viernes, 1 de febrero de 2008

Festín de cuervos, la omnipotencia y la herencia.

El dios narrativo llamado Martin reina en Westeros, mundo que contiene a Poniente y los Siete Reinos , de forma absolutamente despiadada para esos títeres que son los personajes suyos. No hay ninguno de ellos que goce de sus simpatías a la hora de conservar su vida, su posición social, su integridad física o mental, su persona amada o su hacienda.


A través de cada uno de ellos despliega el sadismo imaginativo sin límites del que suele hacer uso, convirtiendo el Juego de Tronos en la profesión para la que ninguna aseguradora contrataría jamás póliza alguna. Le gusta desplegar de forma colorida la terrorífica jungla medieval y meter en ella a sus criaturas.

Son todas ellas de alta alcurnia, pertenecen a las castas y familias nobles y se agrupan en clanes al igual que los primates selváticos. Señores banderizos en torno a un señor que a su vez es vasallo de algún otro, etc. Si bien el autor no se anda con pamplinas a la hora de darles estopa, también es cierto que solo los nobles pueden protagonizar, solo ellos pueden encarnar la gesta y la acción y tener un mundo interior. En este medievo fantástico, ellos son la especie evolucionada. Hasta los bastardos de reyes portan un no se qué especial, que se pone de relieve cuando los describe.

No es precisamente una invención suya, ya la edad media real de Occidente funcionaba con esos mimbres, a pesar de que en el resto de la población se constituyeron, por separado, poderosas fuerzas de cambio histórico que terminaron por arrinconar, en buena medida, al imperio de los apellidos y los blasones. Este, no obstante, parece atraer notablemente a los escritores de la, oficialmente, sociedad yanqui sin nobles.

Martin busca, en general, el estremecimiento, y recurre a toda la hemoglobina que considera necesaria. Castiga a los que buscan la rectitud, como a Ned Stark, a padecer miopía y falta de astucia galopantes, pero a los extremadamente amorales también les pone cáscaras de plátano. A los que buscan planificar los rodea de aleatoriedad maligna y caótica y a los que símplemente deambulan les hace caer el cielo encima.

Enemigo de la tranquilidad y partidario de la taquicardia propone, en mi opinión, una narrativa de folletín honesto, que deja siempre la acción colgada de manera abrupta para que la retomes con ganas, cosa que acostumbra a conseguir.
En Festín, no obstante, se le aprecian síntomas de cansancio con algunos personajes, a los que a veces hace protagonizar algunos anticlímax de lo más gratuito y a los que después, como un dios olímpico enfadado por haberse aburrido, elimina a su manera brutal, si será bestia el joio...

Esta entrega, quizá por ser la mitad de lo que se pensaba en principio, supone un cierto impasse en la acción, al faltar parte de los personajes motores originales, que parece ser que podremos seguir en Danzando con dragones, la siguiente entrega de aristócratas homicidas que nos propone.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado cómo comienzas tu comentario con eso de la aristocracia y el mundo noble. Es una constante en toda la fantasía que da mucho que pensar (también en la ciencia ficción desgraciadamente). Precisamente estos días estoy leyendo el libro de Dawkins "El espejismo de Dios" y he hecho un par de asociaciones de ideas cuyo resultado sospecho que no serían del agrado de los lectores especializados en fantasía.

francissco dijo...

No es toda la fantasía, pero desde luego es un vicio mental que hace estragos en buena parte de ella, independientemente de que te entretenga más o menos.

Esa manía de manejar personajes de sangre azuL apuesta por el estatismo em materia de cambios sociales, tan solo habría relevos de blasones y demás.

En este autor, se me olvidaba, el cambio grandote parece que lo traerán...los dragones, je, je

Si te apetece (y tienes tiempo, claro), cuando acabes con el Dawkins comentas algo por tu blog, que ese libro me tentaba.

Knut dijo...

Tapoco hay que ponerse así Instan, no toda la fantasía ni de coña es así, si acaso la "más visible".

Por ejemplo la fantasía de G. Wolfe, en concreto su El caballero-mago, que además de tener grandísimos rasgos semiocultos de gnosticismo (impagable esos mundos que emanan unos de otros en diversos grados de imperfección, en donde el mundo de abajo ve a los de arriba como dioses, que es por otro lado lo que son, jejeje) y ser un libro extrañamente fascinante, se pasa por el sitio de zaragoza la idea del noble como ser chachi.

En cuanto a Martin, qué decir a estas alturas, pasapáginas por excelencia. Pero yo tengo un pequeño problema con él, desde el libro segundo, y es que además de no creerme eso de que todos los personajes sufren y no hay ninguno sagrado (en el primer libro es maravillosamente así), no ocurre así en el resto. Además la paginitis pasa factura, y el horror que ha de venir pero nunca llega del todo acaba por ser cansino.

A mi me encantaba esos aires en donde los Emperadores de Todas las Cosas eran ajenos... sin embargo conforme pasan los libros, no sé, no sé, pero veo apuntillos. Complacencia con los personajes infantiles, casi todos chachis, Jonh Nieve también empieza a resultar algo hartible, la infalibilidad del enano que por cojones tiene que caerte bien.

Es más adulta que la mayoria, está construida con primor y engancha que es cosa mala, pero el efecto chicle que empieza a padecer personalmente me tiene la mar de escamado, así como la "normalización" que empiezan a sufrir muchos de sus personajes.

