viernes, 31 de agosto de 2007

Queremos tu voluntad.

COERCIÓN
Douglas Rushkoff (Editorial Liebre de Marzo)


Es de esos ensayos que te hacen sentir como cuando niño escuchabas a hurtadillas las discusiones supuestamente privadas de los padres; de pronto descubrías que el mundo tenía también una faz sórdida, fea y desagradable. Te quedabas con la sensación de que quizá te tocara lidiar, en un futuro cercano, con escabrosidades y complejidades que no habías pedido vivir y que, además, alguien te había estado mintiendo como un bellaco. Quizá no nos habría gustado enterarnos de que en casa había un monstruo encerrado y todas esas cosas...


El amigo Rushkoff, profe universitario, habla de secuestros y torceduras de la voluntad, de la voluntad nuestra, de la de los fulanos y peatones de todos los días. Y lo más interesante es que, además, nos dice como se hace. No como una exposición teórica, sino más bien como un manual concreto. Nos proporciona, por tanto, una percepción de cierta parte inconsciente de nuestra vivencia cotidiana dentro de esta sociedad, una vivencia con un componente siniestro, alienante e ignorado, del que alguien, algunos, tienen llaves que desconocemos haberles dado.


No hay dejar que el pŕologo bienpensante de la edición castellana, dirigido a no se sabe bien que “líderes mediáticos”, nos haga pensar que se trata de un manualito sobre técnicas de venta en clave rosa. De hecho, este prologuito es lo único que desentona y parece como un añadido posterior para quitarle hierro a la cosa.


Habla de comerciales codiciosos, interrogadores policiales y militares, líderes de sectas y políticos (entre ellos los nazis) así como de empresas rapaces y sin escrúpulos. De como esta gente encantadora aliena y coerciona a los, por desgracia, coercibles, de que manera alguna gentuza por ahí ha sabido siempre lo frágiles que somos.


Los libros como este hacen que luego salgas a la calle o, símplemente, mires la tele, de forma diferente, más adulta pero inevitáblemente más cínica y desencantada.


De como en los interrogatorios, en todos los ámbitos criminales donde estos se realizan con voluntad totalitaria, se busca trasladar al interrogado a su estado más infantil, siendo esta la versión dramática de lo que todos los días busca la publicidad.


Es también conocimiento un tanto peligroso, no sé si por las ideas que alguién podría adquirir y, también, porque nos cambia la percepción del mundo, lo transforma en algo más cercano a las pesadillas dickianas, kafkianas y orwellianas de lo que nos gustaría.


Como querríamos pensar que todo lo que se va descubriendo en las investigaciones sobre la mente y el cerebro va apareciendo solo en los manuales de autoayuda y en las clínicas de sexología, sería mejor no leerlo. Mantengamos, pues, la consoladora idea de que la violación de nuestra voluntad siempre será un intento transparente y con posibilidades de elección.

2 comentarios:

Knut dijo...

No sabes cuánto añoraba tu provervial y cachonda mala leche, ains ains qué gustirrinín!!!!

francissco dijo...

Es que este formato permite explayarte con un pelín más de comodidad que los foros. Es como invitar en casa a los amiguetes a una peli y unas birras, y que a su vez estos se explayen luego a placer. En los foros, inevitablemente, notas como desintonizas con taanta gente, en fin, hay de todo...