lunes, 28 de julio de 2008

Verano del copón

Hace ya un mes que para mí empezó el verano del copón, marchándome por los lugares de veraneo habituales, con el equipaje lleno de guerras zombies, Cisnes negros (ensayo ladrillil profundo y demás) Eiffeheim, Ian banks, caidas de dragón y lociones protectoras con poder, para un servidor que siempre ha sido más blancucho de piel que una pared de cal.

En el recuerdo, los compañeros que alguna vez han posteado por aquí, a los cuales contestaré en la medida en que me acerque a casita y a mi ordenata. Esta caló es espantosa, las neuronas se disgregan, y las eventuales entradas carecerán aún más de ese interés buscado por mí. Dejo a Knut peleando con los escritores sediciosos, je, je, a Instan lamentando el penco de cine ciencia ficcionero que nos echan y a Errantus reivindicando el papel de las flores.

Volveré, como Arnold el Governator, a molestaros un rato y a enmendar este maldito problema de periodicidad, o periodoncia, o como se llame, para meter entradas que, al menos, merezcan ese nombre. Tened en cuenta que el verano no nos hará más sabios, la calidad de todos mermará y nos iremos zumbando a parar al Big Crunch ese, al vórtice entrópico de la hostia. Pero en compañía todo es más llevadero ;))

jueves, 3 de julio de 2008

Irás y no Volverás.



Las reflexiones de algún amiguete blogero me han inspirado un poquito, que ya era hora de que la última entrada dejara de ser la del bichejo ese del video, hostil al palo que lo pincha y lo chincha.

Knut decía que, quizá, no estábamos solos del todo en los mundos imaginarios de las narraciones.

Sí que lo estuvimos. Claro que estábamos solos entonces, cuando las leíamos, sobre todo las primeras historias, las vividas en la era preinternáutica, cuando la resonancia de lo leido no alcanzaba la magnitud de la Web mundial y los foros de los afines. Cuando éramos tan jóvenes y nos impactaba tanto lo leido que lo guardábamos como un tesoro, sabedores de que nuestro entorno inmediato era refractario, cuando no claramente hostil, a esos universos tan peculiares de la literatura de género.

Hostil, a esas propuestas narrativas aptas, aparentemente, para segregar y marginar adolescentes, apartándoles de la competencia por el sexo y las ocupaciones de la supervivencia, ejem.


En aquellos momentos, visitábamos las arenas de Dune entrando a ese planeta, a ese mundo paralelo, por la entrada situada en nuestro cuarto privado, abriendo unas tapas de libro que activaban la telepresencia instantanea al lado de una Bene Gesserit macizona, una hembra alfa dominante que, además, manipulaba a su antojo la mitología de una élite del desierto para que aclamaran a su hijo, el prota.

Aquellos libros, salvo algunas picias editoriales pestíferas, eran unos poderosísimos generadores de imágenes y emociones, que empezaban y terminaban dentro de nosotros, por lo tanto parecía que todo era un asunto
privado. Pero ya no es así, se acabó la soledad. Porque en el mundo de la cultura, de la culturilla y de la cultureta, se da notablemente el fenómeno de la influencia retroactiva.

Esta influencia es parecida a la manera en que nuestra mente, según las investigaciones más recientes, reordena y modifica los recuerdos como si fueran plastilina, haciendo que vivencias recientes, valores adoptados en los últimos tiempos, así como reflexiones de "madurez", coloreen, transformen y a veces hasta borren recuerdos antiguos, de una manera dinámica y continua.

Nuestro yo presente, por tanto, es como uno de esos dictadores cronófagos que ocultan cosas e inventan otras. Eso sí, es como un niño de pecho al lado de nuestro yo del futuro, ese sí que nos va a dar para el pelo, je, je (y no se, ya parezco un candidato a la esquizofrenia por calor, pero en fin...)


Pasa algo parecido con la Historia, que no puede objetivarse al cien por cien (al menos por ahora), que tiene por fortuna o por desgracia que basarse siempre en alguna interpretación, no en vano casi siempre nos encontramos por ahí el último libro "desmitificador" acerca de algo.

Todavía pasa más en el terreno de la cultura, ya no tenemos manera de ver con ojos de principiante, de absolut beginner, ninguna creación pasada, ni siquiera lo que alguna vez leimos nosotros mismos.

Desde que tuvimos aquella última con aquel libro, en nuestro cuarto, cuando salimos del planeta Dune, emprendimos un viaje en el tiempo que se transformó en biografía personal y en reordenamiento continuo del mundo, en una continua recalificación, al estilo del litoral de Levante, je, je...Y como es propio de lo leido y compartido que ello se convierta en algo común, está claro no solo que ya no estamos aislados en aquellos mundos virtuales, sino que nunca lo estuvimos.


Si las concepciones de Platón, o quizá algunas de Popper sobre la autonomía del mundo de las creaciones mentales (su mundo nº 3) fueran acertadas, y si no lo son que mas da, se acabó la soledad, privilegiada pero también autista y circular, caray.

Nada de eso, por todos esos lares de las historias compartidas estaríamos acompañados por la gran masonería lectora, por los visitantes de ese mundo virtual, de esa linea temporal cerrada por un principio y un fin que es la narración que visitas.

El Tiempo podrá avanzar lo que le plazca y transformar el mundo percibido a cada momento, pero la dimensión del imaginario es ortogonal y acumulativa y en este caso acumula presencias. Esas presencias somos nosotros, los que estamos ahora ahora en un universo-libro y que habitamos junto a los que estuvieron antes. Y estamos con nuevas ideas directoras, nuevos conceptos ¿mejores o peores?

No se, propongo un criterio darwiniano (que original soy, jope) ; aquellos yoes nuestros junto a sus respectivos valores que mejor se desenvuelvan, serán positivamente seleccionados en la dimensión esa del NuncaJamás, cosa por cierto muy parecidilla al mundo de todos los días...

Saludines y un abrazo, sobre todo caluroso, ja, ja, ja, ja