martes, 5 de enero de 2010

El trabajador esforzado.

El Prefecto. Alastair Reynolds.

Siempre resulta grato ver la entrega esforzada a una labor, el como un profesional de lo que sea llega hasta el fin de su tarea de la manera mas concienzuda posible. En la presente novela, tanto el autor (Reynolds) como el protagonista (el prefecto Tom Dreyfuss) se baten a fondo para ganarse el salario. Desde luego, por intentarlo no quedará.

Reynolds intenta compensar el hecho, irremediable, de no ser Iain Banks. También arrastra la condición de no ser siquiera como Hamilton. Por lo tanto, los personajes van creciendo en complejidad pero de manera sencillita, nada de ganar densidad biográfica ni emotiva. Aquí todo es más fácil y tan solo se van revelando los detalles pertinentes para la acción.

Tampoco el escenario de Yellowstone y su Anillo Brillante son presentados con la alta definición con que los presentaría Hamilton. Por supuesto, eso sí, que forman un decorado amplio, resultón y, ante todo y muy importante, con multitud de rincones donde pueden pasar cosas continuamente, sin que entren en conflicto con los hechos narrados en otras entregas.

En esta ocasión, abandona el despliegue imaginativo de los últimos títulos, sobre todo porque apenas encontramos esbozos de culturas exóticas. Tanto Ultras como Combinados se quedan en apuntes útiles para la historia. Tampoco se alude a las clásicas megaentidades pertenecientes a razas avanzadas o a universos paralelos, no sé si por cierto sabor confuso que terminaron dejándonos tanto El desfiladero de la absolución como El arca de la redención, con ese guirigay más bien vago de supercivilizaciones que no se ven y artefactos que no se entienden.

En El prefecto, por contra, apuesta decidídamente por los buenos trabajadores de la plantilla, por los empleados fieles. La organización llamada Panoplia es la comisaría de Hill Street, la multitud de hábitats espaciales son Esas Calles duras de Ahí Fuera. El prota, Tom Dreyfuss, es el policía tenaz, concienzudo y con una intuición de rayo laser. A la que hace de jefe le han encomendado que sude el papel y a los malos les han dicho que sean odiosos, así como fríos y calculadores hasta la nausea si quieren prima por productividad. Asimismo, los secundarios se han leído el guión y ejecutan bien el estereotipo correspondiente.

Y el autor, un buen empleado, ha decidido llevarnos de sobresalto en sobresalto, para cumplir con su contrato laboral. La inventiva esta vez no llega tan lejos como en otras ocasiones, pero la trama está mejor hilada y resuelta aunque, eso sí, se echan muy de menos las pinceladas siniestras de otras veces. Y es que, independientemente de la maldad y rareza de los adversarios, el universo que nos encontramos ahora es más benigno y con escala humana, así como susceptible de pacificarse y ordenarse.

Debe de haber tenido una revelación a la hora de escribir : si despliego exotismos y maravillas en demasía me acabaré liando y confundiendo al personal. Total, para que invertir en portentos galácticos para luego dejarlos abandonados y sin amortizar. Por lo tanto, señores, vamos a concentrarnos en resolver los quebrantos de la ley y perseguir a los infractores, ya sean de silicio o de ADN. Y lo haremos con la plantilla, recurriendo a cuantas menos subcontratas mejor. Esta es la razón, creo yo, por la que los hipercerdos modificados genéticamente apenas tienen unos cameos.

Y una vez visto de esta manera te resulta liberador, ejem, y relativamente fácil, el disfrutarlo como un pasapáginas correcto, realizado por operarios honestos. Seguro que ya queda menos para que publiquen alguna cosa hecha por Maestros Artesanos...

Un saludete laborioso y cumplidor.





1 comentario:

maxtor dijo...

Yo la veo un space opera de lo mas corrientito la verdad, incluso con las sorpresas y golpes de efecto típicas de las pelis. Por cierto, no creo que compararlo con Banks sea muy atinado, este tiene obras como la de inversiones que son un aburrimiento.
Saludos.