martes, 31 de marzo de 2009

Underwold


Intuimos la calidad de una película antes de verla, algo así como el instinto nos lo advierte. Pero cierta persona que ahora corre peligro de muerte por ello me dijo que esta no estaba mal. Confío por el bien de su integridad que en este momento esté bien lejos, brr...

Claro que a uno le encanta ver a los vampiros peleando con los hombres lobo, pero no de esta manera, caray.

Porque hoy en día y a lo que parece, realizar una película de corte fantástico, salvo algunas excepciones que salen bien consiste, básicamente, en seleccionar actores que den el pego visual y en combatir a muerte la nitidez de imagen, que así te ahorras un montón en decorados creibles.

Y es que Underwold, la rebelión de los licántropos, una especie de precuela a lo que parece, está toda ella filmada en un color azulino del copón del que es imposible escapar, de una cualidad cercana al de algunos antros góticos de la nocturnidad. Sí, ya sabemos que los vampiros solo operan en las tinieblas, pero hay dos opciones clásicas de iluminación que nunca dan mal resultado:


a) Optar por el realismo o por algo cercano al mismo, como hicieron en el Drácula de Coppola y otras, como Entrevista con el vampiro, etc


b) Filmarlas con una correctita luz de estudio como las entrañables y antiguas de la Hammer, con lo que consiguen que las veas de cine, nunca mejor dicho.


Luego, alguien supuso hace ya tiempo que los vampiros deben imitar en su aspecto a los grupos musicales tipo Bauhaus y otros de los 80s, que a su vez imitaban a vampiros del cine mudo, etc.

De ahí a pasarse por alguna fiesta de siniestros y góticos de algún país nórdico y reclutar a los figurantes solo hay un paso, que en esta cinta dan sin complejos. Hay alguna que otra vampiresa secundaria por ahí que solo le falta hablar por el móvil.

Y luego, para los licántropos, siempre habrá un referente básico para su transformación en tales. Me refiero a la fantástica escenificación que se realizó en Un hombre lobo americano en Londres, la madre de todas las transformaciones. Aquí han hecho Copia y Pega, pero con algún programa de digitalización baratillo, porque el resultado siempre les queda escalofriante aunque no de miedo precísamente.

La culminación del caos, el ataque final de los licántropos, es de una textura cercana al patetismo visual. Semejan un montón de bolas peludas corriendo a tirones y "escalando" las murallas del castillo vamp, como esos muñequitos que los lanzas a una pared y se quedan pegados.

Se salvan por su trabajo el actor que interpreta al vampiro jefe, el diseño de algunos trajecitos y poco más. El licántropo lider, cuando es humano, tiene menos carisma que el ministro Solbes recién levantado y la vampira rebelde funciona más como una adolescente tocapelotas que como la Gran Traidora a su Raza.
Bueno, un saludo cariñosete a todos.

sábado, 14 de marzo de 2009

Watchmen y el Powerpoint.

A ver, que ya sabemos que toda película comienza, además de la pelea por la pasta con los productores, con el story-board dichoso ese, una especie de cuaderno donde se dibujan las escenas antes de ser rodadas, una especie de complemento del guión escrito para plasmar las escenas sobre un papel y aclararse un poquillo . Más que nada porque los directores suelen tener un pensamiento demasiado visual para que les baste solamente con las letras.

Pero está claro que en Watchmen no hacía falta ¿Que mejor story-board que el propio cómic de Alan Moore? ¿Se puede pedir uno mejor? No, ciertamente que no. De ahí el atractivo visual de la peli, como negarlo. Lo malo es que tiene todo un aire, no sé... ¿Demasiado estático? ¿Demasiado elíptico, al estilo de un videoclip? ¿Como si no supieran darle cuerda a la acción por sí misma y a los personajes y se limitaran a la composición quietista del plano?

Porque es que esos planos, calcaditos del cómic impreso, tienen una enorme expresividad concentrada, sí, pero echas de menos -salvo en algunos ratos de ese grandioso y emotivo Rosscharcs ( lástima que por obligación lleve máscara, joss)- el sabor del drama, el fluir de la acción.

