miércoles, 20 de enero de 2010

La Economía alienante.

Pregúntale al economista camuflado. Tim Harford.

Segun
la publicidad del editor, este último libro del economista Harford viene a dejar sentada la reputación adquirida por su autor. Este pertenecería a una "nueva raza de economistas" identificados con las preocupaciones de la gente. Y está claro que así es. Este autor lleva una columna de respuestas al lector, en un periódico británico, donde se ocupa de poner la racionalidad supuesta de la disciplina de Keynes y Galbraith al servicio de las preocupaciones cotidianas.

Y quien sabe si no será en esas cosas cotidianas donde hallen su nicho más apropiado los estudiosos de la llamada "ciencia" económica, con esa capacidad descriptiva tan maravillosa acerca de procesos que ya han ocurrido, je, je . Da gusto ver lo didácticos que se ponen algunos de estos popes al explicarnos como ha sobrevenido una crisis económica bestial (800.000 españoles al paro en 2009) por la sencilla razón de que no podía ser de otra manera.

¿Y porque no decían nada antes? Porque se queda genial explicando las cosas a posteriori, dado que así no hay posibilidad de equivocarse. Lo que no se entiende es como, en unas sociedades que buscan la máxima eficiencia, aún siguen manteniendo su puesto como catedráticos en las universidades, dado su nefasto papel como augures. De hecho, hoy en día, el arte de la supervivencia gremial consiste, en buena parte, en convencer de lo necesario que eres...

Quizá continúan alimentándose de la puchera porque, dependiendo de sus tendencias políticas, acostumbran a secundar a los gobiernos de turno, revistiendo de palabrería pomposa y pretendido aval científico lo que no son mas que empeños ideológicos y corporativos.

O porque algunas de sus matemáticas, aunque inútiles para los macrocolectivos, léase países, son eficaces para la gestión empresarial y por lo tanto resultan útiles para los diversos buitres y tiburones financieros que poseen las compañías.

Han tenido tal éxito promocionándose estos predictores -por otra parte calamitosos- que pensamos que tiene sentido preguntarles cositas tales como el reparto de las herencias a nuestros hijos y hasta -pasmémonos- las elecciones de pareja.

Estas son las estupideces que le preguntan a Tim Harford. Y como no, el las responde, revestido con la aureola de santón de la teoría de la elección racional. Porque siempre elegimos racionalmente aunque no lo sepamos. Si no lo sabemos, ellos se reafirman en definirnos principalmente como homo oeconomicus, ale, que tiene bemoles. Por lo visto, esta es una especie de homínido derivado del sapiens y que, cuando este cazaba y pintaba cuevas, el ya se dedicaba a contar con su ábaco y sus piedritas las ganancias acumuladas en su choza.

Lo malo es que, las disciplinas parasitarias de la ciencia, tales como la Economía, se han especializado en elaborar discursos autojustificativos, con una verborrea impactante, capaces de dar cuenta tanto de un acierto como de una cagada diagnóstica. ¿Acaso no es chocante que los economistas de salón - o de columna semanal, tanto da- como Harford dispongan de respuestas para todo? ¿No presentan una sospechosa cercanía con Elena Francis?.

Un saludo, pero sin calculadora.

8 comentarios:

Instan dijo...

Acabo de terminar la lectura de "El Cisne Negro" y el autor les da caña a estos señores, pero caña de la buena. Precisamente lo que Taleb indica es que en economía se busca siempre una narración, siempre a posteriori y se cae en un auténtico sofisma epistemológico.

Y también menciona lo de las poltronas...

Errantus dijo...

Lo de consultar a un economista sobre una herencia me suena un poco ilógico, pero lo de la pareja ya es de diván de psicólogo.

Pero bueno, cuando no se tienen las ideas claras se recurre a cualquier pope que se autopromocione.

francissco dijo...

Instan:

"El cisne negro" es una pasada, toda una lección de realismo y humildad, a la par que de auténtico rigor intelectual. Ya era hora de que alguien enfocara lo inesperado.
A la postre va a resultar que la Economía -al menos actualmente- va a consistir en una disciplina narrativa más, lo que faltaba.


Errantus:

Nada, yo ya estoy pensando en pedir hora en el economista de guardia para que me oriente sobre que películas de cine ver. Y tu le puedes preguntar sobre biberones y demás, juasjuas

Errantus dijo...

Eso, que me diga el tipo de biberón que conviene de acuerdo a mi economía. Que yo soy tan torpe que no puedo hacer mi presupuesto sola. XD

Kotinussa dijo...

Aunque corresponda a un post ya pasado, quisiera darte las gracias por la recomendación que hiciste de Alastair Reynolds. Me gusta la ciencia ficción, aunque en los últimos años no he tenido tiempo para ponerme al día, y estoy un poco descolgada de los autores más recientes.

En la biblioteca pública (por falta de espacio ya sólo compro libros "muy necesarios") no tenían nada de este autor, y quizás también por eso se me había pasado.

He hecho la sugerencia de compra de varios de sus libros (por orden de publicación), y van a comprar algunos. Cuando los lea ya te comentaré.

Kotinussa dijo...

Se me olvidaba. Sobre este post. La economía me aburre un montón, tanto en plan Elena Francis como en plan gurú/profeta/supersabio. Así que a éste no creo que lo lea.

francissco dijo...

Kotinussa:
Yo prefiero a Banks y Hamilton, en eso que llaman el "Space Opera" mas reciente, pero Reynolds tiene unos primeros títulos, sore todo "Espacio Revelación" que están de aupa. Y nada, cuando los leas si es preciso me pones a caer de un burro, ja, ja..
Y haces bien en ser superselectiva para comprar, a ver si aprendo...

Y la economía de salón tiene interés por su absoluta intrascendencia, aunque a veces se les escape algo interesante. Los autores aprovechan para exhibir su aburrido humor cerebral y poco más.

padawan dijo...

A mí nunca me han caído bien los economistas. No hacen más que mover números de un lado a otro para generar ganancias ficticias, que a la mínima se desvanecen. A pesar de no generar nada de valor, pretenden dar la impresión de hacer avanzar al mundo ellos solos.

Ahora todos vieron venir la crisis, igual que cuando en las noticias entrevistan a los vecinos de un asesino y todos sabían que iba a ocurrir una desgracia tarde o temprano.