lunes, 27 de abril de 2009

El espectáculo del vampiro

El espectáculo del vampiro. Richard Laymon.

Que bueno que para variar no sea una historia coral, de esas que cada vez que termina un capítulo tienes que olvidarte de esa línea de la trama y ponerte con otra. Y que conste que a mí también me gusta seguir la acción a través de tropocientos personajes si se tercia, ojito. Pero aquí, en esta novela protagonizada por adolescentes y que se desarrolla todita ella en la misma jornada del día, solo tienes que seguir el punto de vista de uno de ellos, Dwight Thompson.

Se les ha metido en la cabeza ver una supuesta representación vampírica en las afueras del pueblo, cosa que hará que se desencadene un torbellino de despropósitos que te mantienen azuzado.

Y cuando acabas un capítulo con auténtico dolor, no por ello no tienes que lamentarte: hay otra buena dosis de acción narrativa que nos retoma la interrumpido justito en el segundo siguiente, continuando hasta con las conversaciones, costumbre no demasiado frecuente en la literatura de género hoy en día, muy dada a las perspectivas múltiples y elipsis más o menos dilatadas. De hecho, la historia entera es un continuo temporal denso y de pura concentración zen en el instante.

De esa manera, la aventura de tres adolescentes, chica y dos chicos, a quienes se les unirán dos mujeres más, adquiere una intensidad propia de los buenos narradores, de los que te enganchan.

Es fácil la identificación con el protagonista; reacciona instintivamente con las mujeres como a todos nos gustaría y ellas se lo premian, así da gusto ser adolescente, je, je. Con ello no quiero decir que sea un conquistador activo sino más bien un recompensado por méritos. De hecho, son las recompensas femeninas -junto al terror, faltaría más- uno de los ejes emotivos de la trama. Las chicas son, de facto, las que marcan aquí las pautas y poseen la mayor capacidad resolutiva. El protagonista masculino, por contra, lo que sí que experimenta es mucho miedo aunque, y para compensar, también resulta ser muy premiado y no me refiero solo a recompensas de tipo erótico, sino a satisfacciones emocionales. Es bonito sintonizar y fluir con ellas y aquí y en ese aspecto, este adolescente podría representar una especie de reconciliación con las Féminas Todas (o casi, ya se verá)

Pero la ternura se debe contrapesar con esa insospechada carga siniestra que rodea a un típico pueblo somnoliento de los años sesenta en los EE.UU . Es algo que recuerda por momentos a IT, ese novelón de King, pero solo por momentos. Laymon divaga menos y te cuenta más, es más agil y menos atmosférico. Te prepara sorpresas y algunas de ellas, como no, consisten en la condición obscena y morbosa de algunos de los personajes principales, con sus lados oscuros e insidiosos.

La representación teatral vampírica resulta ser de una naturaleza insospechada pero no defrauda y el ritmo es puro crescendo. Me arriesgo a recomendarla y si no os gusta aquí está vuestra casa para ponerme a caer de un burro, ja, ja. Pero si tenéis una chaqueta corred a venderla y comprárosla.

Un saludo con mordisquito.

7 comentarios:

Errantus dijo...

¿Pero Laymon no es de terror gore? Lo digo porque tengo algunos libros suyos por ahí y no he podido con ellos por el exceso de charcutería. ¿En esta obra sigue esa línea suya?

marguis dijo...

Me ha sonado al episodio ese de Carnivale donde van a parar a un pueblo raro, raro, donde no sale nadie de noche...

francissco dijo...

Errantus:

Pues alguna charcutería sí que sale, pero me ha sorprendido lo comedida que está la cosa. De hecho, lo que más bien hace es insinuártela. Se centra sobre todo en la ansiedad continua con que unos adolescentes viven la jornada crucial previa a la representación vampírica.

Y como no, a la representación propiamente dicha , claro, je, je

Marguis:

Aquí, lo más raro del pueblo son los alrededores, ja, ja. Y buena parte de la acción es de día, aunque tampoco sale mucha gente a la calle. no...

Knut dijo...

De Laymon me leí las dos novelas que publicó Martinez Roca hace siglos. No las recuerdo bien porque hace mucho y ya de adolescente me pareció lo peor que había leído nunca, por eso me sorprende tu comentario. Recuerdo a un autor que practicamente no describe nada (enunciaba casqiería y poco más) y que básicamente todo es diálogo corto y sin substancia.

¿realmente ha cambiado tanto? No me fío compi.

Knut dijo...

Rectifico, he leído todo lo que salió en castellano de este señor, sus 4 novelas!!!

Estoy tan patidifuso con tu comentario, especialmente con eso de "intensidad propia de los buenos narradores". He buscado información y todo, para ver si atreverme o no. Ains!!!

Apagadas están las luces y La sangre del bosque son lo peor que he leído nunca en ningún género. Sólo un mono cachondo al que se ha educado con pornografía infantil en una carnicería tercermundista podría escribir algo tan malo.

Y yo lo leí precisamente por lo de gore. Vamos me tiré por él y Barker precisamente por eso, y si bien el segundo tiene una fama absolutamente inmerecida (un poquitin de sangre y alguna descripción del sabor del semen -cosa que admito me hizo probar el mío por puro morbo, pero desgraciadamente no soy de esos de los que habla Z. Brite o la Rice o él mismo-) Laymon tiene sangre y visceras a raudales, pero juro por dios que yo mismo sería más asqueroso y descriptivo. Más allá de "sutil bestialismo", niños pequeños violados y descuartizados y una cierta tendencia a tocar todos los tabus posibles con el tono de un propecto médico, juro por dios que no entiendo cómo es que este hombre se ha llegado a ver publicado en ningún idioma.

Es serie Z cutre a más no poder.

Recuerdo una antología de cuentos gores, en una edición de esas baratas, que siendo igualmente la misma mierda al menos tiene una calidad literaria algo superior.

¿Has leído algo más de Laymon?

De verdad que me descolocas, ni harto vino pensaría que estás leyendo este tipo de cosas.4

Y lo digo porque en una alarde de imbecilidad me estoy acabando (hasta que publiquen el último claro) La rueda del tiempo, tan llena de adolescentes calenturientas que sólo se atreven a pensar cochinadas si el tipo en cuestión va a ser el marido, que se enamoran eternamente de un vistazo y con personalidades basadas en A es tetona, iracunda y "casi se saca de cuajo la trenza" cada 2 páginas, pechos turgentes por todas partes y mucho chicle.

Joer, yo un moñas tradicional y tu con Laymon, hablando de sentimientos y chorradillas pseudomachistosillas al respecto las mujeres. Ains cómo se ve el plumero malboril.

"Es bonito y sintonizar y fluir con ellas"... lo dicho, me dejas sin palabras...

Déjame entrar te va a parecer una moñada de tomo y lomo.

francissco dijo...

Ja, ja, ja, cabroncete, pues esta es la primera que me leía de Laymon, venía de leerme un ensayo tostonísimo y necesitaba algo de acción ligera y sin complicaciones, apto para leer mientras calientas la comida, vas en el metro, esperas a alguien dentro del coche, no sé, podría encajar en eso.

Esta es entretenida, justamente por la absoluta falta de ambición con la que parte y porque te prepara las neuronas para leer otros tochos mayores que puedas tener por la Pila. Es como una pausa para hacer pis

Errantus dijo...

Pues de los que conozco que leen mientras hacen pis, la mayoría prefiere el diario o las revistas del corazón. Pero cada quién sus perversiones. ;)