
EDICIONES MARTINEZ ROCA, S.A.

Cuando el periodista autor de este libro estaba de viaje en la India se percató de que la Tierra, nuestra Tierra salerosa de todos los días, era plana. En efecto, un contable de Bangalore se ofreció a hacerle la declaración de renta y el le contestó que ya tenía a su gestor de Chicago. Le contestaron que muchos contables indios ya llevaban a través de Internet la contabilidad de muchos estados e, incluso, la de algunos organismos
federales gracias, entre otras cosas, a las modernas tecnologías digitales y demás turrones de los tiempos modernos. Como sus sueldos eran ínfimos, comparados con los estadounidenses, las contrataciones iban viento en popa.

Como Juanito en el país de las maravillas globalizadas, nuestro autor empieza, desde ese momento, a bucear en el funcionamiento de la economía global y le pone el nombre de "aplanamiento", al fenómeno de la desaparición de las distancias físicas, al masivo fenómeno de las subcontratas internacionales y la manera radical como esto alborota los pelos a cualquiera.

Si me alarman un tanto este tipo de libros, ciertamente, no es por la falta de documentación y estudios in situ, que ciertamente los tiene y a chorros. Proporciona una cantidad de datos apabullante sobre empresas, tecnologías, patentes, etc. Sobre el funcionamiento y los goznes que hacen girar el mundo cotidiano. Si ya hace eones que Marx denunciaba la apropiación de las plusvalías por parte de las clases empresariales, este libro detalla como se hace esto en nuestros días.

Es un libro que se hace ameno de leer, bien documentado en general, en la tradición de ese periodismo tecnocrático y económico de los yanquis. Siguiendo esa misma tradición, se evita el choque frontal con las objeciones izquierdistas tradicionales y se emplea la mantequilla de los números para que indiquen lo que más interesa. Asimismo, las entrevistas confianzudas con los tiburones empresariales del estilo de "...oye, Carl, ¿como haceis para ganar tanto?.." "..Oh, déjame que te lo cuente con una anécdota, Thomas.." proporcionan posíblemente ,a algunos lectores, sensación de cercanía a los sancta sanctorum financieros.

Y es que, en este río revuelto del abaratamiento general del trabajo, también existe una cierta visión optimista, muy yanqui, en el sentido de que "todos" podemos tener más oportunidades. Lo malo es que estas son las oportunidades del lobo grande y el más fiero y poderoso de la manada es el que termina con el mejor cacho.

Solamente leyendo con atención estos ensayos, escritos por propagandistas más sibilinos de lo que parece, nos damos cuenta del poder de la propaganda y de las relaciones públicas, de aquellas que denunciaba el machacón de Chomski como infinitamente más eficaces que las del extinto bloque comunista. No me resisto a citar una petición de buena voluntad a los trabajadores ante la amenaza de paro por deslocalización del trabajo:

"...No cabe duda de que a nivel individual cuesta mucho aceptar que "tu" trabajo se marche a otra parte. Pero es hora de pensar no solo en el dolor, sino en la oportunidad que representa, en el deber de llevar a cabo este proceso de deslocalización. Cada uno de nosotros debe tender hacia su destino, como hicieron nuestros padres y abuelos en el tiempo de las acerías y el carbón..."

Es decir, vete al paro contento que tres siglos de capitalismo te contemplan, así como las moquetas de todas las bolsas mundiales y no querremos defraudarlas, ¿verdad?
La deliciosa criatura empresarial que formulaba esto era Tom Glocer, al ser ascendido a presidente de Reuters y cepillarse a la tercera parte de la plantilla a base, como no, de subcontratas externas.

Lo alarmante es que quienes realizan estos estudios e investigan las tripas del mundo suelen ser propagandistas y creyentes en el stablisment, un poco a la manera de los historiadores pelotas de todas las épocas. Como ya es muy tarde, seguiré con el tema más adelante...

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Bloggear y confesarse.


Es notable la exigencia que se te plantea y el trabajo que te impone el hecho de de intentar llevar un blog con una mínima frecuencia, cómo has de apretarte las meninges para contar cositas que no solo te interesen a ti; evitar la tentación de pasarte las horas muertas editando y dejándolo mono, pero sin poner chicha en el asador y quedándose en la masturbación intelectualoide.

Y sobre todo el tiempo que te sustrae. En ese sentido, he decidido mantener una regularidad razonable mientras pueda, así como tener en cuenta que podría darse el caso de que alguien lo leyera, je, je, con lo que habrá que buscar la inteligibilidad al menos. Me interesa, mientras lo permita el tiempo, el compartir las lecturas y objetos culturales que me han gustado o hecho pensar, más que nada porque, aunque no tengan "comments", le pueden dar ideas a alguien acerca de sus propias opciones lectoras.

Algo interesante es que este formato o, más bien la dinámica que impone, es como un híbrido entre el antiguo diario narcisista y cursi y la confesión en la sacristía, mira tú que comparación más meapilas, je, pero es que lo parece.

Te sinceras y confiesas, pero como supones la posibilidad de un lector que, al igual que un confesor o psicoanalista apenas ves, te esmeras por contar con abundancia y adivinar lo que pensaría, pero con límites, claro.

Lo más gordo nos lo callamos, faltaría más. Lo que se escribe es una versión socializable y exportable o, al menos, es lo que a mí me sale. A veces he leído por ahí blogs que parecían auténticas llamadas de auxilio, por parte de alguien que necesitaba soltar lo que tenía dentro con un mínimo de orden. Quién sabe si a lo mejor es posible que interprete la falta de respuestas como una absolución. Lo mejor de todo es que, salvo pillar un síndrome de túnel carpiano por teclear, aquí no existen penitencias.
Un saludín.

