viernes, 26 de marzo de 2010

La invasión de los píxeles

Acantilado rojo. De John Woo.  Ah, y muuchos chinos digitales...

Tocaba ya reseña de peli, preferible a la de un tocho ensayil  y a las denuncias visionarias y todo eso, porque son entradas que  suelen salir más fluidas de mi sesera dependiendo, claro está, de la calidad de las palomitas consumidas. Así que presentamos, tachín, tachan, una batalla épica y entretenida, seguro que sí.

Pues bien, el Imperio (siempre hay uno) con sede en el norte, pretende machacar a los rebeldes del sur. Como era de esperar, el norte represor y facineroso tiene nada menos que ochocientos  mil soldados (sí, eso, 800.000) mientras que los del sur, heroicos, amantes del zen y de los lirios en el campo, no llegarán a  los cincuenta mil, para colmo desconfían entre sí y, encima, uno de los líderes le parece a un gorila antes de afeitar.

Estas desigualdades entre los bandos aunque sean clamorosas son imprescindibles, queridos saltamontes, son las que otorgan auténtico valor a la victoria posterior de los más sensatos. Y a sensato no le gana nadie al virrey meridional Zu-yu (que en español significa Zu-yu).
Es este una inteligencia militar preclara, así como gran apreciador de la música y  un artista aventajado en cultivar el amor de su esposa.

Esto último aviso que no es fácil, ojito, puesto que ella es refinadísima y sensible hasta la protesta, como los buenos estereotipos de cónyuge oriental. Pues bien, cada vez que termine de hacerse admirar por su amada costilla, Zu-yu ejercerá de ajedrecista maestro con las tropas y recursos de que dispone.

Y si la estrategia militar puede ser oscura y abstrusa, volverla comprensible requiere capacidad demostrativa, explicativa y todo eso. Y aquí es donde encontramos  el punto fuerte de la película. Los enroques y las retiradas, las argucias y las contratácticas, se ven favorecidas por un didactismo visual y dialogado magnífico, capaz de hacernos sentir como si fuéramos un general más, ganosos de victoria...

Pero da igual el bando que elijamos porque fracasaremos. Sí, así es. Si existe algún cielo para los directores bélicos realistas, tipo Peter Weir en Master and Commander  y -como no- los Venerables Clasicotes de Siempre, a John Woo le habrán puesto la marca de Caín para que no entre en el mismo.

Porque en cierto momento de borrachera fílmica empieza a pisar el acelerador digital y el software le obedece, claro. Y eso es lo malo. Lo es, porque las cantidades de guerreros y naves crecen y crecen de forma exponencial e imposible, como solamente el generador de soldaditos de un videojuego podría conseguir. Todo ello no le resta solvencia  -preciso es reconocerlo-   al manejarse en planos más cortos, donde se le da bien el detalle y el menudeo.

Lo malo es que la borrachera y el preciosismo también nos derrotarán aquí. Si es difícil esquivar una flecha, aquí no solamente la esquivan, sino que se retuercen por el aire, la atrapan y, encima, se la clavan al que la lanzó. Se asume, tácitamente, que los guerreros orientales tienen facultades de superhéroe, por aquello de las artes marciales y demás.
Aquí y en consecuencia, no veremos las miserias del cuerpo a cuerpo, como en Gladiator, pej,  porque ya se sabe que estos superorientales desafían la gravedad y la Física como yo me zampo un bollo.

De todas maneras, nos damos cuenta bien pronto que le importa menos la verosimilitud que hacerle guiños al cine de artes marciales imposibles, tipo made in Hong-Kong y herederos alucinados de Matrix, donde  asumen tan pimpantes que los cuerpos  pueden quedarse estáticos en el aire, como si le dieras al "pause" del DVD.

Suerte que de esto último no recuerdo que abuse. Tan solo se vuelve a exceder otro poquito con la pintura paisajista, buuf, eso sí. De seguro que China (si la han rodado allí) puede mostrar hermosos paisajes, sin necesidad de sacar esas vistas parecidas a los cuadros de los restaurantes chinos, con catarata animada y todo.

Gracias si me habéis leido hasta aquí y un saludito con katana.

2 comentarios:

Kotinussa dijo...

Ajj, no puedo con estas cosas orientales.

maxtor dijo...

Pues yo la he visto y la encuentro la mar de entretenida, acción a tope, fotografía buena, etc.
Está hecha con la pretensión de entretener y quizá no se le debieran buscar tres pies al gato: tan solo muestra enfrentamientos bélicos de lo más entretenidos.