Como las cuentas nacionales no cuadran, a solo dos años de que España fuera oficialmente un paraíso, vamos a tener que trabajar, como mínimo, dos añitos mas que nuestros papaítos y abuelos, no se si lo habréis oído por ahí.
Desde luego que es de lamentar para quienes ya les faltara poco, uno, dos, tres o cuatro inviernos. Mira que tiene narices, tan cerca de las mieles de la ociosidad bien ganada y retribuida y ale, a quedarte con las ganas...
Pero para los que aún teníamos la cosa lejana supone, no nos equivoquemos, una auténtica carga de profundidad. Primero que nada, obviemos el hecho de las responsabilidades políticas y corporativas en este actual estado de cosas. Las voy a obviar no por que no sean un hecho central, sino porque desde este pequeño rinconcito poco puedo hacer contra esos facinerosos y, encima, ellos tienen las espaldas bien cubiertas. A Emilio Botín, Tamames, Zp y Gallardón, la perspectiva poco les inquieta en lo personal.
Vayamos al grano pues, que el tiempo vuela ¿Terminará la cosa ahí? ¿No será esto el equivalente a la introducción inicial del zapato en la puerta y seguir retrasando ad infinitum? ¿Habrá límite a la capacidad de exprimirnos? ¿Llegarán a abolir la jubilación del todo? ¿Hay alguna pregunta trascendente más que se me olvide?
Los futuros avances que se prevén en investigaciones geriátricas buscarán optimizarnos en el futuro próximo, como a los coches con las ITVs. Para los ricos, capacidad sexual y de seducción; para los bolsillos modestos, desaparición de la excusa de los achaques para así no arrimar el hombro. Los niveles de control e intrusión en la jornada laboral ya alcanzan proporciones escandalosas, con empresas que obligan a aguantar la grabación íntegra en vídeo de la jornada diaria, que quien sabe las pasiones que despertará esa contemplación en algún directivo pervertido...
Todo esto ya es notable en nuestra generación y será mucho más marcado en las que vengan. Ya estaba bien de ver a los abueletes en los parques cuidando de los nietos, dado que su puesto realmente útil está ahí, en el tajo, en la cadena de produción, detrás de un ordenata alimentando al mismo sin parar y visitando a la clientela, que abrirá la puerta (si lo hace) con cara de lástima.
No está descartado que se retrase hasta los 70 la edad del descanso y que nos dejen menos tiempo libre que al semáforo de un cruce. Los futuros centros laborales podrían ofrecer un aumento de cabellos canosos en el paisaje humano; carraspeos y vasos con dentaduras postizas, pastilleros con el logo corporativo...
Y el tiempo, ese es el auténtico robo, el auténtico atraco. Que salvo el pijerío y las clases adineradas, nuestro tiempo pertenece, ahora y siempre, a otros, que son los que lo disponen ¿Acaso lo creíamos nuestro? Porque el trabajo y la actividad solo enriquecen cuando los elijes tu. Sino, te convierten en una mera terminal, en el extremo subordinado de una puta maquinaria.
Resulta muy bonito escuchar a un actor, a un empresario, etc, decir que el no quiere dejar de trabajar nunca. Pues vale, que lo pongan en una zanja picando piedra a ver. O que lo enclaustren en una oficina a dedicarle odas apasionadas al monitor y al teclado. O que pillen a un profe, harto ya de los "tiernos" adolescentes de hoy en día, y que le sometan a una terapia de intercambio de amores mutuos con la muchachada por una temporadita más.
Aclaro, poniendo velas a San Obvio, que un parado forzoso también debe trabajar todos los días buscando las habichuelas, la tarea más ingrata y desagradecida que existe. Y ya se da la paradoja de que los desempleados no encuentran nada nunca jamás y por contra los otros, los contratados, están sobresaturados y encima, les anuncian el alargamiento de su obligatoriedad productiva, quien sabe si para toda la eternidad.
Y además, está muy mal visto está el negarte a las horas y los ratitos extra; el que desconectes el móvil y volverte ilocalizable para tu santo patrono; el que pongas a trabas a la "movilidad", entrecomillada porque se supone que siempre es la tuya, claro.
Un saludo explotado y cabreado (se me pasará)
4 comentarios:
Alguna ventaja tiene que tener, hay gente que se desmoraliza nada mas le jubilan, se aburren y dan la tabarra por la casa. Pero claro, debería ser voluntario. Un saludo.
¿Yo que te puedo decir? Al menos hay quien tiene trabajo. Que yo sigo en el paro y más aburrida que una ostra.
Sí, si que es cierto que hay gente que le entra morriña de la actividad, maxtor, el tiempo libre no es necesariamente una panacea.
Errantus:
Tener trabajo es lo menos malo de lo malo, je, je. Y lo único que te puedo decir yo es que si vivieras en España te encontrarías con los prejuicios a la hora de contratar a madres con niños pequeños.
No sé en México, pero aquí son tremendos.
Yo espero que la cosa mejore; a fin de cuentas el pesimismo tampoco es garantía de acierto, gracias a dios.
¿Pues qué te puedo decir Francisco? La cosa aquí no creo que sea mejor ni de broma. Hace muchos años entré a trabajar a Hacienda y ahí pedían firmar una carta de no-embarazo. Cosa ilegal por donde se vea. Así que si eso te hacen en gobierno, imagina en la IP.
Y no hablemos de las jubilaciones, que aquí ya cada quien ahorra para la suya, si puede. Con lo que yo, que llevo 2 años sin cotizar, pues los trabajos por honorarios no aportan a tu "fondo de retiro", pues mal apañada me veo. Y vivir sólo del pariente no me hace mucha ilu, más que cuando la peque empiece el cole va a ser necesario sacar ingresos extras. Así que ya me estoy exprimiendo la neurona para hacer algún negocio vía internet, ya que el trabajo formal no es que esté muy mal pagado - que lo está-, sino que es cada día un bien más escaso que el petroleo.
Y como el pesimismo tampoco me agrada, un beso lleno de ánimo desde este lado del charco.
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