Extrañas el discurrir de alguna historia, de la acción puramente cinéfila, algo así. Porque trasplantar hermosas viñetas es como un ejercicio de virtuosismo pictórico y todos nos hemos acostumbrado a ello gracias a la publicidad, vale pero, ay, como no hayas leído el cómic...Como sea ese el caso, te verás sometido a una presentación narrativa similar a la que harías con el programita Powerpoint, ese con el que básicamente vas confeccionando diapositivas con efectitos y luego desfilan automáticamente, para poder explicar mejor algún proyecto o rollete macabeo.

La diferencia es que en la presentación esa tu proporcionas el contexto y aquí, para los profanos en la historia, el marco de referencia no se entiende bien, de puro condensado que está, por la inoperancia acumulativa de tanta foto fija, una detrás de otra.

Es como una invasión de postales y de colorines, a ver si consiguen aturdirte, ale...

Y alguien pensó, además,en convertir al Hombre mas Inteligente del Mundo en el muy soso y hollywoodense Rubio Fatal, je, je, en el socorrido Malo Con Laca que Reparte Matraca. Y también en transformar al Dr. Manhattan en un primo autista de Zumosol tintado de azul ¿Acaso nos creímos que transmitiría el misterio que tiene al leerlo en novela?
Menos mal que la superheroina, por lo menos, tiene unos ojazos azules que están para perderte...

Nada, un saludete de viñeta.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Slumdog millionaire.


¿Se puede ser policía torturador de manera "humana"? ¿Y además serlo sin rasgos sádicos evidentes y para colmo honesto? Al parecer, si vives en la moderna India, esa inmensa colmena de karmas en movimiento sí, si que puedes. A fin de cuentas, aquello es como una galaxia aparte, un mundo dentro del nuestro, y no es de extrañar que los ambientes del hampa que salen reflejados en esta película convivan con el desarrollo económico desigual y con el glamour de las televisiones comerciales, lo mismo que si fueran valores morales paralelos y convergentes.

El protagonista de esta historia de factura correcta y culminación bien trabada -de justicia es reconocerlo- es torturado al principio. Nada más empezar ya se come un descargón eléctrico de mil pares de narices, pero esto no es óbice para aparcar toda posible crítica al sistema y centrarse en el esquema Chico busca Chica y la Rescata que no veas. Lo que aquí se busca es otra cosa.

Para ello se coge una historia ya cerca del desenlace y se recurre a los flashbacks, abundantes y caudalosos. Te sumergen en unas infancias colectivas desgarradas sí, pero centrándose únicamente en las gestas particulares y las individualidades. El inmenso horror social del país hace las veces de decorado pintado, es como una formación geológica, inamovible e inevitable.

Pero ¿acaso no sale retratada esa colectividad degenerada, aunque sea oblicuamente? Pues si sale ya tenemos una muestra, aquí en Occidente, donde repartimos los oscars, de la Otredad de Asia, ya estamos concienciados, ale, ya podemos tranquilizarnos. La historia es un ejemplo de como mostrar un país socialmente estragado y ahorrarse cualquier indagación y cuestionamiento. Están en pleno despegue. Los call-centers donde trabaja el prota atienden casi toda la telefonía de USA y Gran Bretaña, se construye como las termitas y su constelación cinéfila se expande como un melanoma.

Por ello, el protagonista es como un angel barriobajero que peca pero eso sí, sin maldad ninguna aparente, como se supone que lo hace la sociedad en la que vive que, al menos en la narración, es redimida por el triunfo de un chaval más puro cuanta más estopa recibe, y que contesta a cada revés con la mirada más limpia de aquel continente, chapeau por el casting.

De esta forma, la pura acción te libra de la reflexión. Esta reflexión se evita al sustraerte todo dato social y ambiental que no pudieras encontrar en un reportaje ternurista de Cáritas. Ah, y para colmo, todo acaba en un baile de Bollywood ¿Nos habíamos olvidado de esta entidad distractora de conciencias con exceso de purpurina?.

Un saludo emergente.