Este cuarto es el más flojito de todo, lo cual quiere decir que entretiene cosa mala pero que llena la barriga más bien poco. A mi al menos es algo que me ha ido pasando conforme pasan los libros, todos los disfruto pero con cada uno que llega tengo si acaso más hambre...

Me resulta más interesante Bakker, aunque la verdad es que puede sufrir perfectamente del efecto chicle en las primeras de cambio.

Saludines compis!

Knut dijo...

Desde que escribí lo anterior Dios ha estado mandándome felices pesadillas que hacen que me despierte con un grito ahogado silencioso pero estremecedor.

Para ser justos con Martin hay que decir que el tipo es un maestro en cuanto a construcción de personajes y su orquestación. Si estas novelas fueran una serie de televisión muy probablemente sería algo parecido a Roma mezclado con Yo Claudio, Mallory (por eso de tener caballeros que no son precisamente lo que se dice "luminosos") y dragones (que tardan siglos en aparecer por cierto) La mayor parte de la fantasía se queda en nada si la pones al lado del mundo que recrea Martin, y no me refiero a las franquicias ni a los pseudoTolkiens.

Lo que me ocurre es que hay tantos momentos acojonantes sin necesidad de ser explícitamente épicos, que cuando se dan los anticlimax estos se resienten muchísimo. Cada vez hay más momentos de estos además.

Después está que no se dosifica el ritmo de la misma manera, hay un comienzo trepidante y fresquísimo, que va alargándose a la medida que transcurre la serie, hasta el punto que en este último libro practicamente no existe.

Lo bueno es que Martin es un maestro narrativamente, por encima de su prosa está el entramado complejo de una historia que se va desgranando desvocando el ánsia del lector que aún en los peores momentos quiere saber qué ocurre, por qué, cuándo...

Y referente a que siempre son los nobles lo que lo llevan todo palante, jejeje, creo que habría que hacer una distinción entre las novelas nostálgicas de elitismos y las de corte "realista", los mundos de Martin y Bakker son sucios y atroces, la gente muere de hambre, lucha en guerras absurda y es gigantescamente ignorante. Los caballeros están lejos de ser limpios, galantes y cultos. En estos casos no hay una celebración del noble, del limpio de sangre o el elegido de dios, en todo caso hay una mirada triste y despiadada de la humanidad.

Además Martin ha dado un buen puñado de obras meritorias en todo género que ha tocado. Yo al menos no he leído nada suyo que no merezca la pena leer.

Salud!

francissco dijo...

Martin entretiene cosa mala y desde luego conoce su oficio. Probablemente emplea a la nobleza porque da mucho juego a la hora de crear historias, con toda esa pasión por colocar a sus genes (o a los que los portan) de manera ventajosa.

Los dos autores que comenta Knut escriben fantasía brutita y truculenta. En el caso de Martin el desafío en el que se ha metido es tremendo. Escribir cientos de páginas manteniendo un mínimo de trepidación no es moco de pavo.

Yo albergo un miedo lector respecto a esta serie. Hasta ahora la acción, salvo excepciones, ha tenido desenlaces realistas, sin quebrantamiento mágico de las leyes naturales, salvo apuntes y esbozos que se han quedado en eso, toques de misterio refrescantes, que acentúan el devenir implacable de los acontecimientos.

Ya veremos que pasa con todo ello cuando vengan los dragones.

Knut dijo...

Hombreeee, se supone que la magia ha ido perdiendo poder y ahora, con la llegada (lenta de cojones, por cierto) del Invierno, los Otros y los dragones pues seguro que algo más sale, jejejeje

Con Bakker uno en realidad tiene la impresión de que la magia no es magia exactamente, en algunos sentidos parece tecnología y en otros Zen Avanzado, juas juas

Yo que soy una especie de racionalista No Materialista Pero Menos Espiritualista que disfruta en la ficción de lo sobrenatural que es cosa mala, para estas cosas prefiero el coqueteo de Bakker.

Por cierto Egan, ¿has leido El caballero-Mago de Wolfe? Es tremendamente desconcertante, no es precisamente lo que la psipnosis da a entender (es horrosa, parece que la novela es una cosa infantiloide que te cagas, jejeje) Rara a su manera, mezcla entre novela de caballeria clásica con una base filosófica mucho más interesante de lo que explicita. Como siempre pasa con GW lo dicho siempre es mucho menos que lo no dicho, y al final tienes una sensación extraña de cojones. Es de las pocas novelas que realmente tienes necesidad de hablar de ella con otros. Como pasa con algunas pelis de Lynch, los cuentos de Egan o casi todo Dick.

Saludos!

Anónimo dijo...

Pues el libro o serie de Wolfe parece interesante, de hecho es un autor del que tengo ganas de leer algo, así que a lo mejor cae. Si hay emanaciones ya me despierta el interés,je,je,je.

Los de Martin tal vez me los lea cuando estén todos, por lo menos en inglés.

El panfleto (me está gustando mucho pero es un panfleto con todas las de la ley) de Dawkins lo reseñaré en mi blog. Advierto que es de esos que o te gustan mucho o te ponen de los nervios, quedáis avisados.

Ay, cuantos libros, todavía tengo pendiente ese de "Colapso" que no sé si lo acabaré comprando, pero desde que leí la reseña en este blog cuando lo veo en las librerías oigo misteriosos cantos de sirena...

francissco dijo...

No vamos a ganar para libros