Materialízate, ven a mí...


Pero no me reduzcas a la mera contemplación, joer,...En fin pido perdón por esta frivolidad (es la una de la madrugada) a quien pudiera caer por aquí, pero tengo a esta hermosa criatura delante de mí siempre que conecto el PC, es mi último salvapantallas.

Me recuerda a aquellos tiempos en los que disfrutaba de los cómics como un enano vicioso, expresión que terminará al final por convertirse en una redundancia, caray.

Pero algo pasó en mi convivencia con dicho formato que hizo que de pronto empezara a no sintonizar con el, a tener cierta dificultad para meterme en la acción dibujada, mira que tiene narices, con la torrencial imaginación visual que he tenido siempre.

Como de todas maneras, no pensé en acudir al neurólogo para que analizara el procesamiento mental que hago de los dibujos, decidí que el cómic-la imagen que nos narra- habitaría para siempre en mi espíritu, pero eso sí, en estrecha alianza con la palabra escrita, con el texto sugerente, con la descripción certera y colorida.

Con ese talento, en suma, que tienen los grandes, los que saben, para meternos en harinas e inflamar nuestra mente y nuestra subjetividad con las imágenes de la suya.

Lo que no quiere decir que Sahyia (creo) no sea capaz de inflamar, desde nuestras pantallas, lo que le dejemos. Buenas noches.

martes, 4 de septiembre de 2007

Apostillas a un folletín.

Me doy cuenta de que en la entrada anterior, referida a la novela de Mary Gentle, es posible apreciar un tipo de entusiasmo que quizá pareciera falto de espíritu crítico. Bueno, a pesar de que en este caso, en mi opinión, es fácil decantarse por la botella medio llena, hay ciertas cosas que quizá le han cobrado la autora el precio del despiste.

Que en 1610 alguién haga alusiones al exceso de "testosterona" de sus rivales es un lapsus de jerga contemporánea, no creo que las hormonas anduvieran por las mientes de nadie en aquella época. Lo gracioso es que ni el editor ni nadie se percataron.

Mención aparte merece la decisión de Gentle de injertar elementos de CF en una novela histórica, convirtiéndola en ¿fantástica? En efecto, apuesta por una visión determinista del devenir temporal y la posibilidad matemática de modificarlo y controlarlo ¿verdad que nos suena? Pero tranquilos, el folletín mosqueteril resiste bien el injerto, ya que esta circunstancia está limitada a cierto personaje, motivado por una ambición tan lejana y abstracta que a veces se hace dificil de comprender.

Esta persona encarna el arquetipo del estudioso/científico megalómano, capaz por su conocimiento de distorsionar la época en la que vive y llevar al límite de vez en cuando la verosimilitud de la trama, dado el supuesto alcance de sus conocimientos. En suma, y por lo que veis, nada nuevo en la CiFi, ni siquiera en la de esta "clase", je, je...

domingo, 2 de septiembre de 2007

1610 : ¡Viva el folletín!


  • 1610 UN RELOJ DE SOL EN UNA TUMBA

  • MARY GENTLE. LA FACTORÍA.




Si su pretensión era entretener, la verdad es que en mi caso lo ha cumplido holgadamente y con creces. Esta novelaca de la grácil signorina Mary Gentle (al menos por la foto) demuestra que la susodicha ha captado a la perfección el espíritu de aquel plagiario notable y talentoso, a su manera comercial y populachera, que fue Alejandro Dumas.

Nada de historias breves y concisas, sino por el contrario una procelosa y bien larga. Se cuida de no cometer el pequeño errorcillo de Ash, al presentar un texto moderno y actual como si fuera un manuscrito medieval que leemos en ese momento. Aquí se asegura de indicarnos que ha sido traducido y adaptado al inglés moderno, aunque el documento ficticio en este caso ya no era medieval, sino más bien tardorrenacentista, de ese siglo XVII tan agitado y que ella conoce a la perfección.

Da gusto corretear de su mano por esos callejones embarrados, esas comarcas rurales, establos, palacios y castillos. Sobre todo si lo haces con esa pareja protagonista, para mi inolvidable ya, del duelista y su némesis, con toda esa pulsión erótica latiendo a la par que se pelean y enfrentan de todas las maneras posibles, armados de todas las emociones, pasiones y perversiones imaginables.

De paso que, con el mejor estilo mosqueteril nos pasea por Francia e Inglaterra, su personaje principal se ve sometido a una evolución forzada hacia la sabiduría y la lucidez respecto de si mismo. Un autoconocimiento forzado por ese rival que le hará tomar conciencia de sus limitaciones y apetitos más inaceptables, para regocijo y diversión de los lectores ya que, por muy bajo que el espía Rochefort pudiera llegar a caer, siempre compartirá con nosotros una instancia perspicaz y reflexiva que lo redime.

Te encuentras con un ritmo ágil, con sorpresas, crudeza y ferocidad sin economías, quizá con un cierto remanso y anticlímax aparente hacia el último cuarto del libro, lo cual es engañoso, ya que se preparan nuevos acontecimientos que profundizarán la complejidad de la trama, una trama que es agitada con mano maestra y atención concienzuda.

No se me hicieron largas las seiscientas y pico páginas. Logró dejarme, además, una melancolía por los personajes como hacía tiempo que no me ocurría, sin pretender con ello que esta novela sea algo más que el folletín magnífico y solvente que es, con unos personajes que, eso sí, sin ningún estruendo, terminan por salirse de el.
Saludines.